Jordi Marset y la conexión Noruega

21 junio 2023

por | 21 junio 2023

Valencia es una ciudad de urbanismo irregular pero con un paisaje eléctrico. No lo digo yo, lo dicen las páginas de «Noruega», la gran novela de la ciudad en las últimas décadas, con sus heridas mal curadas, convertida en uno de los fenómenos editoriales recientes. Esa conjunción Valencia-Noruega, que se explica al poco de empezar la historia que narra Rafa Lahuerta en su libro, enlaza con la conexión físicamente real de la ciudad-origen y el país-destino de nuestro arquitecto protagonista: un valenciano en Noruega.

La diáspora de los arquitectos españoles por el mundo, sobre todo desde la crisis económica de 2008, ha sido una constante. Lejos de ser fácil e idílico, como pudiera parecer viendo esos programas televisivos que cuentan las andanzas de profesionales por los cinco continentes, irse es difícil. Pesan muchos condicionantes y el futuro, ay, es incierto. Pero en una profesión con la precariedad bastante instaurada en las nóminas (y en las cuotas de autónomo), irse puede ser una buena opción.

Ese fue el caso del arquitecto Jordi Marset, quien terminó sus estudios en la UPV en 2014 y empezó a colaborar con el estudio abalosllopis arquitectos en Valencia. Con la crisis del sector el pleno apogeo, Marset se planteó irse. Ese verbo. La suerte estuvo de su lado, como si hubiera detrás un guion televisivo de esos, porque dio la casualidad de que dos profesores que había tenido en la Escuela de Arquitectura (ETSA) habían ganado dos concursos en diferentes ciudades de Noruega mientras ejercían también como docentes allí. Marset contactó con ellos y en verano se trasladó. Hasta aquí, dos circunstancias a su favor: podía plantearse irse y tenía contactos en el lugar de destino.

La experiencia laboral de Marset en el país nórdico se desarrolló en el estudio Worksonland Arkitektur durante dos años. «Una vez aprendido un poco más el idioma decido dar el salto a un estudio noruego, Reiulf Ramstad Arkitekter (RRA). Un estudio de carácter más internacional y con reconocidos proyectos en Noruega», explica.

«Trabajo en RRA cinco años. Durante ese tiempo participo en diversos concursos, tanto nacionales como internacionales; en diversas fases de proyectos de viviendas; la revista de arquitectura Enblanco publica un monográfico sobre el estudio y participamos en las jornadas de conferencias internacionales de Materia y Forma de la Cátedra Blanca Valencia de la UPV».

Es durante esos cinco años, a través de un amigo arquitecto de Valencia, cuando conoce a la fotógrafa de arquitectura Mariela Apollonio. Ella había sido invitada por el colegio de arquitectos de Oslo a dar una conferencia sobre fotografía. «De un modo informal le presento el trabajo del estudio RRA y de otros estudios donde tenía contactos, entre ellos donde trabajo a día de hoy (R21 Arkitekter). En 2018 Mariela vino por primera vez a Noruega a fotografiar dos proyectos de RRA». Ahí comienza una fructífera colaboración entre ambos que lleva a la fotógrafa a visitar Oslo varias veces al año.

«Desde hace poco más de un año entro a formar parte del equipo de R21 Arkitekter. Decido cambiar porque me interesa mucho más su manera de entender la arquitectura y su enfoque hacia la profesión. Trabajamos sobretodo con vivienda, tanto pública como privada. El estudio asume el proyecto desde los bocetos hasta el edificio terminado e intenta controlar la calidad de la obra ejecutada. Todo el equipo discute mucho durante todas las fases del proyecto, independientemente de la escala del mismo, del cliente o del presupuesto», apunta Marset.

 

El arquitecto Jordi Marset, un valenciano en Noruega.

«¿Porqué decido quedarme en Noruega? Por un lado está el crecimiento profesional como arquitecto. Por otro lado, tengo pareja noruega y, ahora, un hijo. No descartamos volver a Valencia en un futuro lejano. También es un país que proporciona estabilidad económica, lo cual nos permite viajar siempre que hay una oportunidad».

Diferencias entre trabajar en España y en Noruega

«En España los proyectos se dibujan mucho más al detalle», explica Marset. «Quizás esto sólo ocurra en Noruega en proyectos de pequeña escala donde el cliente es más flexible y hay un contacto mucho más directo con él».

«La mano de obra en Noruega es muy cara. Eso lleva al cliente a tomar otro tipo de decisiones en proyectos de gran escala desde la fase inicial. A nosotros nos repercute en que no podemos tomar las decisiones que nos gustaría cuando el proyecto está en construcción o que un día llegas a la obra y han construido algo que no estaba acordado sin avisar para reducir los costes», reflexiona.

Es importante mencionar que la carrera de arquitectura es diferente entre ambos países. «Mientras en España, aparte de tener la asignatura de proyectos, se estudia también construcción, estructuras, historia, instalaciones, paisajismo, etc. en Noruega se focaliza mucho en la asignatura de proyectos y se dan pinceladas en el resto de las asignaturas».

«Esto se traduce en el ámbito profesional, por ejemplo, en que los ingenieros calculan todas las estructuras o los paisajistas se encargan 100% del paisaje. Es una consecuencia grande para la arquitectura ya que los distintos profesionales a veces trabajan por separado, lo cual acaba con muchas confrontaciones y una pérdida grande para la arquitectura y sus usuarios. A nosotros nos obliga a tener una colaboración muy cercana con el resto de profesionales para que el proyecto sea lo más cercano a las intenciones de nuestro trabajo», explica.

«En cuanto a horarios quizás son más flexibles en Noruega que en España. Hay libertad para trabajar en casa, en el estudio o donde quieras, siempre que hagas tu trabajo».

¿Se puede compatibilizar el trabajo entre Noruega y España? «Durante estos años he colaborado con Abalosllopis arquitectos en dos casas en Valencia y en un concurso de un museo en una ciudad al sur de Noruega. Ahora estoy haciendo, por mi cuenta, una cabaña en una zona de montaña de Noruega y diversos proyectos de menor escala. Hasta que nació mi hijo había sido más sencillo compatibilizar el trabajo fuera del estudio. Ahora hay que ajustar horarios y trabajar por las noches, nada nuevo».

Repasamos algunos trabajos de R21 Arkitekter, el estudio donde trabaja Marset, fotografiados por Mariela Apollonio.

Villa Ness Terrasse

El proyecto plantea el diseño y la construcción de una vivienda unifamiliar, situada en una subárea rodeada de viviendas unifamiliares en el pueblo de Nesbru, cerca de Oslo.

La parcela, de una superficie aproximada de mil metros cuadrados, se caracteriza por dos factores. El primero, el desnivel del terreno en relación a la calle. El segundo, su ubicación al final de un cul de sac abrazado por construcciones de nueva edificación excepto en su lado noreste donde éste linda con una masa paisajística existente, sin que intermedie con él ningún tipo de límite físico, lo que garantiza una amplitud y riqueza visual en la misma dirección.

«Aprovechando estas premisas, se propone un muro de contención a lo largo de la parcela que por un lado contiene el terreno hacia la calle y, por otro, protege a la vivienda de las construcciones cercanas, dejando así el paisaje existente como fondo de perspectiva del cul de sac. Sobre éste se asienta la vivienda. Un elemento sólido horizontal se separa del terreno y se apoya sobre las distintas cajas que articulan los espacios habitables, diluyéndose y fundiéndose éstos con las zonas exteriores. El volumen resultante se muestra con toda su contundencia para mantener la privacidad sin renunciar a grandes superficies vidriadas», explica Marset.

Se pretende que la planta primera sea abierta, que se relacione de forma franca con el exterior, pero que al mismo tiempo mantenga la escala doméstica y sobretodo la privacidad generada por las cajas. Se trata de una planta fluida con conexiones diagonales, donde los espacios son definidos por el mayor o menor grado de permeabilidad visual que se establece entre ellos.

En cuanto a materiales, se decide utilizar gaviones de piedra y acero corten para el pesado muro, aproximándose así al paisaje y, pudiéndose cubrir con vegetación con el tiempo, con la intención de establecer cierta coherencia con el entorno. Para el volumen superior se recurre a la madera de cedro natural y al vidrio, enriqueciendo las visuales cruzadas entre los distintos espacios interiores con el exterior.

Casas patio Ullerntoppen

En esta obra hay dos argumentos iniciales importantes, explica el arquitecto valenciano: el cliente, que compra una parcela con vistas hacia el fiordo de Oslo y quiere hacer un proyecto de viviendas para vender; y el Ayuntamiento, que tiene una codificación muy estricta en esta zona.

«Con estas dos premisas, se empieza un proceso de trabajo sobre una tipología que nos interesaba estudiar que es la casa con patio. Una categoría con historia en Noruega que se deja de usar por temas de densidad, ya que requiere mucha superficie. La idea era hacer viviendas en dos plantas más sótano común, donde estaría el parking».

«La parcela tenía una caída bastante pronunciada, lo que nos permitía ir intercalando las casas y moviéndolas, desplazándolas vertical y horizontalmente, para lograr que por lo menos las partes finales de las casas tuvieran todas las vistas hacia el fiordo. La configuración en planta es de doble peine con un pasillo de acceso en el centro que nos ayudaba a librar la diferencia de terreno con un sistema de escaleras y accesos. Al ir moviendo las casas, ambos peines iban a tener vistas en diagonal hacia el fiordo».

«Por un lado, el sistema de casas patio administra muy bien la apertura de grandes vidrios, y por otro lado la privacidad, al tener una espalda muy cerrada; puede haber mayor densidad sin perder las cualidades de privacidad de una vivienda unifamiliar. De ahí nace la idea de la forma de la pieza, intentando que esta fuera lo más fina y larga posible para que el patio fuese lo más extenso posible».

Villa Solveien

En este caso el encargo consistía en proyectar una casa íntima y robusta. Un terreno existente muy abrupto, pinos muy altos y una vista espectacular hacia el fiordo eran las premisas del lugar.

«Con la idea de conservar las cualidades de la topografía, el proyecto encuentra su sitio a través del reto de ubicar un extenso programa en una situación de acceso un tanto inusual. La entrada a la vivienda desde la cota de calle se produce a través de un ligero puente en su planta superior. Desde allí, una escalera en espiral nos acompaña hasta las zonas de día», explica Marset.

«La distribución de habitaciones está basada en los principios convencionales de transición gradual entre áreas públicas y privadas. Desde los espacios más públicos en la planta superior, pasando por la planta intermedia con las zonas de día, hasta la planta baja que contiene las habitaciones».

«Estructuralmente el proyecto consiste en una base sólida de hormigón y una estructura de madera ligera sobre ella. La base sólida contiene las zonas privadas mientras que la ligera y ‘transparente’ estructura de madera contiene las zonas públicas, teniendo siempre el paisaje como fondo de perspectiva».

Viviendas Von Øtkens Vei

«La situación inicial era muy parecida a Villa Solveien ya que ambas parcelas están muy cerca», explica el arquitecto. Un terreno con una topografía muy acentuada y unas vistas espectaculares sobre el fiordo. «Partiendo desde la calle de acceso se recorre un túnel privado que desemboca en las zonas comunes; éstas se abren al fiordo y están definidas por unas vigas de hormigón que conectan los volúmenes con un existente paisaje cuidadosamente tallado».

«Las viviendas se ubican en dos volúmenes parcialmente excavados en la ladera, conectados bajo tierra. El acceso se realiza a través de un núcleo vertical independiente en el centro del conjunto. Cada volumen contiene dos viviendas. En la planta superior se ubican los accesos, garajes y terrazas. En las plantas inferiores se ubican las estancias de día, los baños y las habitaciones».

«Contra la ladera, y en extensión de la misma, los muros portantes son cerrados y los materiales son dominados por la piedra y el hormigón. Hacia las vistas, las viviendas se abren con una construcción ligera de pilares de acero organizando la planta y liberando la fachada. El diseño de los pilares, con sección en forma de cruz, hace que parezcan más esbeltos para obstruir la vista lo menos posible. Los voladizos de las loses y cubiertas de hormigón dominan la expresión en fachada enfatizando así la conexión desde la montaña hacia el paisaje».

Volviendo a ese urbanismo irregular y ese paisaje eléctrico, Jordi Marset no ha leído «Noruega» («me la apunto«), pero ve Valencia «con nostalgia».

«Cada vez que bajamos estamos en el barrio donde crecí, el Cabanyal. Me alegra ver que se está intentado recuperar lo que fue, después de décadas de degradación. Aún así, queda mucho trabajo por delante… Antiguamente, la gente sacaba las sillas a la calle, eso debería de volver porque la ciudad es de la gente. Se debe de hacer ciudad para los ciudadanos. El contraste con Oslo es muy grande, para bien de Valencia, los romanos no llegaron a Noruega…».

Fotografía: Mariela Apollonio.

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