Desde un discreto estudio de Valencia se diseña parte del paisaje sonoro internacional más atractivo que, después, los demás vemos-oímos cómodamente en nuestras pantallas: ellos son los que disponen su ingenio para que el BMW2 suene barroco por la ciudad, son los autores de las musiquitas robóticas de Movistar+, los que han puesto el sonido a los cien años del Ritz, al punk de las Converse y hasta «están» en el último vídeo de Selena Gómez. Ellos son Banjo Soundscapes: el diseño sonoro internacional que se teje en Valencia.
El estudio lo fundaron Iván Llopis y Anna Segura en 2007 y, desde entonces, su trabajo ha sido reconocido por premios internacionales en Cannes, Nueva York y Reino Unido, además de tener una surtida cartera de clientes internacionales.
Iván Llopis es el director de arte sonoro y desarrolla su trabajo como compositor, pianista y productor de música electrónica. Retrata una visión sonora y literaria en un paisaje musical ecléctico y vanguardista que cruza géneros. Su experiencia proviene de sus amplios conocimientos en los campos del sonido y la música.
Nacido en Valencia, cosecha del 81, hijo de profesionales de la música, a los doce años debutó como pianista en el Palau de la Música de Valencia y, prematuramente, comenzó a componer para cortometrajes, teatro y documentales.
Uno de sus trabajos más conocidos fue el del paisaje sonoro del anuncio de Freixenet en 2009, donde la selección española de natación sincronizada ponía la coreografía del famoso anuncio de cava. Llopis se considera «un creador de contextos musicales, donde cualquier género sonoro o musical puede ser utilizado como recurso para transmitir historias o ideas a su público».
Por su parte, Anna Segura se ocupa de la producción ejecutiva de Banjo Soundscapes. Tras licenciarse en Imagen, Sonido y Producción Cinematográfica, tenía muy claro que quería crear un proyecto en el que el sonido tuviera un papel central en la comunicación audiovisual.
El equipo lo completan la musicóloga Beatriu Traver, formada también en piano, Historia del Arte y administración de empresas musicales quien, tras una dilatada experiencia profesional en el sector musical, se encarga del bienestar creativo del estudio y asegura una relación fluida y profesional con los clientes.
Rafa Carrión, el cuarto en acción, es productor de música. Mientras hacía ingeniería estudió música adaptativa para videojuegos y desarrolló una herramienta personalizada para Unity3D. También trabaja en el Berklee College of Music y en proyectos propios, que se centran en la creación de sets en vivo para festivales.
Banjo tiene una web que solo está en inglés porque la mayor parte de sus proyectos son internacionales. «La estrenamos hace pocos meses junto con el rebranding completo del estudio, con una voluntad clara por dar protagonismo al sonido y a la parte gráfica, que es la que explica la cultura (filosofía, metodología, concepto…) del estudio», explican.
«El diseño ha sido desarrollado por Rebeka Arce y estamos muy contentos con el resultado. Es una propuesta innovadora y diferente que responde a nuestra propia idiosincrasia. En la home, a partir de un juego de descubrimiento muy ‘bold’ con cajas gráficas negras y sonidos, mostramos nuestro «manifesto». Hablamos de espectro sonoro, de descubrimiento, de ‘storytelling’, de ‘approach’ y de ‘soundscape’ (nuestro concepto clave) como el todo».
«Nuestro concepto base es el paisaje sonoro. Es cómo visionamos nuestro trabajo: tejemos la música y el diseño sonoro para crear ‘soundscapes’ consistentes y descriptivos que siempre responden a un concepto», apuntan desde el estudio.
«Toda la música que hacemos es composición hecha a la medida para cada proyecto. La grabamos siempre nosotros en nuestro estudio -generalmente interpretada por Iván y Rafa-, pero según sean necesarias otras instrumentaciones o formaciones contamos también con la participación de otros instrumentistas o incluso orquestas de cámara o sinfónicas».
«Partimos de una forma artesanal de trabajar el sonido (esto nos viene de nuestros años de formación en conservatorios de música y producción musical) para llevarlo más allá y transformarlo en algo necesariamente funcional, pero también creativo. Creemos firmemente que el proceso creativo potencia el resultado final de un sonido en los proyectos en los que trabajamos», explican.
¿Cómo se hace un diseño sonoro? «Concretamente sobre el modo de trabajar el diseño sonoro: pensamos el concepto desde nuestros oídos. No trabajamos con librerías, sino que diseñamos y creamos cada sonido de forma independiente grabando lo que se denomina foley, a lo que sumamos el uso de grabaciones de campo y sintetizadores. No tratamos el diseño sonoro como algo aislado, sino como un todo en el proceso conceptual y creativo junto con la parte de composición músical: el resultado es el soundscape».
Esta forma de diseñar con el sonido la aplican a infinidad de posibilidades: audio branding, metaversos, ‘motion’ de diseño gráfico, publicidad, films/documentales/animación y creación artística/instalaciones artísticas. «Somos el único estudio a nivel nacional que trabaja desde este planteamiento conceptual y creativo», apuntan.
«Es algo que internacionalmente goza de mucha importancia -la misma que el diseño gráfico-, especialmente en países como Alemania, UK y US, pero aquí en España aún es muy desconocida, y el uso de las librerías es lo más extendido», concluyen.