«Yo, que he sido muy entusiasta de los museos, sobre todo de muebles, me ha pasado una cosa, y es que nunca me sentía identificado: cuando ves una exposición de muebles del siglo XX nunca responde a lo que la gente ha usado, ha tenido o reconoce. Por ejemplo: los muebles de tubo de los años 20, eso lo tenían cuatro arquitectos en su casa, no nos equivoquemos. Es igual que en los años 80, con los muebles Memphis, que aportaron mucho al diseño, introdujeron el color, el lacado y la poesía, dieron una vuelta más de tuerca y crearon un nuevo lenguaje, sí, pero la gente no se identifica con ellos. Fueron unos muebles muy rupturistas pero no era lo que realmente se vendía. Con el electrodoméstico esto no sucede. Cuando uno estudia Historia del Diseño se da cuenta de que tanto el electrodoméstico como el automóvil son los que hacen darse cuenta, a la gente, de la necesidad del diseño». Todo esto nos lo explicó el diseñador Andrés Alfaro Hofmann el día que paseó a Flat por toda su colección.
La Colección Alfaro Hofmann es una entidad privada dedicada a la muestra y divulgación de sus fondos sobre la cultura del objeto cotidiano. Cuenta con más de 8.000 piezas de origen diverso, en su mayoría electrodomésticos, además de todo el material gráfico que acompaña a cada objeto.
La última apuesta de Andrés Alfaro por la divulgación del diseño y de las piezas que componen su colección gira en torno al afeitado en una exposición bajo el título ‘ La máquina de afeitar: cien años de diseño y moda’, donde se repasa la transformación de los instrumentos para tal fin.
«La evolución de los utensilios para la acción rutinaria de la rasuración ha corrido paralela a la de la evolución tecnológica de la humanidad. A finales del siglo XVIII, ya se fabricaban cuchillas de afeitar en Inglaterra, pero no será hasta principios del siglo XX, cuando el americano King Kamp Gillette patente la primera maquinilla de hojas intercambiables. Por su parte, la empresa americana Schick fue pionera en el sistema del afeitado eléctrico, mientras que en el continente europeo lo serían las compañías Philips y Braun, mediante el desarrollo de las primeras afeitadoras eléctricas a finales de la década de 1930, que se pusieron a la venta después de la Segunda Guerra Mundial», apunta.
La exposición, que comisarían Remedios Samper y el propio Andrés Alfaro, reúne una selección de maquinillas y máquinas de afeitar destinadas tanto a mujeres como a hombres que, por su diseño y eficacia, han destacado a lo largo de más de cien años. Con la ayuda de material publicitario de época, se propone una revisión de la historia del afeitado a partir de la invención de la primera maquinilla de seguridad con hojas intercambiables, en 1895, hasta nuestros días.
Se hace especial mención al afeitado femenino que, por diversas razones, debidas sobre todo a convencionalismos sociales, ha tenido menor difusión publicitaria. Desde bien temprano, ya aparece en el mercado un producto diseñado exclusivamente para mujeres. La empresa norteamericana Gillette comercializó su primera maquinilla en 1915, la llamó: Milady Décolleté.
Repasamos algunos ‘hits’ de la exposición, que puede verse hasta el 23 de febrero en el Espai Alfaro (Avd. Escultor Alfaro, 13. Godella).
Además de organizar exposiciones temporales, la entidad produce y vende exposiciones, organiza visitas guiadas, cede sus espacios para mostrar colecciones particulares y colabora con otras instituciones mediante el asesoramiento en diseño, la producción de muestras y el préstamo de piezas.