La Biblioteca Histórica de la Universitat de València, el secreto mejor guardado de quien la conoce, exhibe una muestra que conmemora los 550 años de la llegada de la imprenta a Valencia, un hito en la historia y la cultura que abrió paso al invento en España como industria editorial. El recorrido expositivo se articula en torno a la sala Duc de Calàbria de la Biblioteca Històrica y a la sala de Bigues, ubicadas en el edificio de La Nau, que este año celebra sus 525 años. Ambas salas merecen una visita, son espacios espectaculares. También lo son los libros incunables que se muestran, todos ellos impresos entre el nacimiento de la imprenta y el año 1500.
El invento de la imprenta tuvo lugar a mediados del siglo XV, cuando Johannes Gutenberg imprimía en su taller tipográfico de Maguncia la Biblia de 42 líneas. A partir de aquel momento, Europa fue testigo de la gran revolución cultural que supuso esta nueva tecnología basada en la prensa de tipos móviles y que, en apenas veinte años, se difundía por Europa y llegaba a la ciudad del Turia.
Por entonces, Valencia era la ciudad más habitada de la Península y un importante centro económico y financiero con un puerto muy activo que la conectaba con las principales rutas comerciales. La prosperidad económica de la ciudad se traducía en un esplendor artístico y literario, como así lo testimonian el edificio de la Lonja y el palacio de la Generalitat, entre otras grandes construcciones, y la pléyade de escritores (Ausiàs Marc, Joanot Martorell, Jaume Roig, Isabel de Villena, Joan Roís de Corella…) que hacen del Cuatrocientos el Siglo de Oro de las letras valencianas.
En Valencia coincidían también los cuatro elementos que hicieron posible la introducción de la imprenta. En primer lugar, el mercader alemán Jacob Vizlant, representante de la Gran Compañía Mercantil de Ravensburg, que tuvo la idea de ampliar la oferta de mercaderías de su sociedad con un nuevo producto, el libro impreso. En segundo lugar, el tipógrafo Lambert Palmart, que Vizlant hizo ir a Valencia para imprimir los libros que fueran de interés. En tercer lugar, el dinamismo cultural de la capital valenciana y la existencia de un amplio público lector, capaz de adquirir y leer los libros que se imprimirían. Por último, la celebración en el mes de marzo del año 1474 de un certamen poético en alabanza a la Virgen María, convocado por el virrey Lluís Despuig y organizado por el poeta Bernat Fenollar, que consiguió reunir a cuarenta autores de diferentes estamentos sociales, dando lugar a una ocasión perfecta para que fuera este el primer libro que se imprimiría en Valencia.
A partir de este momento, Valencia ya disponía de prensas y de tipógrafos, así como de las herramientas para hacer libros y, en pocos años, ya estaba en condiciones de exportarlos. Se creaba así una nueva red de profesiones y actividades alrededor del libro impreso que iba desde los editores-libreros y los impresores hasta el público de lectores y lectoras que influyeron para que el nuevo libro impreso imitara a los manuscritos.
La exposición muestra por primera vez una selección de joyas incunables, en su mayoría obras raras o únicas conocidas, que forman parte del tesoro bibliográfico custodiado por la Biblioteca Històrica de la Universitat de València. Entre los incunables valencianos expuestos se encuentran títulos como ‘Lo primer llibre del Crestià’ (Lambert Palmart, 1483); ‘Tirant lo Blanc’, de Joanot Martorell (Nicolás Spindeler, 1490) o ‘Lo quart del Cartoixà’, por Joan Roís de Corella (Lope de la Roca, 1495; Pedro Hagenbach i Leonardo Hutz, 1495), entre otros, además de ‘Obres e trobes en lahors de la Verge Maria’ (1474), el primer libro impreso en la Corona de Aragón y el primero de carácter literario de la Península, que da título a la muestra.
En la sala de Bigues, por su parte, se recorre la historia de la imprenta, a través de audiovisuales y de la exposición de utensilios tipográficos, y se realiza una incursión en el trabajo propio de un taller de imprenta.
‘Trobes: 550 años de la imprenta en Valencia’ muestra este proceso a través de un itinerario expositivo, comisariado por Antoni Furió, Rosa M. Gregori Roig y Pau Viciano, que puede verse en el Centre Cultural La Nau, de Valencia, hasta al 8 de septiembre.