El otro día estuvimos, parte del equipo de Flat, viendo una casa de pueblo de 1925. Una construcción con su pavimento de baldosas hidráulicas, su patio con buganvilla, sus techos altísimos con vigas de madera y todo su encanto intacto. Esa misma noche apareció en pantalla el documental sobre el centenario de la revista The New Yorker, también creada en 1925. Tan cerca, tan lejos. Dejamos la casa para otro día y vamos a la revista estadounidense, una de las más antiguas e influyentes del mundo, que es una rareza por varios motivos.
Portada del primer número de la revista, con la caricatura de Eustace Tilley, que desde entonces, suele ser la figura de portada de los aniversarios de la publicación.
En cada cierre de edición un grupo de 29 verificadores chequea minuciosamente cada afirmación de los artículos publicados y sus portadas son siempre con ilustraciones. «La portada tiene que hablar del presente y, al mismo tiempo, ser una obra de arte atemporal que podríamos enmarcar y colgar en la pared. Tener esa meta semanal me llena de ansiedad incluso después de 30 años», explica Françoise Mouly, directora de Arte de la revista.
Narrado por la actriz Julianne Moore y dirigido por el oscarizado Marshall Curry, el documental sigue a algunos de los integrantes de la redacción. Acompaña, por ejemplo, al cine al crítico Richard Brody, visita a la caricaturista Roz Chat, viaja con John Lee Anderson y muestra el proceso semanal de selección de textos de ficción a cargo de la editora Deborah Treisman, entre otras profesionales del medio. La persona que selecciona las viñetas recibe entre mil y mil quinientas a la semana.
Las viñetas y las ilustraciones forman parte fundamental de la filosofía editorial de The New Yorker.
La película sigue el día a día en la redacción del semanario, desde las reuniones editoriales y la selección de caricaturas hasta el legendario proceso de fact-checking que ha marcado el estándar de verificación en la prensa internacional. El periodista David Remnick, editor jefe de The New Yorker desde 1998, cuenta la revista a día de hoy, relato que se alterna con material de archivo y con entrevistas a gente conocida que habla sobre su percepción de la publicación.
El actor Jon Hamm interviene en el documental junto a otras caras conocidas como Sarah Jessica Parker o Molly Ringwald.
La parte de Remnick y su equipo los muestra en plena preparación del número del centenario, una edición que sintetiza la tradición y las tensiones de un medio que supone una forma de resistencia cultural. Truman Capote, Rachel Carson, John Cheever, Roald Dahl, Ernest Hemingway o Stephen King han pasado por la revista en estos cien años.
The New Yorker at 100 (Netflix) reflexiona sobre el papel de las revistas culturales en un ecosistema mediático en transformación, donde la información de largo recorrido y el periodismo literario se enfrentan a la atención multipantalla, al scroll y a la desconfianza del público. Aunque no refleja las tensiones típicas e inevitables de una redacción, reconforta verlo. El lanzamiento del documental, además, coincidió con protestas públicas del sindicato de prensa por el reciente despido de cuatro trabajadores y la suspensión de otros cinco. Eso tampoco sale.
«El New Yorker está lleno de gente que vive por lo que hace, ya sea destapando un escándalo político o escribiendo sobre un músico casi desconocido. Quise que el espectador entendiera lo que implica sostener ese nivel de exigencia, incluso cuando el entorno parece ir en dirección contraria», explica Marshall Curry.
