Hay pocas cosas más sustanciales que la manera en que se construye un hábitat compartido: determinará cómo vivirán esas personas, con quiénes, dónde y cómo comprarán, cómo irán a trabajar, cómo criarán a sus hijos y cómo se relacionarán con sus amistades, a qué distancia estarán los centros de salud, las bibliotecas, los cines y los bares. El lugar donde vivimos nos acaba definiendo y lo que está claro es que cada posicionamiento crea un tipo de urbanismo.
Trasladar los conocimientos teóricos que redundan en el beneficio de todos los habitantes de un lugar a la práctica es uno de los propósitos de la Càtedra Urbanisme i Gènere (CUG), que quiere facilitar la incorporación de la perspectiva de género en el entorno urbano que habitamos y que las experiencias reales sirvan, eficazmente, para generar mejoras para todas las personas.
Para ello, la cátedra lanza unas píldoras informativas que, tomadas en las dosis necesarias, explican cómo poder llevar a cabo esa misión: que nuestras ciudades y pueblos reúnan las condiciones para hacer los espacios lo más confortable posible para la ciudadanía.
En este sentido, la perspectiva de género se debe incluir en el diseño, la definición y la ejecución del planeamiento urbanístico, identificando “perspectiva de género” con el concepto de “ciudad cuidadora” como modelo urbano donde vivir está en función, sobre todo, del bienestar de las personas.
Sin embargo, la perspectiva de género sigue siendo una gran desconocida tanto por los redactores de documentos urbanísticos como por la propia administración que debe aprobar definitivamente el planeamiento urbanístico.
Para facilitar esta tarea tan importante está la ‘Guía para incorporar la perspectiva de género en actuaciones urbanas en la Comunitat Valenciana’, accesible en este enlace. Las píldoras informativas que ahora lanza la cátedra quieren poner aún más fácil el acercamiento a estos contenidos por parte de los profesionales que toman las decisiones que después nos afectan al colectivo ciudadano y por parte de las personas que redactan esos planes urbanísticos.
Cada persona está condicionada por determinadas circunstancias (sexo, edad, capacidades, etnia…) que influyen en la vida cotidiana. El rol de género es una construcción sociocultural que provoca una desigualdad estructural que afecta de forma negativa, principalmente, a las mujeres, y que, históricamente, ha beneficiado al mundo productivo y perjudicado al aspecto de los cuidados. Aplicar la perspectiva de género al urbanismo permite enfocar hacia una ciudad cuidadora y de proximidad.
Las diferentes píldoras informativas que lanza CUG, con los arquitectos y profesores Eva Álvarez y Carlos Gómez al frente, divulgan cómo acceder fácilmente a esos materiales dentro de la guía, que harán posible ese tránsito hacia la ciudad cuidadora. La Cátedra Urbanisme i Genére (CUG) está respaldada por la Universitat Politécnica de València y la Generalitat Valenciana y su propósito principal es ser un punto de encuentro para difundir conocimientos, experiencias y establecer afinidades entre personas e instituciones.
La arquitecta y profesora Eva Álvarez concluía el último encuentro de expertas organizado por la cátedra aludiendo a la Ley de Calidad Arquitectónica. «Cuando la gente pregunta ¿y cómo se mide la calidad arquitectónica?, la respuesta es: aplique la perspectiva de género y tendrá una arquitectura de calidad, apueste por una construcción sostenible y tendrá una arquitectura de calidad, aplique una escucha activa a los futuros residentes y tendrá una arquitectura de calidad. Estamos hablando estrictamente de calidad arquitectónica y de, por tanto, calidad urbana».
