Manuel Portaceli, lecturas de un arquitecto

1 julio 2024

por | 1 julio 2024

Hace ya un tiempo, cuando nos dedicamos a recoger los escritos del arquitecto Emilio Giménez, nos topamos con un informe que el de Buñol había redactado a petición —si no recuerdo mal— del Consell Valencià de Cultura. En él defendía la que probablemente haya sido la más polémica de las intervenciones sobre nuestro patrimonio (y las ha habido muy polémicas; e incluso peores, como los numerosos derribos de valiosos edificios). Nos referimos, claro está, a la intervención que sobre el Teatro romano de Sagunt llevaron a cabo Giorgio Grassi y Manuel Portaceli. Emilio Giménez defendía dicha intervención. Era o eso o nada, decía en torno a una muy deteriorada arquitectura.

Precisamente estos días hemos recordado esta anécdota. Lo hemos hecho tras haber visitado la exposición sobre la obra de Manuel Portaceli que puede verse en la sala de exposiciones de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valencia y que ha comisariado el infatigable Tito Llopis. Acabó de animarnos a visitarla saber que el comisario había seleccionado algunos libros de la biblioteca de Manuel Portaceli. 

La muestra, titulada “Manuel Portaceli. Arquitecturas 1975-2005”, recoge fundamentalmente una selección de los proyectos arquitectónicos, ordenados cronológicamente, que ha llevado a cabo a lo largo de tres décadas. Desde el proyecto final de carrera hasta los más recientes.

Están los encargos públicos (como el del Museo de Bellas Artes de Valencia, amén del citado y polémico del Teatro romano de Sagunt) y los privados, que con frecuencia atienden a las grandes dimensiones -cierto gigantismo sorprendente- solicitadas, intuimos, por los comitentes (el pintor Valdés, entre otros) para los que ha trabajado.

Y, desde luego, el que es nuestro proyecto favorito: el de la Escola Gavina, de claras reminiscencias italianas (ahí están Ignazio Gardella y Giuseppe Terragni), y que Arturo Sanz y Carmel Gradolí enriquecieron hace unos años con la construcción de un pabellón polideportivo. 

Ah, los libros, que era lo que a priori nos provocaba una mayor curiosidad: además de los clásicos (pos)modernos de la disciplina (Aprendiendo de Las Vegas, de Venturi; el Aldo Rossi de La arquitectura de la ciudad, pero también el Oriol Bohigas de Contra una arquitectura adjetivada, o el volumen titulado Más allá del Posmoderno, de Ignasi de Solà-Morales et alii que publicó Gili en la colección Punto y Línea que dirigieron, entre otros, Tomàs Llorens), pudimos contemplar las cubiertas de otros clásicos, los de la arquitectura (los Palladio o Schinkel, sin ir más lejos) y los de la literatura: los T.S. Eliot (Función de la poesía y función de la crítica), Stendhal (la Cartuja en la muy estimable edición de Consuelo Berges), Ortega (Carta a un alemán), Goethe, Juan Ramón Jiménez (Platero y yo), Arthur Rimbaud (en la edición de las poesías completas de Le Livre de Poche, con introducción de Paul Claudel).

Libros, pues, un buen puñado de libros que dicen mucho y bien de nuestro arquitecto; y un retrato (ciertamente simpático) que cierra la exposición: el que Fernando Zóbel le hizo a nuestro arquitecto lector que es, también, escritor. De modo que ahora sólo nos queda poder leer algún día sus reflexiones. Será un placer. 

  IG del autor: @crafaelmartinezmartinez 

Fotografía: D.R. Foto de portada: Fragmento de ‘Contra una arquitectura adjetivada’, de Oriol Bohigas. 

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