Rehabilitar con nuevos ojos: una bioconstrucción en el Cabanyal

24 mayo 2021

por | 24 mayo 2021

El arquitecto Fernando Olba decidió apostar por El Cabanyal para proyectar su propia vivienda. El barrio está sufriendo una transformación muy interesante en la que él quería participar, en la medida de lo posible, aportando su experiencia de muchos años como arquitecto en Valencia «pero también en Los Ángeles o en Londres, donde aprendí a mirar de otra forma». Esta es la historia de una rehabilitación hecha con nuevos ojos, desde una mirada sostenible que apuesta por la bioconstrucción: Eco Wood House.

La tipología de la vivienda corresponde a media barraca original, entre medianeras, en el Barrio del Cabanyal. Una casa que ocupa toda la manzana, con un ancho de 3,20 metros y 18 metros de profundidad, en un trazado urbano propio del barrio, formado por calles paralelas al mar, lo que deja las viviendas orientadas Este-Oeste con una ventilación que viene directamente del Mediterráneo.

¿Los retos?

«El reto mayor fue convencernos y demostrar que de un solar tan estrecho podía conseguirse un espacio habitable muy interesante, manteniendo la tipología histórica del Cabanyal. Lo más duro fue darnos cuenta de que cuanto más estrecho, más complicado. Organizar la obra es fundamental y todo el mundo piensa que estamos locos porque de aquí no puede salir nada interesante que valga la pena. No dudar y llevar nuestras ideas hasta el final funcionó. Lo demás fue una aventura, construir con madera, corcho, arcilla, morteros de cal…», explica el arquitecto Fernando Olba.

Construida con materiales naturales, la vivienda está formada por forjados y fachadas de entramado de madera sobre estructura metálica, aislamientos de corcho y revestimientos de mortero de cal en el exterior y de arcilla en el interior, que regulan la humedad y la temperatura y contribuyen a disminuir el consumo energético. El arquitecto ha buscado la reducción de emisiones de CO2 y un ambiente saludable, sin olvidar la memoria del lugar al que pertenece.

 

Los propios materiales son sostenibles y regulan la temperatura de la casa, además se han recuperado ciertos elementos, como las puertas interiores, para preservar la memoria de la edificación. La madera utilizada, por ejemplo, es de proximidad, como la de fresno que se usaba para hacer las barcas de la Albufera o la madera que se utilizaba para hacer los mástiles de las barcas de vela latina.

En el interior de la casa las paredes son de arcilla, para regular la humedad de manera natural; además, se han forrado todas las paredes de la casa con corcho, que es un material natural. Es decir, toda la casa está hecha con materiales que no solo no aumentan la huella sino que la reducen.

 

¿La bioconstrucción será la construcción del futuro?

«Esta claro que no podemos seguir construyendo como lo hemos venido haciendo en los últimos 50 años. Empezamos a entender que el cambio climático es más serio de lo que parece y nos sigue costando tomar medidas a nivel político para intentar revertir la situación. Al final tendremos que hacer lo que podamos a nivel personal y no esperar que nos den pautas para actuar», explica.

«La bioconstrucción es una manera de afrontar el problema. Utilizar materiales naturales controlando las emisiones de CO2, darnos cuenta de que los recursos naturales no son ilimitados, pensar en el reciclaje y en la reutilización. Y todo sin olvidarnos de aquello que siempre funciona: orientación, luz natural, ventilación cruzada, ambiente sano y saludable, energías renovables…»

 

 

La vivienda se organiza en dos volúmenes independientes conectados por una pasarela y una escalera de madera situadas en un patio central descubierto que garantiza la ventilación cruzada y la iluminación natural en toda la casa.

La planta baja alberga el salón-comedor-cocina y usa el patio como una habitación más, mientras que en la planta alta, dividida a ambos lados del patio, se reparten una habitación con vestidor y baño, y otra para la práctica del yoga. Por último, un estudio en la buhardilla y una terraza rematan el volumen mayor.

El Cabanyal se está convirtiendo en un vivero experimental de arquitecturas un poco diferentes, ya que las viviendas unifamiliares y su disposición urbana se prestan a ello. Eso puede enriquecer aún más el encanto que tiene el propio barrio …

«El Cabanyal está atrayendo a mucha gente, incluyendo aquellos que un día se fueron buscando nuevos espacios. Mi abuela vivía en el Cabanyal y se fueron al Ensanche en los años 50 porque el barrio se degradaba. Lo importante es revitalizar el barrio con nuevos vecinos no con viviendas turísticas», señala.

«Rehabilitar o construir nuevas viviendas con nuevos ojos y apostar por nuevas tipologías puede ser una de las aportaciones del Cabanyal a la ciudad. Y cualquier cosa que pensemos tiene que estar ligada a la sostenibilidad. Que sea la conexión de la ciudad con el Mediterráneo todavía tiene que motivarnos más para innovar e ir un poco más allá», concluye Fernando Olba.

Fotografía: Mariela Apollonio
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