Ha fallecido el arquitecto Oriol Bohigas (1925-2021). Arquitecto pero también urbanista, investigador, divulgador, pensador crítico, docente, renovador, gestor público y dinamizador cultural que tuvo un papel esencial en la configuración de la Barcelona actual.
Hijo de la Cataluña republicana, Bohigas ha sido una figura clave en la recuperación del Modernismo y la reivindicación de las vanguardias además de un referente del progresismo librepensador y una figura de proyección internacional. Formado en la Institución Libre de Enseñanza, el urbanismo para él era un inmejorable instrumento de transformación política.
«Durante unos años fue el arquitecto con más poder decisorio del mundo, después de Haussmann en París y de Otto Wagner en Viena», apuntaba hace un tiempo su colega y amigo el arquitecto Oscar Tusquets.
Como delegado de Urbanismo del primer ayuntamiento democrático de Barcelona definió las tres grandes ideas que transformaron la ciudad: recuperar el mar, monumentalizar la periferia e higienizar el barrio antiguo. Y para dar ejemplo se fue a vivir a la plaza Real en un momento en el que, más bien, la gente salía corriendo de allí.
Ex-director del Plan Urbanístico de Barcelona y miembro fundador del estudio de arquitectura MBM Arquitectes, es uno de los artífices de la transformación urbana de la Barcelona de finales del siglo XX.
Galardonado con el Premio Príncipe de Gales de Harvard en 1990, cuando Barcelona no era nada parecido a lo que fue un par de años después, Bohigas marcó una forma de hacer ciudad. Además de pensar la ciudad, fue el presidente de Edicions 62 y de la Fundació Miró, reanimó el FAD y puso en marcha de nuevo el Ateneu Barcelones, la entidad más activa en Barcelona a la hora de promover debates sobre cultura, política y conocimiento.
Su padre, Pere Bohigas, era asiduo del Ateneu Barcelones que años después dirigió el arquitecto. De él heredó la inquietud intelectual y su compromiso social. Ejerció su liderazgo intelectual en la llamada «Gauche Divine» catalana desde las diferentes iniciativas que impulsó. La crítica que se le hizo fue que su urbanismo era propio «del despotismo ilustrado, de despacho, concebido con un pensamiento muy noucentista».
Partidario siempre de la felicidad, como decía Gabriel Ferrater, Oriol Bohigas, practicó durante toda su vida un compromiso firme con la transformación de la ciudad para cambiar las cosas a mejor.