La excepcional vida de Matilde Ucelay

1 mayo 2022

por | 1 mayo 2022

Dicen que cuando en Nueva York son las tres de la tarde, en Europa son las nueve pero de diez años antes. En el momento histórico en el que se sitúa la vida de la primera mujer arquitecta que hubo en España, el desfase espacio-temporal era tan vertiginoso con respecto a la vecina Europa que como para pensar en Nueva York. Matilde Ucelay Maortúa (Madrid, 1912-2008) fue la primera mujer titulada en arquitectura en este país, en el fatídico 1936, y también la primera en ejercer, pese a todo, una carrera profesional plena: más de 120 proyectos, realizados íntegramente por ella misma, en sus 40 años de ejercicio profesional. Fue la excepcional vida de Matilde Ucelay.

El Instituto de Arquitectura de Euskadi ha publicado una ampliación de la monografía escrita por la arquitecta Inés Sánchez de Madariaga que describe la trayectoria de Ucelay, quien también fue la primera en ganar el Premio Nacional de Arquitectura, en 2004, y una de las pocas mujeres en dirigir su propio estudio con una trayectoria excepcional. La visibilización de Ucelay supone un paso necesario a la hora de tener referentes femeninos en un ámbito tan masculinizado, históricamente, como el de la arquitectura.

Sánchez de Madariaga, directora de la Cátedra Unesco de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Politécnica de Madrid, fue quien introdujo el enfoque de género en el ámbito académico de una escuela de arquitectura española por primera vez con la creación, en 1999, del primer grupo de investigación español Generourban en el Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Escuela de Arquitectura (ETSAM).

Esta investigación sobre Ucelay, que arroja luz sobre la vida profesional y familiar de esta pionera, cuenta también con una selección de obras, testimonios de familiares y una cronología de lo que supuso su apasionante trayectoria.

Como explica la autora, «escribir la biografía de una persona cuya vida no ha tenido una dimensión eminentemente pública entraña alguna dificultad. Cuando los documentos escasean es fácil caer en la invención o en la ficción (…), quien escribe biografías femeninas se enfrenta casi siempre a estas dificultades. Las mujeres que han vivido en el ámbito privado y no han llevado vidas públicas suelen pasar por el mundo dejando pocas huellas documentales para la posteridad. Este es el caso también, todavía, de aquellas primeras mujeres que se han aventurado a la vida pública, de las pioneras, como Matilde Ucelay». 

«Cuando adquirí el compromiso de escribir el libro conmemorativo del Premio Nacional de Arquitectura a la primera arquitecta española me encontré con esta dificultad. No había nada publicado sobre Matilde Ucelay y los documentos eran escasos. De su vida y su obra queda constancia documental de los planos de los edificios que construyó, algunas cartas (las que se escribió con Félix Candela son históricamente significativas), fotografías familiares y, apenas, tres o cuatro entrevistas concedidas en vida, algunos documentos oficiales y, por supuesto, su encuentro con la justicia», explica Sánchez de Madariaga, quien ha escrito la versión ampliada de aquel libro conmemorativo que ahora se edita, en tres idiomas, con la colaboración de Puente Editores.

Ucelay perteneció a esa generación de mujeres de la burguesía ilustrada española que, educadas en ambientes liberales, artísticos y profesionales, empezaron a acceder a las universidades en las primeras décadas del siglo XX.

Las niñas Ucelay, Matilde y sus tres hermanas, se habían criado en el Madrid de principios de siglo que retrataba Baroja: iban de paseo al Retiro, tenían un ama que les cuidaba y un maestro en casa que les enseñaba francés, alemán y todo lo demás hasta que ingresaban en el instituto. Ucelay tuvo grandes oportunidades y las aprovechó.

Matilde Ucelay estudia brillantemente el bachillerato en el Instituto Escuela, que seguía la tradición de la Institución Libre de Enseñanza, y lo compagina con la carrera de piano, muy importante para ella. En ese instituto le enseñan a razonar, en lugar de memorizar, van de excursión para aprender de la naturaleza y los chicos y chicas estudian juntos, una coeducación, entonces extraordinaria, que también tuvo su futuro marido.

El entorno intelectual del Instituto Escuela y el teatro universitario La Barraca, fundado por Federico García Lorca, sería el círculo cultural que rodearía a la familia. La influencia de la madre de Matilde, Pura Maortúa, fue enorme. Ella fundó el Lyceum Club, una de las primeras asociaciones femeninas españolas, a la que pertenecieron las contadas mujeres profesionales que había entonces: Clara Campoamor, Victoria Kent, Matilde Huici, María de Maeztu o María Lejárraga, entre otras. Algunos hombres las llamaban, despectivamente, «las maridas».

Volvamos a Matilde. En 1931, la hija mayor de Pura Maortúa ingresa en la Escuela de Arquitectura de Madrid, donde coincide con Félix Candela, a quien le unirá una amistad de por vida, y con Fernando Chueca Goitia, con quien hará dos cursos universitarios en uno.

«Matilde Ucelay: la primera arquitecta española». Instituto de Arquitectura de Euskadi.

Cuando termina la carrera sus compañeros le ofrecieron un homenaje al que asistió Amós Salvador, ministro de Gobernación. Eso fue a principios de julio de 1936, a pocos días del inicio de la guerra.

Ese mismo verano, con la contienda iniciada, Ucelay entró a formar parte de la nueva junta de gobierno del Colegio de Arquitectos de Madrid, donde permaneció hasta octubre del 36 y lo que le supondría, luego lo veremos, nada más y nada menos, tres consejos de guerra una vez terminado el combate.

«Matilde Ucelay: la primera arquitecta española». Instituto de Arquitectura de Euskadi.

«Matilde Ucelay: la primera arquitecta española». Instituto de Arquitectura de Euskadi.

En 1937, Matilde Ucelay y su marido, el editor José Ruiz-Castillo, propietario junto a sus hermanos de la prestigiosa editorial Biblioteca Nueva (sería editor de los autores más importantes de las generaciones del 27 y del 98), se trasladaron a Valencia, Capital de la República en ese momento.

Allí, como explica Madariaga, se casaron y «compartieron una casa de refugiados con otras dos parejas, Rafael Alberti y Teresa León y Arturo Ruiz-Castillo y Rosa Bernis”. En Valencia, el marido de Ucelay trabajó como funcionario del Ministerio de Agricultura sin riesgo a que le llamaran a filas por un problema que padecía en la visión. «Valencia era vida. Allí pasamos la guerra”. Allí, en 1938, nació el primer hijo de la pareja.

Ucelay regresó con su familia a Madrid en 1939 y fue entonces cuando le cayó encima toda la carga de la represión: sufrió arresto domiciliario, una importante sanción económica, la prohibición de firmar proyectos privados durante cinco años, la prohibición de trabajar en el sector público y de ejercer cargos directivos de por vida. Tales sanciones fueron ejecutadas a través de dos depuraciones profesionales a cargo del Gobierno y a través de tres consejos de guerra a cargo de las autoridades militares.

El castigo, y la violencia institucional, que recibió Ucelay por haber pertenecido a la junta de gobierno del Colegio de Arquitectos fue comparativamente bastante más severo que el que recibieron sus compañeros varones. Las autoridades decidieron «aliviar» los castigos a los arquitectos hombres ante la posibilidad de quedarse sin profesionales cualificados, entonces escasos. En el caso de Matilde Ucelay optaron por endurecerlos.

Matilde Ucelay tenía un difícil encaje en el modelo de mujer tradicional y sumisa que propugnaba la Falange y su Sección Femenina, «el fin esencial de la mujer es servir de complemento al hombre”, así que era comprensible que la odiaran. El franquismo intentó borrar su existencia de cualquier tipo de registro profesional y hacerla desaparecer a nivel profesional. Pero no lo consiguió.

Pese a los juicios interminables y las duras sanciones, Ucelay desarrolló una extensa carrera de cuatro décadas como profesional liberal en solitario, y lo hizo durante la dictadura franquista, que negaba los derechos legales y económicos a las mujeres, con prohibiciones expresas de actividades necesarias para trabajar, como firmar contratos o gestionar el patrimonio propio, por ejemplo. Los arquitectos Aurelio Botella y José María Arrillaga, dos buenos amigos y cómplices de su colega represaliada, firmaron algunos de sus proyectos durante el periodo de inhabilitación profesional que ella sufrió entre 1942 y 1948.

Esta trayectoria tan inusual se apoyó en dos factores imprescindibles con los que Ucelay contó de partida: su origen burgués e ilustrado y su vida junto a un hombre que apoyó la carrera de Matilde por encima de la suya. «Fue capaz de algo todavía difícil para muchos hombres hoy en día, en cualquier parte del mundo, y que se antoja una auténtica proeza para un hombre de su generación«, explica Madariaga.

La tenacidad y el talento de Ucelay, su capacidad de trabajo, su fuerza de voluntad y su atrevimiento hicieron el resto, además, por supuesto, de las ventajas con las que partió por su clase social.

«Matilde Ucelay: la primera arquitecta española». Instituto de Arquitectura de Euskadi.

Las mujeres de la generación de Ucelay abrieron en España caminos en las distintas ramas del arte y la ciencia, aunque muchas de ellas abandonaron o simplemente no llegaron a ejercer sus profesiones en el ambiente hostil del franquismo. No fue el caso de Ucelay. Más bien al contrario, en una época en la que las mujeres carecían de derechos legales, Ucelay ejerció plenamente una profesión liberal con importantes responsabilidades hasta su jubilación en 1981. La excepcional vida de Matilde Ucelay.

Como explica la profesora Inés Sánchez de Madariaga, «la incorporación de las mujeres a la profesión de arquitectura fue tardía con respecto a otros países, donde ya había arquitectas trabajando desde finales del XIX». Como consecuencia del franquismo y la consiguiente pérdida de derechos de las mujeres, la normalización en el acceso a los estudios no existió hasta la llegada de la democracia. Es en la década de los 90 cuando el número de mujeres que estudian arquitectura aumenta de forma sostenida.

El balance de Madariaga al respecto no es optimista «son pocas las arquitectas que han alcanzado puestos de responsabilidad y de reconocimiento en sus campos de actividad. La inmensa mayoría de las que han conseguido desarrollar una actividad liberal estable y reconocida con estudio propio lo han hecho en colaboración con un socio varón, casi siempre también esposo. Hasta hoy, pocas arquitectas españolas han conseguido lo que logró Matilde Ucelay».

Ucelay se especializó en proyectos de viviendas para la burguesía adinerada de Madrid (mayoritariamente extranjera y femenina, por lo menos al principio, que era la que confiaba en ella): casas de mucha calidad en el diseño y cuidadas hasta el mínimo detalle. La mayor parte fueron unifamiliares, como la que construyó para José Ortega Spottorno, pero también proyectó fábricas, laboratorios, almacenes y tiendas. Jamás tuvo encargos institucionales pero su círculo social era el más ilustrado y liberal del Madrid de la época. La tertulia de Ortega y Gasset y la editorial de los Ruiz-Castillo formaban su entorno social e intelectual más inmediato.

A principios de los años 50, la construcción de la casa Oswald le abrió las puertas a la alta sociedad. El propietario era un rico industrial que tenia una fábrica de plásticos y para él construyó varias casas, entre ellas una en Puerta de Hierro, hacia 1952, su primera obra importante, y otra en Chillarón del Rey (Guadalajara, 1964).

El último encargo profesional que tuvo Matilde Ucelay en su larga vida como arquitecta fue de la célebre pareja formada por Isabel Preysler y Miguel Boyer, que acabó rechazando por suponer demasiado trabajo para su edad. Preysler era amiga de Marta Oswald y quería una casa como la suya. Pero se quedó con las ganas.

Casa Oswald, Puerta de Hierro (1952).

Casa para la familia Oswald, en el embalse de Entrepeñas. «Matilde Ucelay: la primera arquitecta española». Instituto de Arquitectura de Euskadi. Foto: Mariela Apollonio.

Extensión de la Casa del Venado (Segovia, 1940). «Matilde Ucelay: la primera arquitecta española». Instituto de Arquitectura de Euskadi. Foto: Mariela Apollonio.

Matilde Ucelay, convertida ya en una referencia y en un ejemplo de resistencia intelectual durante los tiempos más oscuros, tuvo varios reconocimientos al final de su vida, de los que fue plenamente consciente. Entre ellos, el Premio Nacional de Arquitectura en 2004. La justicia poética sonreía así a la primera mujer arquitecta de España galardonándola con ese reconocimiento que, con esta pirueta, recaía en una mujer por vez primera. A sus 94 años, y con toda su trayectoria a cuestas lo recibió, además de orgullosa, sorprendida. Así fue la excepcional vida de Matilde Ucelay.

Fotografía: «Matilde Ucelay: la primera arquitecta española». Instituto de Arquitectura de Euskadi y Puente Editores. Inés Sánchez de Madariaga. Fotos de obras: Mariela Apollonio.

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