La Finca Roja no se acaba nunca

11 marzo 2025

por | 11 marzo 2025

La casa que nos ocupa forma parte de un edificio residencial como La Finca Roja, al que hemos recurrido ya varias veces desde Flat porque es magnífico. Aquí lo vimos en la versión de OJJO Studio, y aquí, pasado por el talento de Francesc Rifé. Nos centramos ahora en el trabajo que han hecho, desde SRstudio, las arquitectas Gemma Ruiz e Irene Solé. La Finca Roja es «nuestro Dakota», sin semilla del diablo, y no se acaba nunca.

Este conjunto emblemático de viviendas con identidad de colmena toma el lenguaje del expresionismo holandés y se sitúa en la zona del segundo ensanche valenciano. Proyectado por Enrique Viedma Vidal fue construido entre 1930 y 1934 con el propósito de mejorar las condiciones de vivienda de los obreros, a raíz de la promulgación en 1925 de la ley de casas económicas que promovía la implementación de las nuevas ideas de higiene, modernidad y confort de la vivienda (ascensores, estancias ventiladas, baños completos, cocinas económicas, persianas americanas, etc), haciendo a la vez un uso expresivo de materiales autóctonos como la cerámica vidriada y el ladrillo rojo, también propia de Ámsterdam, «ciudad en cuya arquitectura está claramente inspirada», explican Gemma Ruiz e Irene Solé, al frente del proyecto.

«En su momento supuso una solución novedosa en la ciudad ya que era estructuralmente avanzado, funcionalmente racional y formalmente internacional, mezclado el estilo expresionista holandés con el Art déco, el casticismo valenciano y el modernismo valenciano con ligera influencia de Gaudí. Hoy en día continúa siendo una construcción icónica de Valencia», apuntan.

En esta ocasión, la principal pretensión de la reforma de la vivienda era preservar el valor histórico y cultural, procurando conservar y resaltar los elementos singulares tales como la chimenea ubicada en el salón, los pavimentos hidráulicos que recorren toda la vivienda y la estructura, generando a su vez una propuesta distributiva que consiguiera maximizar y dinamizar los espacios.

«El proyecto se viste dejando que los materiales modernos como la madera en negro jueguen un rol neutral, mientras que los elementos históricos permanecen como protagonistas de la narrativa espacial, bien los azulejos que atavían la chimenea, los techos, o las “heridas” que han dejado las distribuciones previas y que permiten leer en el suelo la multitud de estancias que originariamente formaban la vivienda», explican las arquitectas.

Se trata de un auténtico collage de hidráulicos valencianos que hacen del pavimento una composición extraordinaria en sí misma. La restauración del pavimento hidráulico implicaba un proceso minucioso para evitar dañar las piezas y al mismo tiempo conservar su belleza y autenticidad. «Para lograr esto, tuvimos que trabajar con un equipo especializado en restauración de materiales históricos. Se llevó a cabo una limpieza profunda y cuidadosa, además de una consolidación de las piezas que estaban más deterioradas», explican. «A nivel estructural al optar por dejar la estructura expuesta destacamos su textura y materialidad, que aportan un aire industrial a la vivienda». Esto permitió crear un diálogo entre lo estructural y lo decorativo.

La clave de esta actuación reside en la potenciación de dichos elementos jugando con su posición en el espacio y la luz, directa o indirecta, que va iluminando las estancias y elementos. Dentro de las premisas de SRstudio, donde priman la calidez de los espacios y la minuciosidad en los acabados, han creado un espacio único y atemporal «no solo estéticamente agradable si no que pusiera en valor el carácter de la vivienda a través de un diseño claro, funcional y expresivo», concluyen.

Fotografía: David Zarzoso.

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