El universo de Valdeska y la memoria de los sitios

11 enero 2023

por | 11 enero 2023

«Se enviaban libros a cuatro continentes. Donde más, a Estados Unidos y el destino más repetido, Nueva York. Tanto como para, a veces, sentirse ubicados en una de sus numeradas avenidas. Fue la ciudad que más mereció una librería como esta». El 31 de diciembre de 2015 la librería Valdeska de Valencia cerraba sus puertas tras 40 años de actividad. Empezó, se desarrolló y terminó sin concesiones. En su tarjeta de visita se describía como una «no-librería», y Sergio, su dueño, resultó ser el tendero de libros más sigiloso de la ciudad.

Durante una visita a la biblioteca de Estocolmo Sergio sintió extraña cualquier acumulación. Decidió que seguiría entre libros, pero no vendiéndolos. «Tantos libros y tantos autores acabaron con su energía para venderlos». Me voy. Me voy es el mediometraje documental de Paula Giménez Monar sobre todo aquello, que no es solo la historia del cierre de una librería, ni el retrato de un librero fuera de lo común, «es una voluntad de fijar las cosas en las imágenes filmadas».

La película empieza con un hombre, el librero, caminando por el túnel de las grandes vías, el que pasa por debajo de Germanías. Le siguen imágenes suyas colocando libros en el escaparate y en los estantes del espacio que ocupó en la calle del Mar de Valencia.

«Allá, a la entrada de la librería, los japoneses y sus posturas sabias de soledad y sosiego; junto a ellos, los místicos, Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús; allá, Nietzche, Pascal, muy cerca Heráclito y sus cronistas. Los poetas, los libros de artista, las vanguardias históricas y el novedoso diseño, escandinavo, italiano, y aquel libro ‘Lo feo no se vende’. Arriba, el altillo de exposiciones y trastos, 80 metros cuadrados entre ambos pisos», narra el propio Sergio con su voz en off.

Fotogramas de la película de Paula Giménez Monar.

Un pequeño grabado de la Virgen de Valdesca inspiró por casualidad el nombre cuando la librería iba a subir la persiana en la calle Quart, su primera ubicación, en el año 1979. Después pasaría a Gobernador Viejo y también estaría dos veces en el IVAM, una en la etapa de Carmen Alborch como directora y, más tarde, en la de Juan Manuel Bonet.

Sergio Valdeska, en realidad Sergio Adiego, el responsable escurridizo de todo aquello, se tomaba muy en serio el consejo de Matías Males, «no te signifiques», y vaya si lo cumplió. Fue el más discreto de los libreros de la ciudad, el que nunca, bajo ningún concepto, daba entrevistas y el que, paradojas de la vida, iba a terminar siendo el protagonista, casi sin quererlo, de esta película de Paula G. Monar.

«Estuve trabajando, durante un año aproximádamente, en la sede que tenía Valdeska en el museo San Pío V, y Lucía Boned, mi pareja de entonces, trabajaba en Valdeska, con lo cual yo aparecía por allí (por la librería de la calle del Mar) a menudo. Durante esa época mi relación con Sergio era más distante», cuenta la directora del mediometraje explicando cómo se conocieron. «Me fui a Barcelona a estudiar cine y, cuando volvía, de vez en cuando, veía a Sergio. Unos meses antes de que la librería cerrara él me comentó que iba a haber unos cambios en Valdeska, no sabía aún que iba a pasar y me dijo si quería ir grabando, sin más pretensión. En ese momento no nos propusimos nada más. Cuando venía a Valencia, estaba tres o cuatro días en Valdeska, grabando. Sergio entonces no me hacía mucho caso».

«Hasta que la librería cerró no nos pusimos a trabajar juntos, a buscar otro tipo de imágenes. Yo sabía que solo con lo que había grabado en la librería no era suficiente, necesitábamos otro material que pudiera reflejar el amplio universo Valdeska», explica.

Paula Giménez Monar (Valencia, 1989) estudió el grado de Documental en la ESCAC y el Máster en Construcción y Representación de Identidades Culturales en la Universidad de Barcelona (UB). Actualmente trabaja como montadora e imparte talleres de audiovisual y vídeo. Su primer cortometraje, titulado Verano (2012), fue seleccionado en la convocatoria de Arts Visuals de la Sala d’Art Jove y se proyectó en el festival Loop de Barcelona. El segundo, Ante cosas así (2018), entró en la Sección oficial de Alcances, Festival de Cine Documental. Me voy. Me voy (Temporal 2021) es su primer mediometraje documental, por el que se le concedió el premio Mirades dentro del festival DocsValencia.

¿Tu idea inicial era hacer un documental clásico sobre el sitio o contabas con hacer este ensayo poético?

Valdeska no era una librería clásica, ni Sergio un librero común, y nuestra forma de trabajar tampoco es muy corriente, así que la forma de este objeto/película no podía serlo, apunta. Desde el inicio lo que sí sabíamos, creo que lo único que sabíamos, era que esta no iba a ser una pieza al uso.

Por un lado Sergio dijo, ‘yo no quiero un documental cronológico’ y, por otro, yo no “sé” hacer ese tipo de piezas. Me gusta encontrar la forma para cada historia durante el proceso, no suelo empezar con una forma predeterminada, voy probando, voy buscando imágenes y sonidos y la película se va haciendo, despacio. Creo que los dos intuíamos, antes de hablar casi nada sobre la película, que teníamos una forma parecida de llegar a las cosas.

Cuando la librería cierra empezamos a pensar la película juntos. Hicimos un viaje a Pamplona en coche, no sabíamos muy bien a qué, a compartir, a buscar otras imágenes. Durante ese viaje recuerdo que le pregunté mucho a Sergio, ahí aun no entendía bien cómo íbamos a construir lo que estábamos haciendo. También fuimos a grabar al jardín Botánico, la primera sede de Valdeska estuvo justo al lado.

Cuando cerró la librería nos reuníamos en casa de Sergio. Poco a poco fue sacando material, diapositivas de la librería, fotos que él hacía durante sus viajes, me enseñaba libros, imágenes de algunos amigos asiduos a la librería. Algunas de esas cosas salen en la película, otras servían para ir poniendo ideas en común. Cuando fuimos generando más material empecé a montar y ahí vi que necesitábamos algo más, otra vez.

Le enseñé las imágenes a Sergio y le dejé capturas, con ese material escribió los textos que salen en la película. Los textos me los envió por correo postal. Sergio no tiene ordenador así que todo sucedía a otro ritmo. En algún momento me desesperé, es verdad. Pero también sabía que era lo que hacía distinto este proyecto, que todo iba de otra manera y a otro ritmo.

Con los textos de Sergio, la directora hizo un primer montaje y luego lo fue depurando con Lluís Zayas. «Entonces entró Martí Albert, el diseñador de sonido, que entendió muy bien el proyecto y creo que con su trabajo la película adquiere otra dimensión», dice. «En todo este proceso van pasando los años y así llegamos poco a poco a la forma que tiene ahora la película».

Fotograma de «Me voy. Me voy».

¿Cómo llevó una persona tan poco mediática y tan escurridiza, como Sergio, ser él mismo la película? (La peli-cosa, como la llama él en la cinta).

Sergio empezó diciendo que no quería aparecer en la película, eso es lo primero que me dijo. Pero una parte importante del proceso de la película ha sido conocernos, eso nos ha llevado un tiempo, es la parte interesante de hacer las películas de esta manera, con tiempo, sin pensar en resultados, más en el estar, en el proceso conjunto. Tengo la sensación de que siempre ha confiado en lo que podía salir. Luego en las presentaciones que hemos hecho de la película no ha querido estar, ha estado totalmente desaparecido. Supongo que piensa que lo importante ya está hecho.

¿Qué ha supuesto para ti hacer “Me voy. Me voy”?

Conocer a Sergio, eso ha sido lo más complejo e interesante a la vez. Creo que nuestra manera de hacer es similar y él me ha ayudado a entender ese hacer silencioso, el hacer sin pensar en lo que viene después. El trabajo de hacer y deshacer, hacer y borrar, un trabajo más intuitivo.

Ha supuesto también pensar en qué es una película, cómo se construye una totalmente independiente. Me gustan las películas en las que casi puedes ver el proceso, me parece muy interesante que la forma no este “cerrada”. Las películas pueden ser apuntes, pueden ser poéticas, pueden ser autobiográficas, pueden ser erráticas. Pero seguramente, para que eso aparezca, es más fácil no seguir un calendario cerrado. Veo que es complicado el equilibrio entre llevar a cabo un proceso creativo como este y tener una financiación mínima para cubrir los gastos del equipo. Sigo pensando cuál es la fórmula para hacer este tipo de proyectos.

«Ha estado bien que la editorial Cultura Temporal entrara al final del proceso para ayudarnos con la posproducción y para editar un dvd con la película, pensamos que tiene sentido que quede un objeto físico de este proyecto. Así que de alguna manera hemos encontrado la forma de darlo a conocer, hemos dado con una pequeña fórmula», concluye Paula.

La voz en off de Sergio cierra este trabajo que captura la esencia de aquello que fue Valdeska. «El hombre había pasado cuarenta años sin conseguir hablar con los libros. ¿Qué ha sido todo esto? Me voy, me voy», declama teatralmente el librero para concluir.

Como decía Carlos Pascual en «Los poderes del lector», una librería no es más que una idea en el tiempo, aunque esta, la librería Valdeska, quedará guardada en esta película para siempre, además de en la memoria de los que la conocieron.

Fotografía: Paula Giménez Monar.

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