«¿Hay sexismo en la retirada de la nieve?», con esa pregunta, y parafraseando a la autora de «La mujer invisible» (Caroline Criado-Perez, Seix Barral, 2020), empezaba su intervención la geógrafa Jerònia Cubells en la última sesión con expertas organizada por la Cátedra Urbanismo y Género (CUG), que congregó, en la Escuela de Arquitectura de la UPV, a especialistas en arquitectura, urbanismo, ciudad y sostenibilidad como Judit Kimpian, Mireya Reguart, Miguel Ángel Díaz Camacho, Ana Anquela y Emilio Argente ante un auditorio compuesto por arquitectos, estudiantes y profesores.
La respuesta a la pregunta inicial que se hacía Jerònia Cubells es sí, claro. «El caso sucedió en una ciudad sueca donde se encontraban reevaluando sus políticas a través de un programa de aplicación de perspectiva de género. De broma, alguien dijo que, al menos, en la retirada de la nieve, no entrarían a revisar nada. Se equivocó, los expertos decidieron entonces ver si en la retirada de la nieve había o no sesgo de género, y comprobaron que, como en la mayoría de las administraciones, allí la retirada de la nieve empezaba en las calles principales y terminaba en los caminos destinados a peatones y bicicletas. Lo que, precisamente, afectaba de forma diferente a hombres y a mujeres porque su desplazamiento también es diferente».
Cubells explicó que en esa priorización del vehículo, las mujeres salían perdiendo porque ellas combinaban trabajo productivo y trabajo reproductivo (cuidado de hijos, de padres, de casa), y se movían más en transporte público y a pie, en un patrón de movilidad que se ha observado en las mujeres de todo el mundo y que consiste en la realización de varios desplazamientos cortos interconectados (casa, colegio, trabajo, supermercado, atención a familiares…).
Todas estas diferencias en la ciudad sueca demostraron que el programa de retirada de la nieve, aparentemente neutro al género, no lo era en absoluto. Los responsables suecos probaron a revertir el orden en esa acción y resultó que salieron ganando todos ya que supuso, a la larga, un ahorro considerable en gasto médico al disminuir las caídas y los resbalones en la nieve. Esa forma inicial de quitar la nieve, explicaba Cubells, no se hizo para beneficiar deliberadamente a los hombres sobre las mujeres, sencillamente los que lo diseñaron no pensaron en ellas, se basaron solamente en sus propias necesidades y experiencias. Y en esa visión masculina, obviamente, no se pensaba con perspectiva de género.
Jerònia Cubells, cuya intervención tituló «Sin la mirada de género no hay ciudad», explicó, ya en clave más local, que desde el departamento de Geografía en el que ella investiga (junto a Carme Miralles-Guasch en el Grup d’estudis Mobilitat Transports i Territori (GEMOTT) de la Universitat Autónoma de Barcelona), han hecho estudios sobre la movilidad en la ciudad y han obtenido algunos datos muy significativos.
Se observó que las mujeres ciclistas usaban más el carril bici que los hombres, hacían trayectos más rectos (no se desviaban por parques), su transporte no era recreativo sino mayoritariamente práctico, y circulaban más deprisa de noche. Tras analizar los datos se comprobó que todas esas variantes venían dadas porque ellas habían sufrido acoso en algún momento de su trayecto en bicicleta y por esa razón tomaban determinadas precauciones que ellos no necesitaban ni pensar. «¿Qué debería cambiar? añadir perspectiva de género al diseño de la ciudad beneficiaría a todas las personas que reclaman su derecho a sentirse bien en ella. La perspectiva de género debe aplicarse para reducir todas esas diferencias», concluyó Cubells.
Judit Kimpian
La jornada de CUG comenzaba antes, con la intervención desde Londres de la arquitecta Judit Kimpian, que abrió las ponencias de las expertas tras la inauguración oficial del encuentro por parte de Emilio Argente, subdirector de Urbanismo de la Generalitat Valenciana; Ernest Fenollosa, director de estudios de la ETSA, y de la arquitecta Eva Álvarez, codirectora de la cátedra junto a Carlos Gómez, ambos al frente de la organización de esta segunda edición de «Anem per feina».
Con más de veinte años de experiencia en la práctica y la investigación, incluido un período en Foster + Partners, la arquitecta Judit Kimpian, experta en diseño ambiental, se sitúa a la vanguardia de la investigación sobre el rendimiento de la construcción. El trabajo de Kimpian, también Presidenta de Arquitectura Sostenible en el Consejo de Arquitectos de Europa (ACE), se centra en la innovación del diseño, la tecnología y las medidas políticas que logran mejoras tangibles en la calidad y el rendimiento del entorno construido. Desde su puesto, aboga por las políticas de la UE para garantizar que los edificios afronten el desafío climático.
Judit Kimpian, en su intervención en la jornada de CUG, explicó por qué los estudios de rendimiento de los edificios eliminan los riesgos del proceso de construcción y ayudan a garantizar que lo que se diseñó realmente se construya y funcione según lo previsto. Para hablar de perspectiva de género en el contexto de la sostenibilidad, la experta explicó la importancia de equilibrar todos los factores en conflicto en un proyecto, «los problemas de interfaz entre personas y edificios», los llamó.
«Si el edificio no cumple las necesidades de las ocupantes, ello repercute en el confort y en la sensación de calidad. En las encuestas rara vez se considera el aspecto del rol de género, pero tener a los ocupantes en cuenta desde el principio es fundamental. Desde la perspectiva de género, lo más importante es planificar de acuerdo a las necesidades de las personas para que los espacios sean capaces de adaptarse a las diferentes circunstancias de la vida». En los procesos participativos, se diseña teniendo en cuenta las necesidades de los usuarios del edificio, sus situaciones vitales reales, sus preferencias, sus estructuras familiares, sus patrones de trabajo… lo que significa «construir edificios que cumplan con las regulaciones, sí, pero que sean resistentes a los cambios en el uso, los patrones de ocupación, el clima y el tiempo», apunta Kimpian.
En un contexto de crisis de la vivienda como el actual, la arquitecta apuesta por analizar los indicadores: los salarios suben menos que el precio de las casas; la temperatura aumenta sin parar y «la supervivencia de la especie debería ir en consonancia con la mejora medioambiental que, a menudo, lideran las mujeres. ¿Cómo ayudar? cuanto mejor haga su trabajo el arquitecto, menos recursos y energía se necesitará para el confort de los habitantes del edificio». Seguir los estándares del passive house de eficiencia energética demuestra, explica Kimpian, «que se puede hacer vivienda social de calidad, con una construcción sostenible y con baja huella de carbono». Todos los proyectos deberían, según la experta, tener un valor directo basado en la perspectiva de género.
Mireya Reguart
«¿Qué hace una arquitecta como yo en una ciudad como esta?», se preguntaba, en su intervención, la arquitecta especializada en rehabilitación energética y construcción en madera. A través de Bauwood, la oficina que codirige, ha realizado la recuperación integral, con criterios energéticos, de más de 70 edificios residenciales en Madrid gracias a la inversión pública.
Reguart explicó en su ponencia cómo habían trabajado en la rehabilitación de todo un barrio completo, el del Aeropuerto de Madrid, haciendo labores de observación de los edificios y de escucha activa de sus habitantes. «En nuestro trabajo es muy importante saber comunicarse de forma efectiva, ser capaces de transmitir conocimientos, hacer un diagnóstico tras una escucha activa y tomar decisiones tras entender las necesidades vecinales. Transformando la ciudad se transforma la vida de la gente», explicaba Reguart.
En esa labor de ‘arquitectas callejeras’, Mireya Reguart destacaba la relevancia de las experiencias diversas de la ciudadanía, «todos somos imprescindibles en la rehabilitación de un barrio». Con la rehabilitación energética de los hogares mejora significativamente el confort térmico y la salud de sus habitantes, reduciendo, además, las necesidades energéticas de calefacción y aire acondicionado y aumentando la calidad del aire interior. En el barrio del Aeropuerto que su estudio rehabilitó, las viviendas pasaron de tener facturas energéticas inasumibles a tenerlas a gasto cero.
«En un mundo en el que el dinero es a menudo el factor decisivo, la rehabilitación energética de edificios se convierte en un acto de justicia social y solidaridad. La necesidad de reducir el consumo energético y la huella de carbono de los edificios es cada vez más apremiante, entonces la rehabilitación energética se presenta como una solución necesaria». Al devolver la dignidad a los edificios, la rehabilitación energética contribuye a la creación de comunidades más fuertes, más solidarias y más sostenibles, en las que todas las personas puedan vivir mejor.
Miguel Ángel Díaz Camacho
Arquitecto especializado en sostenibilidad, al frente de MADC & Partners SLP y profesor en ETSA Universidad de Navarra, Miguel Ángel Díaz Camacho es el autor del proyecto de la biblioteca pública ‘Mil Soles’, en Madrid, un centro cultural ubicado en un barrio de origen industrial, Butarque, con la renta per cápita más baja de la ciudad, donde es fácil ver el reparto asimétrico de la riqueza. Un lugar con fábricas, vías de tren y viviendas de los años sesenta, por un lado, que convive con viviendas fruto de un PAU de 2010, por otro. Había que conjugar todas las necesidades propiciadas por esas variables.
El proyecto de ‘Mil Soles’ es fruto de un concurso público, organizado por el Ayuntamiento y el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), cuya finalidad era dotar a ese barrio de la primera biblioteca pública municipal de la historia del distrito de Villaverde. El estudio emprendió un proceso participativo para conocer, lo primero, las preferencias y necesidades de los vecinos y fue curiosa la disparidad de ideas que se recogieron. Participó más la parte nueva del barrio que la antigua y, por tanto, se manifestó más un interés destinado a los niños pequeños y no tanto a las personas más mayores, que intervinieron menos en el proceso previo para definir las necesidades.
El arquitecto explicó que uno de los aspectos más destacados de este espacio es su compromiso con la sostenibilidad. «El edificio incorpora soluciones ambientales avanzadas como ventilación e iluminación naturales, estructuras de madera y materiales de bajo impacto ambiental, así como el uso de energías renovables como la solar fotovoltaica y la geotermia». Se trata de que el arquitecto piense cómo puede mejorar la ciudad a través de su servicio, cómo hacer del espacio público «un lugar que brinde mayor sensación de seguridad, que haya bancos para las personas mayores…, que proporcione mejor calidad de vida».
Esta biblioteca es el primer edificio público de Madrid en obtener la Certificación Ambiental VERDE del Green Building Council, un reconocimiento al diseño sostenible y respetuoso con el medio ambiente de un lugar donde disfrutar de la cultura que, además, reforzará el tejido social del barrio, convirtiéndose en un punto de encuentro y de intercambio de ideas. «Mi aspiración es solo hacer aquellos edificios que realmente merezcan la pena, los justos». La apuesta de Díaz Camacho por los edificios públicos va más allá del mero inmueble, en este sentido él explicaba que todo tiene que ver con la sostenibilidad, de un modo estructural, donde las estrategias arquitectónicas públicas «deben ir en consonancia con todas las necesidades de los usuarios, desde la disparidad intergeneracional hasta la perspectiva de género».
Ana Anquela
La profesora Ana Anquela, ingeniera doctora en Geodesia, Cartografía y Sistemas de Información Geográfica, fue la siguiente ponente en intervenir en la sesión de la cátedra de Urbanismo y Género. Ella es la investigadora principal en el proyecto ‘Criteria Taronja’, que busca generar una metodología para la identificación de espacios urbanos públicos que permitan diseñar e implementar transformaciones políticas y prácticas necesarias en materia de prevención de violencia de género.
Esta cartografía feminista, desarrollada en Valencia pero también en las ciudades de Dublín, Toluca y San Francisco, permite proporcionar información a los gestores y responsables de urbanismo en la toma de decisiones. Para realizar este mapa se han utilizado datos de criminalidad, urbanismo y tráfico. Agresiones machistas, acoso callejero o sensación de inseguridad en la ciudad, permiten trazar valores para las mediciones de la investigación.
La web del proyecto ‘Criteria Naranja’ permite, a las mujeres, reportar su día a día: si vive inseguridad en el recorrido de su casa a la universidad, de su casa a otras actividades o cuando salen de fiesta. Quien participe puede explicar por qué se ha sentido inseguridad y qué coste ha tenido esa experiencia (tener que rodear el sitio, no ir nunca más a ese lugar…). Todo ello servirá para entrenar al algoritmo de la aplicación que buscará este tipo de situaciones, analizando también las redes sociales, y alimentando así el mapa.
Anquela ha explicado que el mapa no se puede consultar de manera pública, “no queremos generar falsas alarmas, ya que inseguridad y sensación de inseguridad no son lo mismo. La idea es que sirva a los responsables políticos”.
Emilio Argente
Arquitecto y actual Subdirector General de Urbanismo y Territorio de la GVA, Emilio Argente fue el último invitado a hablar sobre Urbanismo y Género en la sesión de ‘Anem per feina’ (CUG). Centrándose en el derecho urbanístico, Argente explicó que uno de los objetivos principales del departamento en el que trabaja es promover la introducción de medidas destinadas a hacer efectivo el principio de igualdad entre las personas y la perspectiva de género en el urbanismo, «en aras de lograr una ciudad inclusiva».
Representando a la Administración Pública, Argente incidió en que antes de construir las viviendas «hay que planificar y, para ello, hay que acudir a la ley urbanística». El arquitecto hizo un repaso exhaustivo de la legislación urbanística, deteniéndose en la parte de la sostenibilidad. La primera ley como tal, en 2004, se refería a la accesibilidad, a la sostenibilidad y a la calidad de vida de los ciudadanos, dentro del concepto de la ciudad-compacta. En 2006, explicó Emilio Argente, se introdujeron los primeros indicios de perspectiva de género en la legislación, un aspecto que ha explicado, «es fundamental en nuestro departamento».
Para Argente es importante la participación pública, a todos los tipos de escala, y se detuvo en «el urbanismo de las personas«, aspecto que hay que tener en cuenta en las diferentes actuaciones. «Si sabemos lo que necesita la gente, el urbanismo será mejor». Argente explicó la necesidad de la guía de aplicación de perspectiva de género, redactada por Eva Álvarez y Carlos Gómez y editada por la GVA, y destacó la importancia de su aplicación por parte de las personas que se ocupan del urbanismo inclusivo y la perspectiva de género. Las viviendas turísticas, el transporte motorizado, la movilidad infantil o la seguridad en los espacios públicos fueron algunos de los aspectos que revisó el arquitecto en su intervención.
La arquitecta y profesora Eva Álvarez, al frente de CUG, cerró el encuentro entre expertas aludiendo a la Ley de Calidad Arquitectónica. «Hoy se ha trabajado mucho eso, porque cuando la gente pregunta ¿y cómo se mide la calidad arquitectónica?, la respuesta es: aplique la perspectiva de género y tendrá una arquitectura de calidad, apueste por una construcción sostenible y tendrá una arquitectura de calidad, aplique una escucha activa a los futuros residentes y tendrá una arquitectura de calidad. Estamos hablando estrictamente de calidad arquitectónica y de, por tanto, calidad urbana».
«Todos queremos calidad arquitectónica y estamos emocionadas de que la Administración esté enfocada en este tema; también que la Universitat Politécnica de València esté investigando cómo hablar de calidad urbana en las calles; por supuesto, Mireya Reguart me ha emocionado con esos 70 edificios recuperados energéticamente para las familias; también todo el proceso urbano en la creación de la biblioteca de Madrid que ha explicado Díaz Camacho, o la intervención de Jerònia Cubells, que viene a constatar que todas queremos que la ciudad sea un lugar mejor para todas las personas», ha concluido Eva Álvarez, recordando que el propósito de la cátedra de Urbanismo y Género (CUG) es ser un punto de encuentro para difundir conocimientos, experiencias y establecer afinidades entre personas e instituciones.