Ettore Sottsass, de vuelta

1 noviembre 2021

por | 1 noviembre 2021

Tengo frente a mí, taza de café en mano, al diseñador Vicente Blasco. Me cuenta con detalle su encuentro con Ettore Sottsass en esta misma ciudad, València. El cuándo y el porqué de este encuentro no importan tanto. Sí la pregunta que Vicente Blasco le lanzó (“Maestro, ¿qué hemos de hacer para consolidar el diseño en Valencia?”) y lo que el italiano le respondió: “Impulsar una industria editorial especializada”.

En este sentido, las iniciativas han sido escasas. Es más, desde que Fernando Torres pusiera en marcha su sello editorial homónimo —auspiciado por su suegro, Vicente Aguilera Cerni; gracias a él aparecen por primera vez en castellano libros de Bruno Munari o Giulio Carlo Argan— apenas acertamos a contar una colección dedicada al diseño propio («Diseñadores valencianos», rebautizada como «Diseño valenciano», dirigida por Rosalía Torrent desde la UJI) y cabeceras como DXI, Dúplex, Gràffica, DissenyCV o Flat Magazine, más recientemente.

Este rápido vistazo (todo un estado de la cuestión en regla) nos permite afirmar que aquel impulso que reclamaba Ettore Sottsass no se dio. O no lo suficiente. El mismo Blasco lo intentó con el primer número de una publicación abortada.

Podemos concluir que, al menos en lo que concierne a la industria editorial especializada, el Sistema Diseño valenciano cojea. No es la única de sus muchas patas que necesita consolidarse. Desde la historiografía nos hemos propuesto poner orden y llevar a cabo un ejercicio crítico, como es habitual en la disciplina, algo que vienen reclamando desde hace tiempo colegas como Oriol Pibernat o Isabel Campi.

«Assiette plate», de Ettore Sottsass (1958). Fotografía de Jacques Faujour, Centre Pompidou.

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A simple vista, se trata de una buena noticia: el IVAM traerá en unos meses la exposición dedicada a Anni y Josef Albersque ha comisariado Julia Garimorth y que puede verse actualmente en el Museo de Arte Moderno de París. Nos interesa, claro. Miguel Falomir nos alentaba recientemente a seguir estudiando a los grandes maestros. Y ellos, como los Kandinsky, los Arp, los Aalto o los Moholy-Nagy, lo son: maestros —y maestras— de la modernidad. A propósito, todos ellos aparecen en la magnífica monografía que Almut Grunewald le ha dedicado a la pareja de historiadores del arte integrada por Sigfried Giedion (autor del clásico Espacio, tiempo y arquitectura) y Carola Welcker-Giedion: The Giedion World (Scheidegger & Spiess, 2019).

Es, insisto, una buena noticia. En los últimos años, hemos tenido que desplazarnos (a, verbigracia, Madrid y Cuenca como sedes de la Fundación Juan March, donde se han celebrado exposiciones sobre la obra de Kurt Schwitters, Max Bill, Lyonel Feininger o Hans Hinterreiter) para poder seguir contemplando y estudiando el arte de la modernidad, objetivo primero del IVAM que puso en marcha Tomàs Llorens y que tan buenos resultados cosechó en aquellos años. 

Aun así, resulta lícito preguntarnos si —teniendo en cuenta que la exposición sobre los Albers se celebrará como contribución a la capitalidad del diseño— no habría resultado más adecuado organizar una muestra que hubiese guardado una relación más directa con el diseño, entendido este como disciplina autónoma. Se nos ocurren algunos nombres, así a bote pronto: el de Ettore Sottsass, al que el Centre Pompidou le dedica una amplia —y jugosísima— retrospectiva estos días, es, probablemente, el más llamativo. Pero también uno de los más interesantes por sus conexiones con nuestro diseño. Queda, pues, pendiente.

 

Ettore Sottsass, 1982 (Biblioteca Kandinsky, Centre Pompidou).

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