Javier Coves es un paisajista y diseñador de jardines formado en la British Academy of Garden Design de Londres, aunque desarrolla su trabajo en Valencia. Nacido en Linares, muy cerca de la Sierra de Cazorla, creció rodeado de parajes naturales conocidos por su belleza y la variedad de plantas endémicas, fundamentales en su conexión profunda con la tierra.
Coves, espíritu emprendedor, ha vivido en Inglaterra, Irlanda, Polonia y Portugal. «Durante esos años, trabajé y gestioné una agencia de diseño y marketing que fundé, y que dejé en 2019. La pandemia cambió significativamente mi perspectiva de la vida por muchas razones, y decidí que era hora de perseguir aquello que siempre me había apasionado: las plantas y la naturaleza. Cada país en el que viví y viajé dejó una huella. En cada uno de ellos encontré refugio en los jardines, y, sin saberlo, fui desarrollando mi vocación de paisajista. Con cada visita, sentía cómo mi amor por la naturaleza crecía, alimentado por los colores, aromas y texturas que me rodeaban. Este viaje no solo moldeó mi carrera, sino también mi vision de la vida, llevándome a reencontrarme con mis raíces».
El dato sobre tus estudios en Londres es relevante porque tu particularidad como paisajista reside en el hecho de que trasladas el concepto de jardín naturalista inglés al contexto mediterráneo.
Los jardines ingleses son jardines salvajes a conciencia pero ordenados, por así decirlo, caracterizados por una abundancia de plantas, colores exhuberantes y una estética que agrada mucho y que puede parecer inalcanzable en nuestro clima debido a la naturaleza de nuestras plantas locales. Sin embargo, esto no es del todo cierto. El Mediterráneo alberga una amplia variedad de especies que pueden conferir a los jardines un efecto estético y naturalista. Lo mejor de todo es que estas plantas resisten periodos de sequía y altas temperaturas y necesitan muy poco mantenimiento.
Desde hace tiempo, sigo un movimiento inspirado en la restauración de ecosistemas y comunidades de plantas, del cual surge el paisajismo naturalista. A este estilo le añado un toque mediterráneo usando plantas autóctonas o adaptadas a nuestro clima. Este enfoque consiste en crear jardines que se asemejan a la naturaleza, como si hubieran surgido de manera espontánea y no como resultado de la intervención humana. Se logra mediante una alta densidad de plantas con distintas características que nos dan forma, color y movimiento y un diseño en el que predominan los senderos, las zonas de esparcimiento y el uso de materiales naturales que complementan las plantas. Quiero destacar también la carga emocional y sanadora de los jardines naturalistas ya que tienen efecto terapéutico y ayudan a la salud mental.
En Inglaterra, por ejemplo, la jardinería está profundamente arraigada en la cultura y no es fácil cuidar un jardín en Inglaterra u Holanda ya que sus plantas enfrentan heladas, cambios bruscos de temperatura y numerosos problemas de plagas, lo que requiere un cuidado constante de los jardines durante todo el año, pero la gente lo disfruta. Nosotros, en cambio, tenemos la ventaja de que nuestras plantas no necesitan tanto mantenimiento si se seleccionan adecuadamente y la belleza de las plantas mediterráneas es inigualable. Sin embargo, lamentablemente, la cultura de la jardinería aquí se reduce principalmente a cortar el césped y tener palmeras.
Conocimos tu trabajo tras ver el jardín trasero que diseñaste en Mercader. ¿Cómo convences a un arquitecto de que es necesario el trabajo de un paisajista? ¿Siempre lo es?
La arquitectura y el paisajismo son disciplinas que funcionan mejor juntas, especialmente en la arquitectura moderna donde la sostenibilidad y la eficiencia son cruciales. No tiene sentido construir una casa eficiente sin un paisajismo que también sea sostenible. Un buen diseño paisajístico puede mejorar la eficiencia energética del edificio, proporcionando sombra natural, mejor manejo del agua y mejor calidad del aire. Integrar arquitectura y paisajismo maximiza la eficiencia y promueve un enfoque holístico hacia el desarrollo sostenible, creando espacios más habitables y respetuosos con el medio ambiente.
¿Cómo es esa colaboración?
La colaboración entre paisajistas y arquitectos es un proceso integral que busca armonizar el diseño del entorno construido con el natural. Esta sinergia es esencial para mimetizar también el entorno con el diseño arquitectónico. Desde mi experiencia, este proceso es muy colaborativo donde ambas partes se nutren y complementan. Esta cooperación continúa a lo largo de la construcción, donde ambas partes supervisan la implementación para asegurar que el diseño se ejecute según lo planeado.
El resultado es un proyecto que no solo cumple con los objetivos estéticos y funcionales, sino que también promueve la sostenibilidad y la eficiencia energética. La colaboración entre paisajistas y arquitectos es, sin duda, un componente vital para el éxito de cualquier proyecto moderno.
Entiendo que en la actualidad no tiene mucho sentido un jardín que no sea sostenible y que no vaya acorde a las condiciones climáticas de cada lugar … ¿Quedó atrás lo de poner césped donde no hay agua en abundancia para regarlo?
Desgraciadamente, no. Se sigue promoviendo el césped como solución para jardines y, lo que es peor, el césped artificial, cuyas hebras acaban por todas partes y contaminan a su paso. Esto está arraigado en la cultura general; parece que la gente le tiene miedo a las plantas porque piensan que llevan «mucho trabajo».
Los jardines que diseño, donde el naturalismo mediterráneo es la vía central, usan especies mediterráneas que mezclan arbustivas, vivaces, árboles y gramíneas. Algunas de estas especies solamente hay que tocarlas una o dos veces al año y el resto casi nunca. El diseño paisajístico es esencial para usar una paleta de especies autóctonas o adaptadas a nuestro clima, que aguanten periodos de sequía y calor.
Como paisajista viajado, ¿qué opinión te merecen los jardines de la ciudad de Valencia?
Valencia es una ciudad muy rica en vegetación y cada vez se ve más el efecto de Ciudad Verde 2024. Es cierto también que hay muchos parques y zonas comunes abandonadas que, con un toque de plantas mediterráneas y un diseño más naturalista, podrían tener mucho más uso y aportar más a la biodiversidad. Lo que sí debemos seguir promoviendo es la transición sostenible de jardines privados, donde todavía predominan el césped natural y artificial, así como especies que requieren mucho mantenimiento.
¿Qué harías con La Alameda, por ejemplo, si te dejaran?
Definitivamente, seguiría mi enfoque habitual de renaturalizar el espacio y llenarlo de plantas que atraigan biodiversidad. La Alameda tiene una historia fascinante, pero su vegetación actual es monótona, dominada por césped y árboles monumentales. Respetando siempre la arboleda existente y las especies que puedan integrarse, implementaría una plantación mediterránea naturalista con especies arquitectónicas y vivaces, aportando color y movimiento para revitalizar el parque con mayor vida y dinamismo.
Es crucial cambiar el paradigma de que las plantas requieren mucho mantenimiento. Incluso podríamos formar grupos de voluntarios, como se hace en otros países, para cuidar los jardines públicos. Esto no solo integraría a la comunidad en el respeto a la naturaleza, sino que también promovería valores de sostenibilidad y conciencia ambiental.
¿Cuáles son tus referentes en paisajismo?
En España no somos tantos los paisajistas tan volcados con este tipo de jardines y que promovemos la sostenibilidad como en otros países. Lo que sí que hay son muchísimas empresas de jardinería que todavía están enfocadas en jardines tradicionales y que promueven otros valores contrarios a la sostenibilidad. En España sigo mucho el trabajo de compañeros como Fernando Martos e, internacionalmente, el de Fernanda Rionda, de México, Ximena Nazal, de Chile, o Tim Pilgrim, de Australia.
La satisfacción de tu trabajo es …
Disfruto cada proyecto con gran intensidad, buscando siempre plasmar mi estilo y visión junto con la del cliente. Me encanta visitar mis jardines y observar cómo cambian, ya que muchas veces diseñas algo, pero la naturaleza sigue su propio curso y siempre sorprende. Ver la transformación desde el diseño en papel hasta el jardín en sí es fascinante.
Lo que más disfruto es observar ese proceso de crecimiento a lo largo del tiempo y cómo las personas que habitan el jardín crecen con él. El jardín nos invita a detenernos, a contemplar y a estar presentes en el momento, algo que a menudo se pierde en el bullicio de la vida moderna.