Supimos de Mauricio d’Ors por primera vez con motivo del extinto Escaparate de San Pedro, a comienzos de la década de 2000. Era, en efecto, un escaparate-galería desde el que exponía y vendía obra de algunos de los mejores fotógrafos españoles del momento en plena calle de San Pedro en Madrid. Más tarde supe que con anterioridad, en los primeros años setenta, había fundado el sello editorial Nostromo con Diego Lara —ese clásico de nuestro diseño gráfico— y Juan Antonio Molina Foix, y que la hija de Rafael Sánchez Ferlosio y Carmen Martín Gaite, la malograda Marta, trabajó con ellos.
Ya en los últimos años hemos seguido con interés la labor como fotógrafo de Mauricio d’Ors. Sus habituales paisajes en blanco y negro poseen una gran fuerza expresiva de cariz intimista. Su más reciente trabajo, presentado a finales de noviembre en Mujer Rayo (Madrid) con la colaboración de su hermano, el escritor Pablo d’Ors, hunde sus raíces en la obra poética de San Juan de la Cruz. Lleva por título Música callada, y es también un libro: un libro hecho de versos e imágenes que se quieren atemporales y que requieren del lector o lectora su predisposición para cruzar estos umbrales de raigambre mística.
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Óscar Martínez se ha allegado hasta otros umbrales, esta vez arquitectónicos, a lo largo de los últimos años. Con ocasión del confinamiento provocado por la actual pandemia, se puso manos a la obra para armar un libro con los materiales que había recogido hasta entonces. Su formación como historiador del arte y su fina intuición lo han llevado a firmar uno de los libros más exitosos de este año 2021; basta comprobar la acogida que ha tenido Umbrales. Un viaje por la cultura occidental a través de sus puertas (Siruela) en los últimos meses. Cierto, al resultado final del libro, mezcla a partes iguales de erudición y divulgación, hay que añadir el carácter abierto de Óscar Martínez, que ha demostrado —cosa nada fácil— cómo llegar hasta un numeroso público lector; el mismo que ha cruzado los umbrales que propone en su libro con no poco entusiasmo.
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Un nuevo umbral, el que nos lleva hasta el nuevo año, acecha. Está ahí, a la vista. No promete grandes cosas, pero hemos de cruzarlo. Si es con alegría y esperanza, tanto mejor. Felices fiestas y feliz año nuevo.