«Tras unos años en la ciudad, Empar vuelve a vivir en L’Horta Nord», así empieza la arquitecta Maria Aucejo a contar cómo ha sido su último trabajo realizado en València. «Como era una casa estrecha y alargada, propusimos a la propietaria una intervención con una cocina triangular que permita mantener conversaciones a tres bandas, incluido el vecino de enfrente», explica. Aucejo, autora de publicaciones como Late to the party. Platillos, pirámides y búnkers o AP7 Roadtrip, desarrolla proyectos arquitectónicos habitualmente en Barcelona y en Valencia.
Los restos de la casa rehabilitada se han dejado como ornamentos puntuales que dialogan con los lenguajes y materiales contemporáneos, «como una acumulación de capas que conforman la memoria del hogar».
Los colores del mobiliario y paredes se recuperan del alicatado típico de la zona de Alboraia, «el mármol macael que encontramos en el antiguo lavadero se amplía a todas las superficies posibles y se descubren las texturas de la estructura de hormigón y bovedillas». La carpintería y el metal de la vivienda llevan el sello del taller de Lebrel.
«En este proyecto hemos generado visuales y recorridos en diagonal que desmontan la visión tubular y hacen de la casa un espacio fluido y estimulante», concluye la arquitecta.