València no es ciudad para pobres

30 mayo 2021

por | 30 mayo 2021

“El confinamiento domiciliario hizo visible al casi millar de personas sin hogar en la ciudad de València. Solo ellos ocupaban los bancos de las plazas y los parques sin paseantes. Mientras, los apartamentos turísticos se volvían de polvo, vacío e inutilidad”. Esto lo escribe Lidia Caro en el epílogo del libro “No es ciudad para pobres”, de Alejandra Ramiro.

La idea, un proyecto fotográfico realizado en València entre 2018 y 2020 por esta licenciada en Bellas Artes, viene de la propia experiencia de la autora, que padeció de primera mano los efectos de que su casera quisiera convertir un par de pisos de alquiler convencional en lugares destinados solo a Erasmus, para estancias cortas, con sus fiestas en la azotea, su trasiego, su ruido. Nace esa sensación de indefensión ante los nuevos movimientos de especulación inmobiliaria y ella decide plasmarlo en fotos, sin valor artístico pero sí documental. 

El título del libro, más que inspirarse en el cine de los Coen, viene de otra publicación “Firts we take Manhattan. La destrucción creativa de las ciudades”, de Daniel Sorando y Álvaro Ardura, que a su vez toma el título del estribillo de una de las canciones más famosas de Leonard Cohen. En este libro explican de forma muy didáctica la historia de la gentrificación desde Londres a Manhattan y lo trasladan a cinco barrios de cinco ciudades españolas. De València, escogieron El Cabanyal.  

Alejandra rediseñó ese libro como trabajo de su máster editorial pero a mitad de camino decidió que era una lástima no poder hacer su propia versión de lo que supone la gentrificación focalizada en València, en otros barrios que no fueran El Cabanyal y a través de sus propias fotografías.

La pandemia dejó el proyecto un tanto varado, no había turistas, no se podía salir a hacer fotos y visitar espacios … era complicado poder reflejar esa mercantilización de las viviendas. En cuanto pudo, Alejandra salió a la calle y retomó la idea con fuerza. Pidió al fotógrafo Germán Caballero algunas fotos que le faltaban para poder contar su relato completo y se lanzó.  

Texto hay poco en el libro, apenas el artículo 47 de la Constitución Española que habla del derecho de todos a tener una vivienda digna y adecuada, y algunas definiciones de la Fundeu referentes al tema. Para compensar la ausencia de fotos de italianos con maletas, le pidió a la periodista Lidia Caro que le escribiera un breve epílogo. Al final, la idea era que el libro fuera atractivo para los interesados en el diseño editorial pero también para los concienciados con el tema de la vivienda. Medio y medio, para poder llegar a más gente con este trabajo divulgativo. 

Como explica Alejandra Ramiro, “la palabra gentrificación no sale ni en la RAE. La gente se mueve mucho a través de colectivos y asociaciones muy activas pero, a la vez, hay otra mucha gente al margen de este fenómeno: Hay amigos de mis padres que, por ejemplo, no saben lo que es la gentrificación”.

En el libro aparecen fotografías de Benimaclet (ejemplo de gentrificación y de lucha, de ambos), Cabanyal, Monteolivete, Nazaret (nadie hace cuentas de ellos, están allá, apartados), La Punta (lo que era y en lo que se ha quedado) y Benicalap. Que Benicalap cuando pegue el petardazo va a ser enorme, está junto a Campanar; con la Ceramo cerca, Marxalenes (barrio verde), Bombas Gens … cuando esa zona estalle, será inasequible. Una cosa que me sorprendió es que los estudiantes extranjeros comentaban sobre Benicalap como el barrio de moda, donde van los Erasmus … cosas que leían en las webs antes de venir … es decir, todo apunta a que será el siguiente en gentrificarse”. 

“La gentrificación no siempre es conspirativa, puede ser de manera natural o puede ser de manera especulativa, reteniendo pisos por parte de fondos buitre, reduciendo el parque de pisos de alquiler … eso es conspirativo. La clave es que los vecinos se den cuenta y puedan actuar. Hay que sospechar todo el rato. Y recurrir a gente que sepa lo que pasa y pueda explicarlo. La especulación es imparable. Creo que hay sitio para todos, no es preciso especular con algo tan necesario como la vivienda o la luz”, explica.

En cuanto al diseño puro y duro del libro, tutorizado por Dídac Ballester, la autora ha anclado el texto a la parte de abajo de las páginas para simular el skyline de la ciudad. “Las fotos me gustan pero no soy fotógrafa, me gusta esa parte de documentar pero sin darle importancia artística: quería imágenes unas al lado de otras para poder hacer el relato visual, aunque se cortaran: ir relacionando puertas tapiadas, con fábricas abandonadas, etc” . La encuadernación esta hecha en papel de celulosa y en césped secado al sol, o sea, es compostable totalmente.

“Este libro me ha servido para darme cuenta de que las cosas hay que hacerlas, si te esperas a hacerlas en otro momento, no las haces. Hay que lanzarse y no pensar todo tanto”.

La presentación de “València no es ciudad para pobres” es el jueves, 3 de junio, a las 19 horas, en Cabanyal Horta. 

 

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