Ser testigo privilegiado, cámara en mano, de una institución democrática como la conselleria de Cultura de la Generalitat Valenciana, que daba sus primeros pasos en los años 80, dejó el archivo del fotógrafo Andrés Castillo nutrido de un arsenal de imágenes que fueron el reflejo de la ebullición del momento. Ahora, décadas después, ha recopilado un buen puñado de aquellas instantáneas en una publicación editada con esmero por la Institució Alfons El Magnànim.

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