Si las librerías son, casi por definición, refugios, la de Almudena Amador sería uno de esos grandes y muy seguros. La librería Ramón Llull nació hace veinte años en la calle de la que cogió el nombre y se especializó en manuales universitarios. Poco a poco, además de los compradores de libros de resistencia de materiales y de cálculo de estructuras, fueron asomándose por allí voces como la de Rafael Chirbes, Almudena Grandes o Paco Brines. Su clientela se amplió al ritmo de sus presentaciones literarias y la librería tomó los visos de la consolidada trinchera que es hoy.

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