Makea, es decir Mireia Juan, Alberto Flores y Ana Pérez, es una cooperativa que trabaja entre el mundo del diseño y el de la ecología. Este colectivo de profesionales, con base en Valencia y Barcelona, promueve el papel del diseño en las transformaciones sociales, fomentando el diseño abierto, el intercambio de conocimientos y la creatividad colectiva aplicada a la reutilización.
«En un momento atravesado por crisis múltiples —climática, social, de cuidados, de sentido—, hacer se convierte en un acto profundamente político. Hacer con otras, con conciencia, con responsabilidad. Porque todos y todas tenemos la capacidad —y la necesidad— de implicarnos en cómo habitamos, en cómo construimos nuestros entornos cotidianos y nuestras relaciones», explican.
«Desde Makea acompañamos ese hacer: facilitando herramientas, abriendo metodologías, y creando espacios comunes donde el diseño es una oportunidad para aprender, compartir y transformar. A lo largo de estos meses, hemos desarrollado proyectos que no solo generan objetos, sino que activan procesos colectivos, cuidan los recursos y fortalecen vínculos».
Bibliocarro es un modelo constructivo desarrollado por Makea en el marco de Remoblar Post-dana, una iniciativa impulsada en colaboración con las ONG’s Jóvenes y Desarrollo y Plan International, que da soporte a diez centros educativos públicos de l’Horta Sud de Valencia afectados por las inundaciones provocada por la dana de octubre de 2024. La iniciativa propone talleres de construcción colectiva realizados bajo criterios de sostenibilidad, funcionalidad y participación, como herramienta para la reconstrucción de las infraestructuras afectadas implicando al propio alumnado y profesorado de los centros.
Les sometemos a cuatro preguntas para saber cómo pasa Makea el verano, si son más de playa, montaña, ciudad o aldea; si tienen debilidad por el salmorejo o les horroriza; qué tienen previsto intelectualmente para superar el bochorno estival y qué planes les esperan en septiembre cuando, como todo el mundo sabe, empieza el año nuevo.
¿Qué hacéis en verano?
Sobrevivir como podemos. Vivimos en Ciutat Vella —explican Alberto y Mireia— y el verano no es para nosotros el mejor momento del año. El barrio se transforma en un parque temático, donde la turistificación ha desbordado cualquier lógica habitable. En esta época del año, esto se intensifica de tal manera que las vecinas quedamos relegadas ya no a un segundo plano frente a las necesidades insaciables de la industria del turismo, si no que literalmente se nos expulsa del espacio cotidiano.
Es un momento en el que nos toca hacer equilibrios entre lo que deseamos, lo que podemos y lo que creemos que debemos hacer.
¿Qué sitios os gusta visitar en vacaciones?
Aprovechamos para visitar a amistades y familiares que hace tiempo que no vemos. Intentamos cuadrar esos reencuentros con lugares alejados de las grandes ciudades, hacia entornos más rurales o naturales. Pero lo último que queremos es que nuestro descanso y nuestras ganas de conocer acaben generando justo lo que vivimos en casa: desplazamiento de la población local, especulación inmobiliaria, impacto ambiental negativo…
Sabemos que nuestras acciones no son inocuas, e intentamos gestionar de la mejor manera nuestras contradicciones. Por eso nos importa dónde vamos, cómo nos movemos y cómo nos relacionamos con los territorios y las personas que nos acogen. No se trata solo de cambiar de paisaje y de ritmo, sino de hacerlo con una mirada responsable.
¿Alimento real y espiritual que preferís?
Nos gusta disfrutar de todo lo que ofrece el verano allá donde estemos, siempre que podamos compartirlo entre generaciones —con peques, con mayores—. Frutas y verduras de verano, jugosas, aromáticas. Salmorejos, escalivades y paellas. Helados, horchata, granizados caseros.
Pasamos tiempo recolectando del huerto, haciendo conservas y fermentos para el otoño y el invierno. Porque el alimento, como la cultura, también tiene que ver con el lugar y con la forma en que la consumimos.
¿Y qué os espera en septiembre?
En estos momentos estamos preparando muchas cosas de las que se nos vienen. Aquí en Valencia retomamos con energía las intervenciones en centros educativos de l’Horta Sud afectados por la dana, con más talleres de construcción colectiva con alumnado.
En Barcelona, inauguramos FENT en el Bloc4 de Can Batllò, una exposición con actividades asociadas, donde reflexionamos sobre el hacer como acto de autonomía y soberanía, y como herramienta para recuperar capacidades colectivas en este momento de crisis multilateral.
También estaremos en el Canòdrom – Ateneu de Innovación Digital y Democrática con el taller colectivo ‘Disseny Radical’ junto con EnMedio Colectivo y Caldo de Cultivo, que se enmarca en la exposición ‘Cómo diseñar una revolución: La vía Chilena’ , que tiene lugar en el Disseny Hub de Barcelona.
Exposición integral sobre el diseño gráfico e industrial durante el gobierno de Salvador Allende en Chile (1970-1973), en Disseny Hub a partir del 7 de octubre.
Y hacia finales de mes andaremos de camino a la Porto Design Biennale, ya que participamos con algunas piezas en la exposición principal ‘Time is present. Designing the Common’, en las instalaciones de la Casa Do Design de Matoshinhos.