Adlert: la arquitectura que se luce

16 abril 2021

por | 16 abril 2021

La relación entre arquitectura y artesanía ha sido una constante histórica que tuvo, en la modernidad de la Bauhaus, uno de sus momentos cumbre.

Su primer director, Walter Gropius, estimaba que la base del arte estaba en la artesanía, convencido de que los artistas tenían que volver al trabajo manual. Así, muchas de las clases en aquel mítico centro de la enseñanza arquitectónica las impartían artistas y artesanos como Kandinsky, Itten o Klee con el objetivo de borrar la distinción entre las bellas artes y las artes aplicadas: nacía así la primera escuela de diseño del mundo.

Ese vínculo entre arquitectura y artesanía lo eleva Verónica Llopis a las alturas a través de las piezas que diseña, que más que joyas son arquitecturas para lucir. Ella es, además de arquitecta y profesora en el Departamento de Mecánica, la cabeza pensante de la firma de diseño Adlert, que no tiene relación con la Bauhaus pero sí es su tercer apellido, de ascendencia alemana, «era una forma de recuperar un apellido que se perdía con mi hermano y conmigo».  

¿Qué fue antes, la afición a la arquitectura o al diseño de complementos? «Desde muy pequeña, mi madre ya me decía que tenía que ser arquitecto, siempre me fascinó este mundo, pero creo que fue todo a la par… y creo que una cosa alimenta a la otra, al final los conocimientos en arquitectura me han ayudado a plasmar esa creatividad, a simplificar y a ser más exigente con las formas y con los resultados».

Verónica empezó diseñando piezas cuando estaba terminando el proyecto de final de carrera en la escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV, «fue un proyecto muy complejo que me costó una barbaridad encajar y, como veía que se dilataba mucho en el tiempo y que no llegaba a controlarlo, me puse a crear piezas más pequeñas. Al final me tiré año y medio, normalmente se hace en uno, pero conseguí la matrícula de honor que me había propuesto. Mi pareja es ingeniero y me iba a su taller, cogía el hilo de cobre que se utilizaba para bobinar los motores eléctricos y, con eso, creaba piezas. Empecé a llevarlas yo, al principio las regalaba porque gustaban a mis amigas, luego empecé a llevarlas en el ámbito de la universidad y gustaron también, con lo que mis compañeras actuales, que en realidad, en aquel entonces, eran mis profesoras, (entré muy joven, con 20 años, becada en el Departamento de Estructuras y todavía no era profesora), me las encargaban … y así empecé en este mundo».

«¿Cómo influye la arquitectura en mis piezas? pues muchísimo … es la base de ellas. Al final, cuando creo mis piezas, los conceptos que he aprendido en la carrera están siempre de fondo, no sólo se trata de que sean bellas también tienen que ser funcionales y, además, resistentes. No uso materiales típicos de joyería sino que me muevo con materiales diferentes aunque, evidentemente, tengo baños de plata y de oro… pero la base siempre es el latón, cobre, acero, aluminio… más industriales».

El ámbito de las estructuras, su especialidad en la Universidad, está presente en las articulaciones de sus joyas, «me chiflan porque me permiten conseguir piezas muy diferentes gracias a los giros, esa versatilidad y diferente funcionalidad está siempre presente en mis creaciones. En arquitectura me encanta que los espacios se transformen, nosotros vivimos en Cullera, al lado de la playa, en un apartamento muy pequeño que reformé y es súper funcional, lo hemos podido comprobar con el Covid ya que, gracias a esa versatilidad en el espacio, pasar la cuarentena allí ha sido muy llevadero. Estoy pendiente de hacer una publicación con fotos del proyecto, precisamente, explicando todo esto y lo quiero relacionar con la pandemia… la importancia de la versatilidad del espacio en estas épocas».

 

Todas las piezas de Adlert son hechas a mano, no están industrializadas, son únicas y diferentes. Pueden verse en el Estudio Adlert, situado en la calle San Cristóbal, una de las perpendiculares a la calle del Mar y justo enfrente de lo que será el Centro de Arte Hortensia Herrero. Además de su estudio, Verónica Llopis tiene un pequeño espacio en la Joyería Gracia donde, a petición de los propietarios, expone sus piezas.

«Otro punto de venta es el Colegio de Arquitectos de Valencia … sí o sí, tenían que estar allí«, dice sonriendo.

La arquitecta y diseñadora con una de sus piezas.

 

Fotografía: Fran Adlert.

 

 

 

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