Los seguidores de la cuenta colaborativa de Instagram Accidentally Wes Anderson pueden ver ahora esas fotos recopiladas en un libro donde los amantes de la estética que maneja con maestría el director de cine se han dedicado a reunir ejemplos reales de interiorismo y de arquitectura que bien podrían salir en sus películas. Son lugares reales pero parecen de ficción.
El artífice de la cuenta de la red social es Wally Koval, que empezó hace tres años jugando y a día de hoy tiene un millón de seguidores que aplauden el colorido, la simetría y la nostalgia que definen las fotografías Wes style. El libro que ahora se publica (Trapeze/ Orion Books) cuenta con prólogo del propio director, que se maravilla de los lugares que la obra descubre, y supone una mirada original y muy inspiradora de los sitios que nos rodean.
El Lago de Como, edificios en Los Angeles, un embarcadero de Mälmo, piscinas cubiertas alemanas y húngaras, palacios italianos y castillos británicos, ferry’s y trenes, estaciones, teatros, museos y hasta una tienda de anticuario de Toledo son los escenarios elegidos que la gente con ojo fotográfico andersoniano, «aventureros» los llama Koval en su Instagram, envía a una cuenta de correo desde la cual él hace después la selección y las va publicando.
El director del Gran Hotel Budapest, The Royal Tennenbaum (donde la odiosa Gwyneth nos enamoró a todos como anti heroína con esa combinación de abrigo de Fendi, bolso Birkin de Hermés y vestido de tenis Lacoste a rayas) o de Viaje a Darjeeling nunca da puntada estética sin hilo en sus películas, pero es que tampoco lo hace fuera de ellas, como demostró cuando se hizo cargo del diseño del Bar Luce de la Fundación Prada, en Milán, un edificio del arquitecto Rem Koolhass, donde con su reconocible estilo recrea la atmósfera de un café milanés de los años 50.