La Gassiona: una casa para contemplar el silencio

16 febrero 2024

por | 16 febrero 2024

«Todo comenzó buscando un trocito de tierra, un lugar para conectarnos con la naturaleza y con lo rural y para entender en primera persona todo aquello que no es urbano. Estuvimos unos dos años de búsqueda por senderos y pueblos, hasta que dimos con este lugar llamado La Gassiona, a cuatro kilómetros de Cabanes (Castellón), por caminos de almendros y olivos y a una hora de Valencia». Lo explica la arquitecta y profesora en la Escuela de Arquitectura Susana Iñarra, también doctora e investigadora del Laboratorio de Neuroarquitectura de la UPV y bien conocedora de cómo los lugares transforman a las personas.

La casa se ubica en un paraje de Cabanes, La Gassiona, orientado hacia las montañas del parque natural del Desert de les Palmes. Es una parcela con un centenar de olivos en bancales de piedra, entre los cuales hay algunos centenarios de la variedad Farga, uno de ellos protegido por la Generalitat porque tiene siete metros de perímetro, y una gran parte de bosque.

 

La arquitecta y su pareja, el artista y restaurador de arte Juanma Pérez, pasaron un par de años conociendo las cuatro hectáreas a las que debían aprender a tratar. «Estudiando  los cuidados de los olivos, plantando algún que otro frutal, abriendo senderos por el bosque e imaginando cuál sería la ubicación y forma más adecuada para construir algo. En este sentido, la casa no pretendía ser más que un espacio para seguir observando y cuidando el lugar«, explica Susana Iñarra.

La construcción, cuyo proyecto y ejecución fue llevada a cabo por Iñarra, también fue un proceso lento. «Al no contar con ningún suministro y tener un acceso únicamente por un camino de tierra hubo que adaptar el diseño a lo que pudiera realizar una pequeña empresa con experiencia en lo rural, para la obra gruesa, y a lo que pudiéramos hacer nosotros mismos, para las instalaciones: recogida de agua de lluvia, placas fotovoltaicas y gestión ecológica de residuos. Todos estos condicionantes limitaron mucho el diseño, que no esconde su austeridad«.

 

 

«El resultado es una pequeña casa más para contemplar que para ser contemplada, una pequeña escala al final de una ruta en busca de silencio», apunta la arquitecta. En ella, el artista muta a agricultor, pues es él quien se ocupa de las labores de cuidado de los olivos, mientras los fotografía, graba los sonidos de la noche e incorpora todo eso a sus proyectos artísticos.

 

 

«La verdad es que todavía nos sorprende como nos hemos enamorado de este lugar y de este nuevo modo de vida, aunque sea de fines de semana, que implica menos comodidades, más esfuerzo y más incertidumbre. El punto de partida siempre ha sido querer pertenecer a esa tierra, más que que la tierra nos perteneciera, transformarnos nosotros, antes que transformar el paisaje», concluyen.

 

La casa está ubicada en el paraje natural de La Gassiona, en Cabanes (Castellón).

Fotografía: D.R.

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