Hay pocas cosas más sustanciales que la manera en que se construye un espacio compartido: determinará cómo vivirán esas personas, con quién, dónde y cómo comprarán, cómo irán a trabajar, cómo criarán a sus hijos y cómo se relacionarán con sus amigos, a qué distancia estarán los centros de salud, las bibliotecas, los cines y los bares. El lugar donde vivimos nos acaba definiendo y lo que está claro es que cada posicionamiento crea un tipo de urbanismo.
Trasladar los conocimientos teóricos, que redundan en el beneficio de todos los habitantes de la ciudad, a la práctica es uno de los propósitos de la Càtedra Urbanisme i Gènere (CUG), que quiere facilitar la incorporación de la perspectiva de género en el entorno urbano que habitamos y que las experiencias reales sirvan, eficazmente, para generar mejoras para todas las personas.