La Casa del Calvari: el valor de las cicatrices

17 noviembre 2021

por | 17 noviembre 2021

El estudio Endalt, formado por los Rosaleny, Carles y Marcel·lí, encaró el proyecto de rehabilitación y ampliación de una vivienda, la Casa del Calvari, en el centro histórico de Alcàsser (València), con la idea de respetar todo aquello que fuera posible, dejando las huellas como homenaje a los que en algún momento de sus vidas fueron protagonistas de las transformaciones de la casa.

Ambos se inclinan por hacer una arquitectura que hable del pasado con un lenguaje contemporáneo: «una arquitectura que recuerde a aquella arquitectura sin arquitectos, que es el resultado del saber colectivo y fruto de la experiencia acumulada de las generaciones que nos precedieron», apuntan.

«La arquitectura doméstica es el reflejo de aquellos que la habitan y las casas son resultado de la suma de necesidades y cambios acumulados en la línea del tiempo de la vivienda. Nos hablan de sus vidas, de sus posibilidades, de sus deseos y aspiraciones, de sus errores y sus aciertos. Crecen y se transforman con los años, se reinventan y se destruyen hasta reducirse al imaginario de quien las habitó», explican.

«En esta intervención, las dificultades más grandes a la hora de ejecutar la obra vinieron dadas por las características constructivas de los elementos estructurales originales que obligaron a hacer refuerzos puntuales para garantizar la estabilidad del edificio. Se trataba de una casa con una construcción humilde donde, en determinados puntos, el grado de afección del paso del tiempo era más evidente», apuntan desde el estudio.

Su actuación sobre el edificio busca valorar las cicatrices de todo aquello que se elimina con el fin de adaptar la vivienda a un habitar contemporáneo. «Así, aparecen en las paredes las huellas del forjado o la bóveda de tabica de la antigua escalera, ahora sustituida por una escalera metálica de chapa plegada. Se utilizan, además, materiales contemporáneos fácilmente identificables que ofrezcan a la nueva construcción una imagen impoluta que contraste con la aspereza e imperfección de las capas más antiguas de la construcción primigenia. Por este motivo, se recurre a tabiquerías en seco de entramado autoportante de cartón-yeso así como pavimentos uniformes y de gran formato que contribuyen a la fluidez del espacio», explican.

«Consideramos que alargar la vida útil de los edificios supone una obligación en un mundo de recursos finitos. La sostenibilidad debe convertirse en el eje central de la profesión de la arquitectura, no sólo desde un punto ambiental y económico, sino también desde el punto de vista sociocultural: respetar y conservar aquello que fue construido por nuestros antepasados supone proteger sus enseñanzas y su conocimientos». La Casa del Calvari: el valor de las cicatrices.

La casa y el corral

La vivienda se concibe desde la entrada como una secuencia de espacios que va adentrándose progresivamente en un mundo interior propio de la arquitectura tradicional valenciana: el corral. A medida que nos adentramos en la vivienda vamos ganando privacidad. En medio de este corral, y a modo de recordatorio de antiguas formas de vida, un viejo limonero rinde tributo a todos los que durante generaciones han habitado este edificio y se sirvieron de sus frutos.

«Este recorrido secuencial se concibe como un recuerdo también de aquellas casas que todavía hoy copan los centros históricos de los pueblos de l’Horta de València. Se van encadenando espacios cuya función no siempre queda exactamente definida pero que no dejan de tener sentido: una entrada que descubre la totalidad del volumen original de la vivienda y su cubierta a dos aguas, una sala de estudio que se transforma en habitación de invitados, una pequeña biblioteca, un espacio de estar, un comedor…»

«El espacio fluye de forma continua, interrumpido solo por el recuerdo de una puerta rescatada de la vivienda que filtra y protege el verdadero corazón de la casa; un corral que quiere ser parte del estar y un estar que quiere también ser corral. Y más allá, en lo más profundo de la vivienda, un espacio reservado para los invitados más excepcionales, aquellos que merecen adentrarse hasta lo más profundo del alma del anfitrión», apuntan los arquitectos.

En la parte trasera, una vez superado el volumen original de la primera vivienda, se construye un pabellón de nueva planta como resultado de eliminar las ampliaciones del edificio original, de menor calidad constructiva, «para así reinterpretarlas de nuevo», explican.

Este pabellón se sirve de todos los mecanismos para reforzar la relación entre la zona de día y el corral. De esta forma se crea una gran apertura entre medianeras, eliminando todos los soportes intermedios y disponiendo una carpintería plegable que permite una relación total entre espacios. Al mismo tiempo, el retranqueo de la carpintería respecto de los planos permite la creación de un espacio intermedio cubierto y exterior, que contribuye a diluir la línea entre interior y exterior.

Arquitectura desde el área metropolitana

A la hora de trabajar, ¿difiere estar ubicado en un pueblo cerca de València a estar en la ciudad? ¿Ventajas y desventajas?

«Somos un estudio joven y cuando nos lanzamos a la aventura hace 4 años empezamos a trabajar con clientes del pueblo. Esta proximidad con los clientes, sus necesidades y los lugares donde se construyen sus proyectos nos ha llevado a desarrollar un proceso creativo que parte de un intenso trabajo con ellos, que en su mayoría viven en nuestro municipio o en las poblaciones de los alrededores. Por otro lado, nuestra visión desde una población de una escala pequeña, que todavía conserva una vida social de pueblo, ha afectado también a la forma en la que trabajamos las relaciones de los edificios que proyectamos y su entorno, así como la forma en la que convive el edificio con el espacio público. En este sentido, trabajar a esta escala local nos permite también el contacto directo con los artesanos del lugar, el conocimiento de sus oficios y su buen hacer, una oportunidad que aprovechamos siempre bebiendo de su conocimiento y experiencia».

¿Cómo se ve la ciudad de València desde un estudio de arquitectura de Albal? 

«La visión de nuestro estudio sobre la ciudad de València se ve condicionada inevitablemente por los proyectos urbanísticos desarrollados en los últimos años y que empiezan a cristalizar en espacios urbanos de mayor calidad y en los que la predominancia del vehículo se ha ido desplazando en favor del peatón y los modelos de movilidad sostenible, creando una ciudad más amable, accesible y sostenible para el presente y el futuro. La ciudad de València sigue siendo cada vez más un punto de atracción cultural y una parte esencial para garantizar el dinamismo necesario en nuestra profesión de cara a la innovación en vivienda, diseño o urbanismo. Consideramos, además, de gran relevancia para la ciudad su nombramiento como Capital Mundial del Diseño 2022 además de ser una oportunidad única para convertir el diseño en un eje fundamental del desarrollo de la ciudad en todos los ámbitos, también desde su área metropolitana». 

¿Qué le falta a València y qué le sobra?

«Bajo nuestro punto de vista, València necesita un mayor esfuerzo por mejorar la relación con las poblaciones que conforman su área metropolitana. Resulta necesaria una mejora en la red de transporte público, que posibilite una reducción de los desplazamientos a la capital con vehículo privado. Esta conexión a nivel de transporte se debería también reforzar desde un punto de vista urbanístico y social, apostando todavía más por proyectos comunes, que trabajen en la integración de los diferentes núcleos urbanos y en su relación con los paisajes y parques naturales próximos a la ciudad como l’Horta de València, l’Albufera o el Parc Natural del Riu Túria. 

Las políticas públicas de movilidad llevadas a cabo en los últimos años deberían seguir profundizando en la reducción del tráfico rodado, con una clara apuesta por espacios donde el peatón cobra protagonismo, porque a València le siguen sobrando coches. 

Por otro lado, la ciudad de València necesita trabajar en su autoestima colectiva; poner en valor todos aquellos activos de que disponemos: su patrimonio construido, su patrimonio cultural y social, su lengua…, así como el potencial humano de una ciudad que se sitúa ya como un referente internacional del diseño, la arquitectura, urbanismo y la movilidad sostenible».

Fotografía: David Zarzoso.

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