Al proponer el premio para Emilio Tuñón Álvarez, el jurado destaca especialmente la coherencia de su obra arquitectónica que recoge de manera natural sus inquietudes teóricas, su dominio sobre las técnicas constructivas, su vocación de servicio a la sociedad y que solo se entiende desde su rigurosa trayectoria académica. Como docente ha conseguido «unir a diferentes generaciones de arquitectos gracias a su entrega y generosidad».
También destacan su capacidad para encontrar referencias en la cultura, en el mundo del arte, la literatura, la historia o la música.