Pluto, la isla creativa en medio de la huerta

16 marzo 2025

por | 16 marzo 2025

Entre la Ciudad de las Artes de Valencia y las pilas de contenedores del puerto de Pinedo, la huerta de La Punta sobrevive a duras penas a los macroproyectos que la rodean. Como en aquel reducto galo, varias decenas de creadores defienden la cultura local desde hace ya un tiempo en Pluto, un espacio de trabajo colaborativo con talleres que es una isla creativa en mitad de la huerta valenciana, a quince minutos en bicicleta desde el centro de la ciudad. Como dicen sus impulsores, «Valencia no sabía que un espacio como este podía surgir en su tierra, pero si algo tan grande como un planeta puede dejar de serlo, eso quiere decir que cualquier cosa es posible».

El 5 de abril cumplirán cinco años gestionando Pluto Rita Delgado, José Martí y Carlos Sáez (este último, célebre por ser el artista que diseñara el casco que lucía la cantante Rosalía en la gira ‘Motomami’), quienes, en lo que era un antiguo y contaminante desguace de coches, han levantado un gran ecosistema creativo donde celebrarán su cumpleaños. «Hemos preparado un aniversario que tendrá talleres de música y diseño audiovisual gratuitos por la mañana, una paella en nuestra huerta cortesía de la casa, café al solecito y conciertos y dj’s por la tarde hasta que llegue la madrugada», explican.

Pluto es un parque creativo diseñado para la experimentación en la producción de arte, diseño, pintura, escultura, instalaciones, música electrónica, performance y new media. Pero no solo acoge a creativas residentes en Valencia, también se erige como un foro para quienes buscan promover una ciudadanía más activa. Uno de los ejes vertebrales de Pluto es la Beca Espacial, una iniciativa con la que potencian el trabajo de artistas emergentes, ofreciéndoles recursos y apoyo para impulsar sus carreras y brindarles un espacio donde desarrollar su obra.

El espacio de creación en Pluto se sitúa en los lugares de trabajo construidos a través de un sistema de separación modular, que permite que estos puedan modificarse y adaptarse a las necesidades de los residentes y sus procesos creativos, todo ello dentro de un espacio diáfano de 1800 metros cuadrados.

En lo constructivo mandan el adobe, la rafia y la madera de pino. Con estos materiales se han generado seis espacios alternativos de trabajo que permiten a jóvenes artistas de Valencia disponer de un taller digno en un entorno agrícola y participar en el tejido de cultura subalterna de la urbe. El arquitecto detrás de todo esto es Adrià Garrido Verdú quien, junto a Pluto, interpretó la estructura existente de la nave como una segunda piel para los talleres.

«Dentro de esta nave debíamos crear un espacio único, una fortaleza para el arte. Y qué mejor protección en un entorno hostil que unas trincheras. Las trincheras de sacos de arena sirven en los conflictos para proteger a los atacantes de cada bando. La creación y su arte deben blindarse en una sociedad cada vez más hostil, mercantil y deshumanizada que impide los lugares de creación en sus ciudades. Por ello, se decidió usar el método del superadobe, un método vernáculo de construcción que consiste en el relleno de tierra en sacos de rafia en contínua superposición», explica el arquitecto.

Esta técnica se utiliza para delimitar los talleres y, una vez dentro, una estructura ligera de madera de pino «permite a cada artesano hacer suyo el espacio, cubriéndolo, descubriéndolo, significándolo». Se produce así un contraste de límites entre un contorno tectónico como los sacos de superadobe y un interior mucho más liviano, ligero y libre.

El proyecto se ideó desde el principio como algo muy local, con materiales del entorno, gente del entorno y arquitectos del entorno. Dada su posición ‘contracultural’ respecto a la ciudad de Valencia, no podía ser de otra forma.

«La tierra, la protagonista de esta aventura, proviene del exceso tras trabajar las huertas colindantes a Pluto. La madera procede del almacén de madera de barrio, justo enfrente del local. El carpintero es uno de los artesanos que trabaja en uno de los talleres. Los operarios fueron Yuri, un refugiado ruso a quien Pluto le ha cedido un espacio, y Carlo Frio, un músico valenciano que se dedica a la construcción a falta de vivir de la música. El arquitecto, yo, que vivo a escasos cinco minutos en bici», apunta Adrià Garrido. 

Este microcosmos humano ha producido un proyecto con una huella de carbono mínima, que apoya a gente en riesgo de exclusión social, usa tierra y agua mezclada y comprimida a mano y, todo ello, sin residuos, ya que la tierra sobrante ha sido devuelta a la huerta.

El superadobe es una técnica de construcción utilizada en zonas de difícil acceso o tras un desastre natural, ya que normalmente proviene de los recursos de tierra de los mismos lugares donde se va a intervenir. «En este caso nos encontrábamos con un excedente de tierra fértil tras haber trabajado la huerta de Pluto, diez toneladas exactamente. A partir de ahí surge la idea de implementar el superadobe en el proyecto por ser una opción económica, sin coste material y que, además, nos solucionaba los excesos de tierra».

«La duración de vida de los talleres es indeterminada por lo que esta solución circula en paralelo con el futuro del proyecto: en el momento que se acabé su uso, toda la tierra utilizada será devuelta a los propios campos de cultivo de l’Horta Sud, ya que no se ha usado ningún aditivo cementoso, y esta seguirá siendo fértil. Con ello conseguimos cerrar el ciclo material de la tierra», concluye el arquitecto.

Fotografía: Milena Villalba.

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