Desde 2008 no ganamos para sustos. Lo raro, podemos pensar a veces, es que sigamos vivos. Muchas —demasiadas— personas se han quedado en el camino. Han sido los años, desde entonces, del sálvese quien pueda. Una década y media de pura zozobra entre la gran crisis económica, la pandemia y, ahora, una (nueva) amenaza de guerra.
Dignidad del pensamiento
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