Anacleto Ferrer: «Todo pasa muy rápido, es una pena dejarnos cosas sin que queden en la memoria»

2 diciembre 2024

por | 2 diciembre 2024

Cuando Anacleto Ferrer estudiaba cuarto de carrera cayó en sus manos un ejemplar de Friedrich Hölderlin. Tal fue la fascinación que le provocó aquel libro traducido por Jesús Munárriz (Hiperión) que decidió que aprendería alemán solo para poder leer a aquel poeta en su lengua nativa. El hoy catedrático de Estética y Teoría de las Artes en el Departamento de Filosofía de la Universitat de València es autor, coautor y editor de más de una veintena de libros sobre filosofía, literatura, arte y cine, ha publicado numerosos artículos de investigación en revistas nacionales e internacionales y ha traducido al castellano y al catalán a Friedrich Hölderlin, Jean-Jacques Rousseau, Bertolt Brecht, Georg Grosz, Moholy-Nagy, Raoul Hausmann, Erich Fried, Hannah Arendt y Ernst Toller, entre otros.

Además, Ferrer (Buñol, Valencia, 1958) ha desarrollado una interesante labor como comisario de exposiciones artísticas de autores como Andreu Alfaro y Artur Heras. ‘Halt! Imágenes que piensan’ (que en alemán significa ‘alto’, indica ‘resistencia’ y remite a momentos dramáticos de la historia contemporánea europea) es la muestra de Artur Heras, comisariada por Anacleto Ferrer, que se puede ver en el Centre Cultural la Nau hasta enero de 2025.

Anacleto Ferrer y Artur Heras, posando en la sala donde exponen ‘Halt!’ (Fotografía: Eduardo Manzana).

Acudimos, para hacer la entrevista, a una Facultad de Filosofía anormalmente vacía unos días después de la catástrofe provocada por la DANA que ha devastado la parte sur del área metropolitana de la ciudad. La Universitat de València fue una de las pocas instituciones valencianas que, con previsión y ante las alertas meteorológicas, anuló las clases presenciales el día anterior al desbordamiento del barranco y del río Magro, salvando con esa decisión a cientos de estudiantes y de personal de la universidad que ‘el día D’ estaban en sus casas haciendo clases online.

Anacleto Ferrer nos recibe en su despacho del Departamento de Estética y Teoría de las Artes y con él charlamos sobre libros, memoria, arte y pasiones.

¿Esta muestra tiene algo que ver con la que organizaron Artur Heras y usted en Bremen (Alemania)?

Esta exposición contiene parte de aquella muestra alemana. Artur había estado trabajando en la temática del exterminio y la eliminación de la memoria, yo también investigaba en esa línea y nos surgió la posibilidad de llevarla al Instituto Cervantes de Bremen, donde hicimos una primera muestra. Allí se exhibió en su sala de exposiciones y, además, en un espacio muy bonito que es la Biblioteca Pública de Bremen; después la exposición itineró a Frankfurt, donde se mostró en tres sitios y creció con obra de Artur que había ido creando mientras tanto. En Frankfurt, además de en el Instituto Cervantes se expuso en la sede del Sindicato del Metal, un edificio muy grande, y en una iglesia en el centro de la ciudad, donde bautizaron a Goethe, un sitio que combina función religiosa y secular.

Después de Alemania, la exposición viajó a Perpiñán (Francia), a la fundación de Madramany, ‘À cent mètres du centre du monde’, un espacio enorme, industrial, rehabilitado y con 1400 metros cuadrados de arte. En ese tercer momento, en suelo francés, también se sumaron más obras de Heras y se incluyeron piezas que tenían que ver con la retirada del ejército republicano, por ejemplo. En cada sitio, la exposición ha ido ampliando el discurso. Aquí, en Valencia, ha llegado con alguna pieza añadida referente a Gaza.

En la parte superior, la obra ‘1945-2024’ (2024). En la parte inferior, ‘Españoles en Mauthausen’ (2021).

¿Cómo surge la idea?

Es un interés coincidente. Yo trabajaba sobre álbumes fotográficos del exterminio, dentro de un proyecto de investigación interdisciplinar, REPERCRI (Representaciones Contemporáneas de Perpetradores de Crímenes de Masas), que publiqué en el año 2020 ‘Facticidad y ficción’ (Editorial Shangrilá). Artur, por su cuenta, ya trataba los temas de la represión del franquismo. Nos pusimos ambos a trabajar para darle forma al proyecto.

Usted dice que las obras de Heras no buscan conmover, buscan interpelar.

Artur tiene una mirada muy inteligente, yo digo que es un pintor de ideas, en contraposición al texto de Rilke, ‘Vladimir, pintor de nubes’, que es lo que Artur no es. Su trabajo está muy apegado a la realidad, pero a la vez toma distancia, el tratamiento de los personajes es deliberadamente académico porque parte de imágenes de archivo y, a la mirada de esas personas, él sabe sacarles partido. Hay voluntad de comunicar pero también de distanciarse, para que el que mira también se sienta observado.

Todo lo que supuso el sistema de campos de exterminio y el sistema represivo de desaparición de personas fue mucho más que eso: lo hemos visto reproducido en las dictaduras sudamericanas, por ejemplo. Se hace desaparecer al enemigo; como lo hacen desaparecer más allá de cualquier legalidad, tienen que hacer desaparecer también las herramientas y cualquier clase de elemento informativo que pueda dar cuenta de ese proceso: por eso se queman los archivos y los campos. ¿Qué queda? solo restos. Esos restos proporcionan huellas, y ese método indicial de las huellas nos conduce a tratar de restaurar el conjunto: fotos de archivo que no dio tiempo a eliminar, testimonios orales …

En los textos de la exposición aparecen conceptos como huella y memoria, pero también se citan textos de escritores como Camus.

La idea es que aquí hay una tragedia, lo que quiere decir que el final, que es la muerte, está presente desde el principio. Aristóteles ya citaba al coro, que emite voces que funcionan como un muro que perimetra esa tragedia, lo hemos llamado ‘muro de palabras’. En ese muro de palabras hay testimonios: de los victimarios, de las víctimas y de los testigos (contemporáneos o legatarios de información). Esos textos son de Rudolf Höss, de Primo Levi, de diferentes supervivientes; hay reflexiones de Hannah Arendt, León Felipe, Jorge Semprún, Camus… etc.

‘Mur de paraules’ (2024), instalación con dibujos, objetos, panel electrónico y sonidos.

Artur Heras lleva años lamentándose de la falta de memoria que tenemos en la sociedad. 

El decano de la Facultad de Medicina entre 1936 y 1939 fue un señor ‘desconocido’. En el año 2002, la Universitat de València encargó a Heras el retrato del rector Morcillo. A la vez le encargaron el de aquel decano del 36, porque es que esa galería de retratos está llena de agujeros. A este decano, al que en el 39 le quitaron la Cátedra de Histología y le tiraron de la Universidad, en los años 50 le ofrecieron restituir su cátedra  previo reconocimiento de la legalidad del régimen de Franco, a lo que él se negó. Se quedó sin cátedra, sin retrato y sin memoria.

Otro ejemplo, el último presidente de la Diputación de Valencia antes del franquismo fue un sindicalista de Chiva que acabó en la cárcel de San Miguel de los Reyes, tampoco hay memoria institucional sobre él. Restituir esa memoria perdida es necesario.

Galería de retratos, entre ellos la obra ‘Poeta 0162’ (1974), sobre García Lorca, el retrato de Peset Aleixandre o el de personas silenciadas por el franquismo y eliminadas de la memoria colectiva.

Artur siempre explica que él nació en abril del año 45, justo en el momento en que el ejército rojo avanzaba liberando los campos nazis. Él lo hila con su historia personal, con el exilio de parte de su familia a Orán (Argelia), y todo eso forma parte de su memoria.

El artista Artur Heras delante de sus piezas artísticas sobre el exterminio y la memoria (Fotografía: Eduardo Manzana).

La colaboración entre Artur Heras y Anacleto Ferrer es larga. 

Colaboramos desde 2016, va para diez años. Me pidió un texto para la exposición de ‘No Ficción’ de la Universitat de València, en 2016, ahí ya teníamos cierta relación de amistad. Lo hice, aunque no había escrito tanto sobre exposiciones, pero su trabajo me parecía muy sugerente, y, a partir de ahí, hemos ido colaborando cada vez más. Hicimos la exposición ‘Alfaro Fuster’, en La Nau, y después, otras muchas cosas. En la pandemia trabajamos en una muestra antológica de Andreu Alfaro para La Pedrera de Barcelona, pero al final el proyecto no salió. Al poco tiempo, de parte de esa muestra que no se hizo, salió la exposición de Alfaro para La Nau.

La actual, ‘Halt!’, va a mostrarse en Xàtiva, en Sant Domènech y en la Casa de la Ensenyança, donde se incorporará alguna pieza más sobre el bombardeo de la zona, en febrero del 39, por parte de la aviación legionaria italiana, que atacó a la población civil de Xàtiva y de Manuel, con una masacre de 600 personas. Es un hecho relativamente poco conocido.

La exposición ‘Halt’ puede verse hasta el 12 de enero en el Centre Cultural La Nau. Un amplio programa de actividades paralelas (que puede consultarse aquí) completa la muestra.

Obra ‘Frei’ (2004), junto a una vitrina con publicaciones como ‘El Mono Azul’, la hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, una de las principales publicaciones de carácter cultural editadas durante la Guerra Civil española en la que participaron escritores como Alberti, María Teresa de León, Miguel Hernández, Antonio Machado, Rosa Chacel, César Vallejo, Rosario del Olmo o Ramón J. Sender, entre otros muchos.

‘Kiosco Tánger’ 2021.

Usted es uno de los más importantes traductores de Hölderlin. ¿Cómo llegó a él?

Yo hice la tesis sobre él y he traducido muchos libros. Cuando estaba en cuarto de carrera, acababa de salir la traducción de Hiperión de Jesús Munárriz, la leí y me pareció alucinante. Me propuse aprender alemán para poder leerlo. Así empecé. En poco tiempo, en un par de años muy intensivos, me encontré en situación de poder traducirlo. En Bremen conocí a un grupo dedicado al poeta y allí descubrí mucha obra suya. Traduje la primera, ‘Fragmento Thalia’, y un amigo me sugirió mandarla a Hiperión, que entonces era una editorial nueva pero con cosas muy interesantes (Félix de Azúa, ‘los novísimos’…etc), la mandé y, para mi sorpresa, Munárriz me contestó, «si vienes por Madrid pasa a verme».

El libro lo publicaron en una colección nueva y la amistad con el editor sigue hasta hoy. Lo he hecho todo allí, en Hiperión, (Thalia, las versiones previas, la primera monografía de Hölderlin…), he ido publicando gran parte de su obra en castellano. Hice también una antología con Munárriz, ‘Poetas del poeta’, con poemas dedicados a Hölderlin. Tengo mucha obra traducida.

¿Algún proyecto ahora?

Yo siempre intento llevar varios proyectos en paralelo, porque los intereses son variados. Además de lo que hago con Artur, que seguiré haciendo porque me lo paso muy bien y yo intento hacer cosas que me hagan disfrutar, me interesa mucho, por ejemplo, el trabajo de Rose Ausländer, con su obra ‘Verano ciego’ (‘Blinder sommer’, 1965), una poeta contemporánea y amiga de Paul Celan, ambos supervivientes del gueto de Czernowitz (Rumanía).

Ella vivió antes y después de la ocupación, sufrió el asedio, la vida en el gueto, su estancia en Estados Unidos y su retorno a Europa. Ausländer es una escritora que no esta muy traducida, sale en alguna antología, pero poco. Lo publicará Hiperión, con portada de Artur, de forma inminente. «La aldea de Chagall», por ejemplo, es un poema buenísimo, he disfrutado mucho trabajándola.

Todo pasa muy rápido, es una pena dejarnos cosas sin que queden en la memoria. En ese periodo horrible para Europa se perdió mucha gente y mucha obra, restituir esa memoria editando sus obras es para mí muy importante. Ahora estoy trabajando a Günther Anders, el autor de ‘La obsolescencia del hombre’, no quiero desvelar mucho, pero me apasiona.

Fotografía: D.R. y Eduardo Manzana. Obras de Artur Heras. Una entrevista de Rafa Martínez y Clara Sáez.

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