Artur Heras y las imágenes que piensan

29 octubre 2024

por | 29 octubre 2024

En 1964, tres jóvenes estudiantes de Bellas Artes, Artur Heras, Manuel Boix y Rafael Armengol, se asomaban al escaparate de la tienda de muebles Martínez Medina, lo más parecido a la modernidad en un momento donde casi nada era moderno. La obra que los tres expusieron en aquel lugar fue señalada por el crítico Tomás Llorens, una de las voces más autorizadas, como una de las primeras manifestaciones del Pop-Art con sello valenciano y da testimonio de la conexión entre el diseño y el arte de vanguardia que se forjó en Valencia en los años 60.

La sensibilidad artística abocó al empresario y diseñador José Martínez Medina a visibilizar a un numeroso grupo de jóvenes artistas emergentes convirtiendo su tienda de Poeta Querol en una especie de galería donde se exhibían creaciones que habían sido resultado de experimentos y de actitudes inconformistas; y convirtiéndose, él mismo, en contacto y facilitador para que aquellas propuestas, incluso las más arriesgadas, encontraran una vía de introducción en el mercado artístico. El trío Boix, Heras, Armengol repetiría unión en las décadas siguientes, para goce de los espectadores que admiran sus creaciones artísticas pero, también por separado, los tres han tenido una sobresaliente y fecunda carrera.

Centrándonos en Artur Heras (Xàtiva, 1945), se trata de un autor que se ha valido de los recursos de la estética pop para protestar, hacer sátira social y de denuncia. En época franquista, sí, pero también después. Ilustrador de mucho talento y escultor original, sus pinturas provocan la reflexión desde una composición muy depurada. Es lo que hace en su última exposición, ‘Halt. Imágenes que piensan’, que se puede ver hasta enero en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València.

Comisariada por el profesor Anacleto Ferrer, la muestra ‘HALT!’, que en alemán significa “alto” e indica “resistencia”, remite a momentos dramáticos de la historia contemporánea europea de estremecedor recuerdo y, al mismo tiempo, «apela a la necesidad de hacer frente a su plausible repetición bajo la forma, si no de un eterno retorno de lo idéntico, sí del posible regreso de lo muy parecido».

Lo que singulariza el exterminio perpetrado por los nazis, explica Ferrer, es la planificación exhaustiva tanto del crimen masivo como de su invisibilización. Los verdugos, a partir de un momento concreto, mataron en lugares apartados. Destruyeron a sus víctimas, diseminaron sus restos e intentaron disipar las huellas de su existencia. No contentos con quemar los cadáveres, también arrojaron los archivos al fuego. «De ahí que toda investigación sobre el asunto, la artística incluida, deba consistir en unir pedazos dispersos de documentación que el azar nos ha legado, piezas salvadas: vestigios, huellas».

Antes de que la Alemania nazi promulgara el Decreto Noche y Niebla –que es el nombre con el que eufemísticamente se conoce la disposición de 1941 que amparaba las prácticas de desaparición forzada de personas–, ya los fascistas españoles, alzados en armas contra el gobierno legítimo de la Segunda República, habían iniciado su propia guerra de exterminio sembrando el territorio ocupado de cadáveres inhumados en fosas comunes. «Sin nombres ni fechas. Sin causas ni procesos».

Setenta y nueve años después de la «liberación» de Auschwitz, entendido el nombre no solo en su especificidad espacial sino como epónimo de un vasto sistema de exterminio sin precedentes acontecido en el núcleo mismo de la vieja y culta Europa, son muchos los países que, coincidiendo con el auge de partidos ultranacionalistas y de extrema derecha, están revisando su memoria de la Shoah y minimizando su papel en el asesinato de millones de judíos, gitanos y eslavos, pero también de opositores políticos, de disidentes religiosos, sociales y sexuales. «El propio Estado de Israel, nacido a la sombra de ese inmenso crimen, lleva años contraviniendo la legislación internacional con el establecimiento de asentamientos en los territorios palestinos ocupados, a cuyos habitantes, concentrados en campos de refugiados, ahora mismo bombardea indiscriminadamente».

«El sueño de la razón nunca deja de producir monstruos. Los pinceles de Artur Heras, como antes los de Goya o de Picasso, trazan sus formas cambiantes». Las imágenes de Heras no sólo reflexionan sobre la realidad de la que emergen o sobre las tradiciones plásticas a las que aluden, también meditan acerca de su propia condición de imagen, de representación. Las suyas son, utilizando la expresión del filósofo Walter Benjamin, imágenes que piensan (y que se piensan). Heras no busca conmover ni agitar, sino entender, comunicar e interpelar.

La exposición ‘Halt. Imágenes que piensan’, de Artur Heras, estará expuesta en la Sala Acadèmia y en la Sala Estudi General del Centre Cultural La Nau (C/ Nau, 2) hasta el 12 de enero de 2025. Es posible hacer visitas guiadas a la muestra con el profesor Anacleto Ferrer, toda la información, aquí. 

Imagen de apertura: Fragmento de ‘Joven gitano’, 2021, grafito sobre papel 122 x 82 cm. ©Artur Heras.

 

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