Rafa Martínez es historiador del arte y del diseño, autor de la monografía sobre la diseñadora Lola Castelló (‘Belleza y función’, UJI 2021) y colaborador de Flat Magazine.
Lo sometemos a cuatro preguntas para saber cómo pasa el verano, si es más de playa, montaña, ciudad o aldea; si tiene debilidad por el salmorejo o le horroriza; qué tiene previsto intelectualmente para superar el bochorno estival y qué planes le esperan en septiembre cuando, como todo el mundo sabe, empieza el año nuevo.
¿Qué haces en agosto?
El calor cada vez más intenso de los últimos años me ha llevado a detestar el verano. Y el cambio climático y la turistificación de las ciudades, a viajar cada vez menos. De modo que, como venía siendo habitual, aprovecho para leer; es decir, para seguir leyendo todo lo que pueda interesarme, o apetecerme.
El alimento (real y espiritual) para este mes
Este mes volveré a Proust, al ensayo que escribió como prólogo a su traducción de ‘Sésamo y lirios’, de John Ruskin. Me refiero a ‘Sobre la lectura’, pero esta vez en la edición de Cátedra; en la traducción de Mauro Armiño (y no en la de Manuel Arranz, publicada por Pre-Textos, que es la que me ha acompañado durante años).
También seguiré con algunos libros de Rafael Sánchez Ferlosio (‘Vendrán más años malos y nos volverán más ciegos’, entre ellos), autor al que he vuelto hace poco. También tengo en la cola libros que me ayudan a entender la actualidad: entre ellos, ‘Gaza ante la historia’, de Enzo Traverso (Akal) y ‘Tecnopopulismo’, de Christopher J. Bickerton y Carlo Invernizzi (Katz).
Y la monumental biografía de Josep Pla (‘Un corazón furtivo’, en Destino) que ha dado a la imprenta Xavier Pla, desde luego. Y algunos de los artículos que componen el volumen titulado ‘Escritos de Londres y últimas cartas’, de Simone Weil (Trotta).
¿Qué sitios te gusta visitar en vacaciones?
Este verano he acudido a Cuenca unos días. Descubrí en profundidad la ciudad a principios de la década de 2000, cuando empecé a cubrir para el suplemento de cultura del diario La Vanguardia la Semana de Música Religiosa. Me fascinó el lugar, por una parte, y encontrarme a lo más granado de la música antigua (Gustav Leonhardt, Alan Curtis, Jordi Savall) por sus calles (y auditorios: sobre todo iglesias, como la de San Miguel), por otra.
Desde entonces vuelvo regularmente. Tiene la ventaja, además, de que para llegar hasta allí no tengo que pisar un maldito aeropuerto. Pero no sólo: Cuenca es la típica ciudad de provincias española que a uno le gusta; tiene de todo: hasta gente del lugar. Y buen pan y buen vino.
Mi pan favorito es el que hace Alfredo en Villar de Domingo García. Es un pan sencillo, sabroso, ni más ni menos. Lo podéis encontrar en algunas panaderías de la ciudad (a partir de las 12h., normalmente, que es cuando hacen el reparto). Vinos destacables hay unos cuantos; Dominio de Fontana, de la denominación de origen de Uclés, es uno de ellos, sin duda.
En Cuenca es de visita obligada el Museo de Arte Abstracto Español, que gestiona la Fundación Juan March. Estos días puede verse allí —yo ya lo he hecho— una exposición de obra sobre papel de Jordi Teixidor (“Jordi Teixidor. El papel de la pintura”), que puede verse hasta el 22 de septiembre. La muestra recoge, además de las doscientas obras de las últimas seis décadas seleccionadas por los comisarios, diversos cuadernos de bocetos y una selección de los libros que componen su biblioteca (Pierre Hadot, un Mark Strand dedicado, «El malogrado», de Thomas Bernhard o «Presencias reales», de George Steiner …).
Puede verse asimismo la entrevista-documental que llevaron a cabo con Teixidor Miguel Álvarez Fernández, Bruno Dozza y Álvaro Oliveros del Castillo.
Mis rutinas en Cuenca son, como podéis imaginar, las de siempre; esto es, visitar la tienda del alfarero Fernando Alcalde (en Alfonso VIII, 27), al que llevo años comprando cuencos de una finísima porcelana decorada con delicados esmaltes.
Tomar café y dulces en la Confitería Ruiz, en Carretería. Otro clásico.
Y, por supuesto, pasear por la parte alta en dirección a las hoces de los ríos Huécar y Júcar; y observar cómo corre el agua, clara -muy clara, limpia- y fresca. Y un paisaje maravilloso. Ahí es nada.
¿Qué te espera en septiembre?
La vuelta en septiembre me pillará trabajando en un par de publicaciones que estamos preparando desde el Arxiu Valencià del Disseny. Por un lado, el cuaderno que llevará por título Estudios críticos sobre diseño valenciano, que ha editado Vicente Pla (y en el que hemos participado con diversos textos: Raquel Baixauli, Esther González Gea, Alejandro Villar, Jorge Sebastián, Sara Losada, Xavier Giner, el propio Vicente Pla y un servidor), y que presentaremos -si no hay cambios- el 23 de septiembre en la Facultat de Geografia i Història de la Universitat de València.
Y por otro lado, el número 3 de ‘ARXIU. Revista de l’Arxiu Valencià del Disseny’, que contendrá a buen seguro jugosas aportaciones y que podréis consultar en su página web hacia finales de este año.