Cuando el monstruo nos pisa, Reyes Pe lo convierte en falla

17 marzo 2025

por | 17 marzo 2025

La construcción de una falla es lo más parecido a la vida. Así lo piensa la artista Reyes Pe y así lo escribe la poeta Teresa Juan al contextualizar el trabajo que han hecho para la Falla Ribesan (Ripalda, Beneficència y San Ramón), en plena Ciutat Vella, distrito donde convergen varios proyectos de fallas experimentales tan interesantes como las de la calle Corona o la Plaza del Árbol.

La de Reyes Pe se nombra a través de unas líneas de Gramsci, «El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos», y de ahí coge el nombre y la idea. 

La falla Ribesan, en la visión de Reyes Pe, son dos tiempos que componen la pieza grande y la falla infantil. «De un lado, dos pies gigantes de color verde que representan una amenaza que no logramos reconocer. Cuentan que es un monstruo y que todo aquello que se encuentra, él se lo apropia. Este ser esférico no puede cogerse con las manos, resbala, camina libremente, poderoso, alimentado sistémicamente por otro órgano superior que tampoco logramos identificar del todo. ¿Quién es? ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo lo podemos combatir? El monstruo parece que va a pisarnos, lleno de relieves que descubrir con manos y oídos», explica Teresa Juan. 

«Este es un mundo de catástrofes y guerras, de desigualdad y racismo, un mundo donde el acceso a la vivienda resulta imposible, un aquí y ahora donde se está dejando morir a gente en el mar, no muy lejos, donde la diferencia es motivo de señalamiento y persecución, este, un mundo mediado por la violencia que solo espera un punto de fuga donde ser posibles. Aquí, el monstruo nos pisa».

«Esta amable y engalanada intimidación tan divertida ¿podría convertirse también en esa imagen que tenemos, desde el miedo, de nuestro futuro, de lo que vendrá y que, resignadas, asumimos? Pero, aquí está, del otro lado, toda la fuerza rosa. La diversidad de la percepción. La gente, toda la gente pequeña, la potencia barrial y comunitaria, que puede arrojar esperanza a través del juego y de la reconstrucción del deseo, de la emoción y del anhelo. Esferas y pelotas de color fucsia que se lanzan, que lo crean y pueden todo, pues este monstruo no puede hacer nada frente al insoslayable aullido de la vida, que se multiplica de manera incontrolable e insistente, como una constelación de posibilidades, que legitima el sueño, porque no nos olvidemos de que es necesario seguir soñando. Una fantasía que sobre todo nos dice: otro mundo mejor es posible. Porque eres una fuerza incandescente», apunta Juan.

La construcción de una falla, decíamos al principio, es lo más parecido a la vida. El proceso de materializado es una constante de casualidades. Por ejemplo, la artista hizo la maqueta en una peluquería mientras se cortaba el pelo y una niña le ayudó a hacer bolas de plastilina. La dirección se pone al servicio de la poética, la sostenibilidad, los materiales y lo comunitario. «Sucede que aquello que originalmente se había pensado construir de una manera determinada, te revela en su gerundio otras maneras más idóneas. Esto hace que el proceso no solo sea un infinito sorprenderse sino un acercamiento progresivo a una falla más consciente y realista con su entorno y con su misma materialidad». 

En un principio, para los pies del monstruo, se preveía hacer una pieza entera a partir de cinco grandes pelotas, — explica Teresa Juan — pero finalmente se optó por crearlos compuestos de manera distinta. Estos pies son 237 pelotas hechas con restos de guata del tapicero de enfrente de las vías del tren, cerca del taller de la artista, hechas con trazas de papel de la imprenta del polígono (vecina del tapicero), cartón, mucho cartón de los cartuchos de vinilo donde trabaja un fallero de la comisión de esta falla, periódico de la vecina de la tía de la artista y del quiosquero que la recoge de camino al tren a las seis de la mañana, hechas también de las sábanas de una trabajadora del IVAM y con la carpintería de una exposición de llibrets que se realizó en ese mismo museo que está aquí al lado.

Guata, papel, cartón, periódicos, tela, madera, elementos orgánicos recogidos, todos ellos reutilizados, todos ellos sostenibles, todos ellos materiales que se usaban en las fallas en su origen, y de esta manera, de unas manos a otras manos. 

«Las pelotas que se proyectaron para la pieza infantil eran de un color y material distinto pero el proceso fue desvelando necesidades diferentes y así experimentaron una transformación a favor del conjunto. Una pieza y otra, es decir, falla grande y falla infantil, se han construido en relación y amistad, por lo que el camino de la exploración ha sido el mismo para ambas partes, y siempre que ha habido cambios en una parte eso ha supuesto cambios también en la otra», apuntan.  Las piezas de la falla infantil están confeccionadas con tela y guata siguiendo los mismos principios de aprovechamiento y la sostenibilidad que la pieza grande. Muchos de los materiales que componen una y otra pieza provienen de donaciones y son de kilómetro cero. 

El proceso de realización de esta falla ha sido un constante desafío, llevándose a cabo desde mayo del 2024, en sus diversos momentos, desde la creación conceptual hasta la matérica, experimentando cambios constantes fruto de la escucha y de la necesidad, siempre hacia el encuentro del camino que es capaz de transmitir todo lo que este proyecto desea lanzar. «En todo este proceso ha participado muchísima gente, muchas personas que de manera inesperada han impreso su presencia», apuntan. 

La participación no sólo ha sucedido en sentido constructivo, sino también en sentido literario o poético. Es por ello que se realizó un taller de pancartas donde la comunidad habló de sus miedos y sus monstruos, pancartas que forman parte de la pieza y que se cuelgan cerca de la misma. «Estas dos fallas, proyecto de todas, se componen de todo lo que es parte del colectivo, todo parte desde y para las personas. Artesanía, reutilización, sostenibilidad, comunidad y posibilidad», concluyen. 

El concepto, el diseño, la creación y la ejecución es de Reyes Pe. El equipo técnico lo han formado Tatiana Mutilva y Marisa Moreno, y los textos son de Teresa Juan.

Fotografía: David Zarzoso.
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