Hay un lugar en Godella (Valencia) que no es un secreto a voces pero casi. Admirado por la gente que tiene algún tipo de vinculación con el diseño, la arquitectura o el arte, Espai Alfaro es un sitio poco conocido entre el gran público, donde la visita a sus instalaciones ha funcionado todos estos años a base del boca oreja.
Para el no iniciado, nada hace sospechar que en medio de un polígono rodeado de otras naves se encuentra este espacio de creación, y tradición, artística que alberga tanto y tan bueno: el legado del escultor Andreu Alfaro, la colección de diseño industrial de Andrés Alfaro Hofmann, el estudio del arquitecto Fran Silvestre, una sala de exposiciones temporales, una extensa biblioteca sobre diseño y un espacio para la docencia de un Máster en Arquitectura y Diseño. Todo eso ubicado en lo que fue, en sus inicios, el taller del escultor Alfaro, proyectado por el arquitecto Emilio Giménez, autor del IVAM, entre otros edificios.
Nos citamos un viernes por la tarde con el diseñador y coleccionista Andrés Alfaro Hofmann, hijo de Andreu Alfaro y nieto, por cierto, de uno de los mayores fabricantes de álbumes fotográficos.
Suspendidas las visitas a la colección de objetos por culpa de la pandemia, Alfaro nos hace un repaso por las piezas que más le gustan de su extensa colección de electrodomésticos, más de cinco mil, que expone en una sala habilitada para ello desde 2002. Los objetos de deseo de la Colección Alfaro Hofmann.
El año que viene hará veinte de aquello, y coincidiendo con la Capitalidad del Diseño para València, Alfaro Hofmann quiere impulsar la visibilidad de este lugar, replantearse cómo mostrarla y celebrar, de paso, su vigésimo aniversario siendo una de las mejores colecciones privadas de objetos domésticos en Europa.
«La pandemia ha servido para replantearnos cómo exponer las piezas, estamos dándole vueltas a cambiar la forma de presentarlas, el discurso expositivo. Como sabes, aquí esta todo por tipologías y, ahora, estamos pensando organizarlo todo contextualizado, ya no solo el electrodoméstico sino también alguna pieza de mobiliario, y mostrarlo por décadas».
La colección se muestra, actualmente, dividida en varias secciones: electrodomésticos relacionados con los alimentos (neveras, tostadoras, batidoras…), clima (ventiladores, estufas), aseo personal (afeitadoras, secadores de pelo) y, por último, entretenimiento (radios, televisiones …).
«Creemos que esta exposición ya ha hecho su papel estos años, ha cumplido su función más didáctica, y ahora podemos darle una vuelta, meterle un poco de tecnología en la presentación y mostrar la evolución de esas piezas de uso cotidiano en el tiempo … es muy importante, en esta colección, el propio diseño del objeto y la influencia de las artes plásticas en él. Si lo acotamos por décadas parece que es más fácil comprenderlo, aunque se siga priorizando la forma del objeto».
Lo que la gente sí reconoce
«Yo, que he sido muy entusiasta de los museos, sobre todo de muebles, me ha pasado una cosa, y es que nunca me sentía identificado: cuando ves una exposición de muebles del siglo XX nunca responde a lo que la gente ha usado, ha tenido o reconoce. Por ejemplo: los muebles de tubo de los años 20, eso lo tenían cuatro arquitectos en su casa, no nos equivoquemos».
«Es igual que en los años 80, con los muebles de Memphis, que aportaron mucho al diseño, introdujeron el color, el lacado y la poesía, dieron una vuelta más de tuerca y crearon un nuevo lenguaje, sí, pero la gente no se identifica con ellos. Fueron unos muebles muy rupturistas pero no era lo que realmente se vendía. Con el electrodoméstico esto no sucede. Cuando uno estudia la Historia del Diseño se da cuenta de que tanto el electrodoméstico como el automóvil son los que hacen darse cuenta, a la gente, de la necesidad del diseño», explica Alfaro.
En la colección de Alfaro confluye el binomio arte y máquina. «He hecho una colección de electrodomésticos del siglo XX que es donde la gente reconoce el valor del diseño. Los primeros estudios profesionales de esto surgen después de la crisis del 29, cuando hay un excedente de profesionales que proviene del mundo de la publicidad, de la ilustración, de la escenografía … que se dan cuenta de que, en un mercado como el americano, con cerca de 200 millones de habitantes en Estados Unidos, tenían que hacer productos que se diferenciaran de la competencia para así vender más. Había que realizar un buen trabajo de envoltorio para introducir los electrodomésticos en los hogares».
La implacable publicidad
«Se pasa, entonces, de tener artefactos pensados por ingenieros a tenerlos pensados por diseñadores, que deben considerar aspectos como la estética y la comodidad, además de la robustez y el puro funcionamiento, para facilitar el uso a ese público femenino al que iba dirigido: porque los electrodomésticos iban destinados a la mujer, claramente. Los automóviles y aquello que tuviera algo de tecnología (radios, televisores), a los hombres; pero los electrodomésticos, a las mujeres».
Desde la implacable publicidad del momento, con esos anuncios de AEG de una mujer pasando la aspiradora con un aspecto muy chic y con un cigarro en la mano, hasta el propio nombre de los artefactos, todo iba encaminado a que ella fuera la destinataria de los inventos. Pasa la aspiradora y serás moderna. Claro que sí.
Viajes por Europa en los veranos
La colección está completamente viva, hay piezas hasta de 2010-2015 aunque, el grueso de la colección, Andrés Alfaro lo inicia a finales de los años 70, «empecé muy jovencito con esta broma, cuando nadie hacía esto. Viajaba durante los veranos mucho por Europa e iba a mercados de todo tipo, buscando piezas». La suya es una colección de mucho esfuerzo y mucho viaje, analógica completamente.
Sobre todo es una colección que cuenta cosas, no que las acumula de forma previsible. «Todo lo que veis aquí son objetos que estuvieron en el mercado, algunos con mayor éxito que otros pero, absolutamente todos, fueron objetos cotidianos. Y el 90% de las piezas aún funciona, que esa es otra rareza». Él mismo ha restaurado muchos de los artefactos que se exponen. Estos son sus favoritos: los objetos de deseo de Alfaro Hofmann.
La tetera eléctrica de Peter Behrens
Este hervidor de agua, que en Centro Europa es un objeto muy usado y muy valorado, fue uno de los primeros electrificados. «Es uno de mis preferidos porque reúne los elementos que me hicieron comprender cómo los aparatos domésticos generan un discurso muy claro del significado del diseño», explica Alfaro Hofmann.
Esta pieza, introducida en el ámbito del hogar, ya tiene ese aspecto más amable: antes de ser eléctrico, el agua se calentaba en un cazo tosco y después se vertía en una jarra de cerámica. Este hervidor eléctrico es la pieza que ya sale al salón, con su aspecto cuidado y su utilidad máxima en sí misma. Además, su diseñador, Peter Behrens, creo 52 modelos diferentes de este artefacto con una inversión mínima y diferentes geometrías y acabados. Era la primera vez que se podía personalizar un objeto así. Estamos en 1910.
«Peter Behrens es, para mi, el arquitecto total del siglo XX, padre de la arquitectura moderna, por su estudio pasaron todos los grandes: Le Corbusier, Mies, Gropius … Él no estudio arquitectura, venía de una escuela de Bellas Artes y llegó a dirigir una colonia de artistas a los que puso a diseñar muebles y objetos. Emil Rathenau, presidente y fundador de la Sociedad General de Electricidad (AEG), contactó con él y le encargó el diseño de toda la imagen gráfica de su empresa, además de una fábrica de turbinas, una colonia de viviendas para los empleados …. Behrens estuvo vinculado profesionalmente siete u ocho años a AEG como director de arte. Era la primera vez que un empresario buscaba a alguien externo para encargarle todos esos trabajos».
Nacía así el diseño industrial, como tal, en la colaboración entre el creador y la empresa. Behrens, por cierto, acuñó la frase «Menos es más«, atribuida erróneamente a Mies Van der Rohe, quien fue su ayudante.
La tostadora de General Electric
El primer tostador que sale al mercado es de la General Electric, de 1909. Desde ese momento hasta que el artefacto tostara por las dos caras, llegaron a pasar 30 años. «¿Por qué tanto? tiene su explicación, cuando aparece este tostador los contratos de electricidad de las casas eran de 400 vatios, y ya solo este cacharro tragaba 200 vatios. ¡Tienes que apagar todas las luces¡ Pasan los años, los contratos cambian y las tostadoras de doble cara se diseñan por fin. Todo un reflejo de cómo era la vida en las casas».
«Igual que los electrodomésticos, que al principio no se compraban, se alquilaban determinados días al mes, siempre hablando de casas burguesas, claro. Estamos en 1915. El servicio doméstico de las casas de gente de dinero recibía clases para aprender a usar los electrodomésticos sin morir en el intento. Los cortocircuitos eran frecuentes», explica Alfaro.
Aspirador Vampyr
«Cuando aparecen las aspiradoras, hay de dos tipos, de escoba o de trineo. Hasta que alguien, en 1927, une las dos funciones en una y crea la pieza que cumple ambas. También es muy curiosa la AEG Vampyr, que ya solo el nombre tiene su miga. En AEG fueron los primeros que buscaron a un personaje del mundo del espectáculo para hacer publicidad de sus productos. En la década de los 20 es cuando surge el tiempo libre, la gente empieza a ir al cine, al teatro … AEG coge esas caras populares, ‘los influencers’ de entonces, para anunciar sus productos (como la actriz Edmond Guy pasando la aspiradora de la que hablábamos un poco más arriba). Otras veces, la forma del electrodoméstico estaba inspirada en hitos del momento, como por ejemplo, el zepelín».
La lavadora con ruedas
«Lavar con este electrodoméstico era, al principio, un acto puntual, la lavadora tenía ruedas para poder esconderla en un cuartito hasta volver a usarla. Con el modelo siguiente la lavadora entra en la cocina: el diseño cambia y el electrodoméstico se introduce en la vida diaria; se guarda bajo la encimera de la cocina hasta el momento de su uso. Hay lavadoras de los 50, de los 60 … Hasta que llega un momento que el artilugio se estandariza, ya hay un diálogo con los fabricantes de muebles y todo se coordina. En esta exposición por tipología podemos ver bien cómo evoluciona el producto, como cambian los materiales, los acabados …».
Radios y teles
«En lo relativo al entretenimiento en la casa, la marca Brionvega siempre me ha interesado. Nace en Italia, que en los años tras Mussolini es un país que se encuentra con muchos profesionales que manejan muy bien el producto y se adentran en terrenos no explorados por ellos antes (ocio etc). Consiguen hacer objetos con unas carcasas muy llamativas, equipos de alta fidelidad a los que les ponen ruedas y meten en cajas de madera, y así el HiFi lo pueden mover de una habitación a otra. Focalizaron sus esfuerzos en el mundo de la moda y el diseño, el made in Italy de los 60 fue un éxito».
«La radio fue un objeto muy atractivo para los diseñadores. Art decó, formas orgánicas … todo se reflejaba en estas creaciones. La implicación de la política en el diseño también se ve claramente en «los receptores del pueblo» (como los coches Wolskwagen pero en radio) alemanes: Goebbels obligó a hacer determinados modelos de radios, con el precio tasado, para que en todas las casas alemanas pudiera haber una radio y así llegara bien el mensaje de Hitler. Todas las marcas compartían carcasa y el precio marcado. Y cruz gamada. Solo sintonizaban emisoras locales, claro. Bromas, las justas».
La biblioteca
Otro de los atractivos espacios de este lugar es la biblioteca. Actualmente se encuentra en la fase de informatización de todos los documentos relacionados con la colección, ya que todo el archivo está en papel. Además de una muy nutrida biblioteca de diseño industrial, también hay importantes fondos de arquitectura, diseño de producto, colecciones de revistas especializadas, periódicos y más de 50.000 anuncios publicitarios.
El legado de Andreu Alfaro
Salimos de la biblioteca en dirección a las esculturas más imaginativas y arriesgadas, las del escultor Andreu Alfaro, Premio Nacional en 1981.
De forma provisional, el legado de Alfaro, formado por 48 piezas, se expone en su antiguo taller ahora acondicionado para mostrar la obra escultórica, en un conjunto unitario imposible de disgregar, de este artista valenciano sobresaliente.
Al final de la nave hay una sala de exposiciones, un espacio neutro donde las esculturas lucen sin interferencias y es posible apreciar los matices de la luz incidiendo en ellas.
En un lateral de la explanada del Espai Alfaro, antes de salir del recinto, Andrés nos enseña una casa prototipada, uno de los últimos trabajos que ha hecho con el arquitecto Fran Silvestre: un pabellón de invitados que se ha levantado en apenas tres meses. El reto es hacer casas industrializadas sin perder la esencia ni el estilo Silvestre/Alfaro Hofmann.
Pero esa, aunque también es bonita, es otra historia.