La siesta en Benidorm de Blanca Viñas y Patricia Bolinches

24 junio 2021

por | 24 junio 2021

Después de una buena barbacoa viene una gran siesta. Y así, «Siesta», es como han llamado Blanca Viñas y Patricia Bolinches a su aventura fotográfica analógica sobre la arquitectura de Benidorm: otra manera de ver esta ciudad abrumadora a través de 11+11 imágenes. Las suyas son fotografías analógicas de doble exposición donde se encuentran el azar y la sorpresa para convertir Benidorm en un lugar onírico.

 

¿Cómo es vuestro Benidorm?

«No habíamos estado nunca, solo pasado por la autovía y, claro, esa burrada de skyline ya daba para imaginarse lo que se cocería dentro. La verdad es que no sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar. Nos imaginábamos un Benidorm setentero venido a más, y de poco nos hemos ido. Es un paraíso para todo aquel que le guste observar», explica Patricia Bolinches.

«Las dos teníamos una idea algo distorsionada de Benidorm, creo que nos la imaginábamos más pasada de vueltas, con edificios mucho más modernos, al menos yo, no sé porqué, tenía esa sensación. La verdad es que las dimensiones de los edificios impactan pero la arquitectura, en la mayoría de casos con un componente decadente, le da un especie de aire nostálgico que creo que es lo que nos llamó la atención», apunta Blanca Viñas.

 

¿La vuestra es una “ciudad de vacaciones” más futurista y más onírica que la real?

«Más bien solo la primera parte. Ciudad de vacaciones, porque de futurista y onírica no tiene nada, o al menos lo que entendemos nosotras por esos conceptos. Es una ciudad de un tipo de vacaciones muy concretas… mucha gente, mucho hormigón, mucho ritmo por las calles, todo lo contrario a lo que buscamos nosotras para las nuestras», dice Bolinches. «No es una ciudad de vacaciones futurista y onírica pero creo que nos la hemos llevado a este terreno y la hemos convertido en algo un poco de ensueño, un mareo arquitectónico sin billete de retorno. Que nos dejen allí», dice Viñas.

Patricia Bolinches explica que eligieron Benidorm para su «siesta» porque les llamaba mucho la atención ese tipo de vacaciones, «también por conocer todo lo que se dice de ella. A su favor tenemos que decir que agobia más verlo por la autovía que desde dentro. Elegimos Benidorm por curiosidad y porque nos seducía mucho fotografiar sus edificios». Blanca señala que se decantaron por Benidorm porque querían comprobar con su propia mirada si la imagen recibida como espectadoras coincidía con la real, «hemos comprobado que hay matices, que no todo es blanco o negro. También es cierto que no la hemos visitado en pleno agosto, ahí, a lo mejor, nuestra visión queda un poco distorsionada por el hecho de no visitarla en pleno verano».

 

¿La vida transcurre un poco más lenta con la fotografía analógica?

«En analógico —dice Bolinches— la vida va más lenta, la saboreas más. Es todo un ritual. La fotografía analógica sigue teniendo el efecto sorpresa que ya no tiene la digital y, eso, es lo que nos engancha y lo que nos hace seguir disparando». «A mí —dice Blanca Viñas—, lo que me fascina de la foto analógica sigue siendo el componente del azar y la sorpresa. Por muchos carretes que haga nunca sé del todo cierto cuál va a ser el resultado. Cuando se juega a manipular la imagen con dobles exposiciones o filtros esa falta de control se magnifica».

 

 

«El mensaje de este trabajo es descubrir otras realidades, otras maneras de ver», apunta Patricia Bolinches. «Es nuestra particular reflexión de que siempre hay más de lo que se ve a simple vista».

Blanca Viñas explica «creo que también nos lo hemos planteado como un juego, como una vía de escape, observar, interpretar y disparar. A Patricia le gusta tener un concepto, a mí me gusta que la intuición juegue su papel. Entre un posicionamiento y el otro creo que nos complementamos».

 

 

En ese otro Benidorm que ellas retratan, Patricia percibe «un micromundo de gente que quiere estar muy pegada y, ahora más que nunca, que hemos estado obligados a estar con distancia por medio». Blanca, por su parte, ve «una nueva ciudad hecha a nuestra medida como si nos hubieran dado permiso de urbanistas por un día. El permiso ya ha vencido».

Con una dilatada trayectoria en el diseño gráfico y la ilustración editorial, Patricia Bolinches ha desarrollado un universo creativo basado en la conceptualización, la provocación y la metáfora. Le gusta “parar, reflexionar y explorar nuevas direcciones en la expresión artística”, se suele mover entre la fotografía analógica experimental, el collage, el mundo del fanzine, la autoedición y el arte urbano. Su trabajo editorial puede verse en publicaciones como Diario.es, El Salto, Diari Ara, Archiletras, Mongolia. Editoriales como Tusquets, Libros del K.O, Hoja de lata. Y su trabajo de diseño gráfico en La Nau, CCCC, La Beneficencia, IVC.

Blanca Viñas es graduada en ingeniería de la edificación por la Universitat Politècnica de Catalunya. Fruto de su interés por la arquitectura, su obra está muy centrada en entornos urbanos. Ha diseñado portadas de discos (Sr. Chinarro) y ha hecho fotos promocionales para grupos de música. Acaba de publicar su primer libro, “Tratado de fotografía desobediente”.

 

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