La muestra ‘100 objetos de IKEA que nos hubiese gustado tener en VINÇON’, que se puede ver en el Disseny Hub Barcelona, parte de una idea original de Fernando Amat, alma mater de la firma catalana quien propuso, junto a Sergi Amat, seleccionar 100 objetos de la marca sueca que les hubiese gustado tener en su mítica tienda. Juli Capella, que es el comisario de la exposición, ha desarrollado esta idea inicial para, más allá de la selección de las piezas, establecer un juego de espejos entre las dos marcas: dos referentes que han marcado las últimas décadas del diseño y que, pese a las evidentes diferencias de escala, también presentan semejanzas.
Este análisis comparativo, que profundiza en 14 ítems que van desde la historia y los fundadores a las cifras o la geografía, pasando por el logotipo, la publicidad, las bolsas, la democratización del diseño, la promoción de la cultura o la arquitectura de las tiendas, pone en evidencia diferencias como el alcance territorial, la facturación o el tipo de gestión. Pero también saca a la luz algunas características comunes en el perfil de sus impulsores, en la importancia que las dos marcas han dado a aspectos como la comunicación, el naming, el sentido del humor o en el compromiso compartido con el buen diseño.
La conversación que la exposición establece entre VINÇON e IKEA permite reflexionar sobre aspectos como qué es el buen diseño y cómo impacta en la vida cotidiana de las personas, los cinco valores del diseño democrático (forma, función, calidad, sostenibilidad y precio) o la interrelación entre funcionalidad y estética.
La exposición informa del precio de las piezas escogidas, un hecho nada usual en un museo. Y lo hace precisamente con la intención de introducir el debate sobre la importancia social que tiene este dato a la hora de escoger un producto. El juego de espejos entre las dos marcas también plantea otros temas más allá del diseño, como los valores que marcan las decisiones de compra en las sociedades de consumo y las implicaciones sociales y ecológicas que estas acaban teniendo.
VINÇON e IKEA representan dos negocios extremos en el mundo del diseño. Uno con vocación contenida y local; el otro con visión expansiva internacional. VINÇON no llega a facturar ni el 1% de las ventas de IKEA en España. A nivel mundial, IKEA factura ahora 3.142 veces más que VINÇON en su mejor año. Sin embargo, el número de referencias ofrecido por las dos marcas es similar: cerca de 10.000 productos.
Vinçon, el lugar del diseño como cultura
VINÇON bajó la persiana en 2015 después de casi 75 años de singular actividad comercial y cultural. Su origen se remonta a los años 20 del siglo pasado cuando Enrique Levi abrió un negocio de importación y venta al por mayor de porcelana fina. Años más tarde, se asoció con su cuñado Hugo Vinçon y cogieron un local en el Passeig de Gràcia que, a partir de 1940, pasó a llamarse Regalos Hugo Vinçon, con un punto de venta de objetos de cristal y porcelana, un espacio para la exposición de arte y un extenso espacio para almacenar mercancías.
Uno de los empleados, Jacinto Amat, se quedó con la empresa en 1957. Poco después, sus hijos Juan y Fernando se incorporaron a un negocio que cambió cuando, después de la muerte del padre, en 1967, ellos cogieron las riendas. Juan y Fernando fueron perfilando una propuesta que acabó convirtiéndose en uno de les establecimientos más singulares y emblemáticos de la ciudad.
Los dos hermanos empezaron a llevar a Barcelona diseño internacional, que seleccionaban basándose en su intuición y con una sensibilidad casi comisarial. Este buen olfato para escoger objetos que interesaban a los barceloneses y la apertura comercial de España después de los años de escasez de la postguerra hicieron crecer las ventas.
Más allá de la actividad comercial, la empresa convirtió La Sala Vinçon en el primer espacio de Barcelona donde se hablaba de diseño como cultura cuando aún no existía en la ciudad ninguna institución que promocionara el sector. Esta sala llegó a organizar hasta 316 exposiciones con acceso siempre gratuito.
La Sala Vinçon abrió sus puertas en 1973 en un inmueble que había sido el estudio del pintor modernista Ramón Casas y que se situaba en el altillo de la tienda. Programó exposiciones de libre acceso, algunas de arte conceptual y otras de diseñadores de renombre como Alessandro Mendini, Philippe Starck, Achille Castiglioni, Ron Arad, Ingo Maurer, Jean Nouvel, Marc Newson, Oscar Tusquets, Konstantin Grcic, Ronan Bouroullec, Michele de Lucchi, Droog Design, Martí Guixé, Rafael Marquina, Carles Riart, Fernando Salas, Grup Transatlàntic, Martín Azúa, Curro Claret, Álvaro Catalán, Nacho Carbonell, díez + díez o Antoni Arola.
Fue durante décadas un activo centro programador de la cultura del diseño cuando en Barcelona no había ninguna institución de este calibre. Por eso se puede considerar un «proto museo» del diseño en la ciudad. La crisis que se fue arrastrando desde el año 2008, la competencia y la turistificación de Passeig de Gràcia, llevaron a la familia a decidir el cierre en 2015.
VINÇON fue clave en la eclosión del diseño barcelonés. Todas las guías internacionales citaban la tienda como un hito imprescindible del nuevo diseño barcelonés y español. Ejerció de prescriptor, altavoz, cuna, difusor, expositor, interconector e internacionalizador del sector.
Por eso el DHub ha querido reconocer este papel, primero con la publicación del libro “Vinçon. 1929-2015”, editado por el Ajuntament de Barcelona, el Institut de Cultura, el Museu del Disseny de Barcelona y la editorial Tenov, y ahora con esta exposición sobre el legado cultural de la tienda.
La exposición ‘100 objetos de IKEA que nos hubiese gustado tener en VINÇON’ se puede ver, hasta el 23 de febrero de 2025, en el Disseny Hub Barcelona (DHub).