Transformar un bajo oscuro del barrio del Carmen en una guarida confortable para utilizarla como apacible taller de ebanistería amateur. Ese fue el reto que aceptaron Merxe Navarro y Carlos Gosende, de Gosende Salvado Studio, cuando les llegó el encargo de un parisino con mucho mundo que buscaba su hueco en el centro histórico de València.
Para el cliente este proyecto era una forma de conectar con la ciudad, tener un lugar en ella donde poder disfrutar de sus aficiones, guardar sus discos y escuchar música. El primer paso fue ayudarle a elegir el espacio, «en la Calle Corona, con tantas capas de historia y un gran potencial, encontramos el sitio perfecto para él. El espacio era oscuro, casi sin ventilación y húmedo. Pero tenía algo», explica Merxe Navarro.
El estudio transformó ese bajo oscuro y sin ventilación en un lugar donde poder desarrollar su gusto por la ebanistería y disfrutar de sus vinilos en plena Ciutat Vella. Ellos se ocuparon de todo, desde gestionar la licencia en el edificio protegido hasta diseñar el mobiliario, hecho a medida, para que se pudiese aprovechar al máximo la superficie disponible.
Lo primero que hicieron fue retirar las capas que ensuciaban el ambiente y establecer un punto de partida sano: aislar el suelo, limpiar paredes, eliminar añadidos y aumentar la entrada de luz a través del patio posterior. Una superficie de apenas 36 metros cuadrados debía acoger diferentes escenarios y, además, exponer objetos de toda una vida. «Sus paredes se trataron dejando al descubierto la crudeza de su construcción para acoger obras de arte relacionadas con el mundo de la música rock y el arte desde los años 60 hasta hoy», explica Navarro.
Los espacios mínimos de cocina y baño se apropiaron del patio interior del edificio y captan, así, la luz a través de un lucernario de hierro y vidrio que refuerza la idea de artesanía y crudeza material del espacio. «El diseño de la cocina a medida, realizado en panel contrachapado marino capaz de aguantar los avatares de la vida de un artesano en su taller, extrae el máximo de almacenaje disponible en tan pocos metros», explican desde el estudio.
La transformación del bajo, un espacio tan pequeño, a través de la crudeza material, la artesanía y el diseño. Reto cumplido. Todo ello en un edificio de 1820 que, además de estar protegido por su valor patrimonial, se encuentra en una de las zonas con más historia de la ciudad, cercano al Mercado de Mossen Sorell y junto a la Capilla de Santa Ana, perteneciente al antiguo Convento de Mosen Sorell.
Nota: el modelo de la sesión de fotos es Antón Martínez, quien fuera jugador de fútbol profesional en el Valencia C.F. y en la Selección Española (y tío de la arquitecta Merxe Navarro), que hoy disfruta sus días, al igual que el propietario de este bajo, a través de los pequeños trabajos de carpintería.