El proyecto, Casa del Silencio, del arquitecto Fran Silvestre consiste en hacer compatible el estudio de un músico con su vivienda, ubicada en la zona residencial de La Cañada, a pocos kilómetros de València, donde las casas vecinas están muy próximas entre sí.
Se decide generar en la planta baja un volumen semienterrado que configura el estudio de grabación. Un recinto de hormigón, dentro de otro recinto de hormigón, con una acústica muy estudiada.
Este volumen divide la planta baja en el hall de acceso y la zona pública de la vivienda, abierta al jardín y a la piscina. Esta parte se materializa con morteros de cemento naturales, en su materialidad gris, tanto el exterior como los pavimentos y la piscina.
Sobre este nivel se deposita una planta con la zona de noche materializada con morteros de cal blancos. Aparentemente cerrada frente al entorno, pero abierta en su quinta fachada a sus jardines colindantes. Una suerte de íntimos patios en los que poder disfrutar de la naturaleza y del silencio.
El enfoque de proyecto surge de un doble compromiso: la voluntad de dar una respuesta técnica a un contexto concreto (programa de necesidades, presupuesto, normativa, entorno…) y el deseo de buscar la belleza a través de la obra construida.
Fiel a su concepto de la belleza eficaz, Fran Silvestre supera con su obra los límites de la práctica estructural habitual en su esfuerzo por lograr espacios continuos y sin apoyos, aparentemente imposibles en la arquitectura desarrollada por su estudio.
Esta singular batalla contra la gravedad, y en busca de la ingravidez, es el factor que contribuye en mayor medida al carácter particular de su trabajo, su atmósfera de lujo extravagante pero discreto, basada no tanto en finos acabados y materiales, sino más bien en una expansiva y relajada extensión espacial lograda a través de un enorme esfuerzo, en gran medida invisible.