Las naves de Ribes y la Ceramo: nuevas-viejas arquitecturas

28 enero 2022

por | 28 enero 2022

Los arquitectos Mª Dolores Contell y Juan Miguel Martínez van a ser los encargados de redactar el proyecto de intervención de la Ceramo, la fábrica de cerámica ubicada en Benicalap que tuvo un gran peso en la ciudad desde finales del siglo XIX. De allí salieron piezas que irían a decorar edificios tan significativos como la Estación del Norte, el Mercado Central, el Mercado de Colón o el Ayuntamiento de Valencia. Según algunas fuentes hasta la emperatriz Sissí, Isabel de Baviera, visitó la fábrica durante su estancia en Valencia (y compró lozas).

«Aún es pronto para hablar del proyecto, ya que es un proceso largo en el que intervienen multitud de factores. Lo que tenemos claro es que el proyecto tiene que ser capaz de poner en valor este complejo industrial y dejar que La Ceramo hable por sí misma, que nuestra actuación sea prácticamente la de acompañar al propio edificio y su historia», explican desde el estudio de arquitectura.

Contell Martínez Arquitectos además de ocuparse de la Ceramo, ahora en la fase de redacción del proyecto previa a su rehabilitación, también han tenido la oportunidad de intervenir en edificios que forman parte no solo de nuestro patrimonio arquitectónico, sino de la propia memoria de los ciudadanos, de sus recuerdos, como la Nave 3 del Parque Central de Valencia, construida en 1917 y atribuida a Demetrio Ribes, un valioso ejemplo del patrimonio ferroviario valenciano. Las naves de Ribes y la Ceramo: nuevas-viejas arquitecturas.

«Lo afrontamos siempre con un grandísimo respeto, ya que la arquitectura en estos casos se transforma en materia sensible, personal, cargada siempre de memoria, pero también sin renunciar a la capacidad de cambio y de transformación inherente a la arquitectura, la capacidad que tiene la arquitectura de generar un nuevo escenario y unas nuevas realidades», apuntan.

 

Las naves de Ribes y la Ceramo: nuevas-viejas arquitecturas

 

El proyecto consiste en adaptar la Nave 3 del Parque Central de València a equipamiento cultural. El edificio fue rehabilitado a nivel estructural con anterioridad a este trabajo pero sin tener claro aún cuál iba a ser su uso final. Lo que el estudio de arquitectura ha propuesto es una intervención que posibilite una gran flexibilidad de uso, permitiendo la realización de distintas actividades de forma simultánea y respetando el carácter industrial de la nave. Se utilizan, por ejemplo, raíles ligeros recuperados en las superficies vidriadas para que el visitante no olvide el pasado ferroviario del conjunto de las naves.

«Cuando se realizaron las obras del Parque Central, previamente a nuestra intervención, se rehabilitaron las cuatro naves de Ribes, por lo que la Nave 3 ya había sido intervenida a nivel estructural. Asimismo se habían rehabilitado la cubierta y los cerramientos, quedando la nave como un gran contenedor vacío. Nuestro trabajo ha consistido en hacer las intervenciones necesarias para que pudiera utilizarse para usos culturales y escénicos, transformarla en un edificio que tuviera la capacidad de dar respuesta a distintos usos», explican Contell y Martínez.

«Lo más complejo, sin duda, era que un edificio tan pequeño, de unos cuatrocientos metros cuadrados de planta, pudiera albergar usos distintos y que, además, algunos de ellos pudieran funcionar simultáneamente. En concreto, la nave tenía que posibilitar la realización de exposiciones, la ejecución de pequeñas obras de danza o de teatro en diversos formatos (con un escenario central o un escenario lateral), talleres, presentaciones de libros, charlas,… Y todo esto sin perder la concepción espacial de la nave».

«Además, debía tener una doble escala: una escala propia de equipamiento para toda la ciudad y otra escala menor, para el barrio de Russafa. En este sentido se plantea un elemento perimetral que alberga el trazado de las instalaciones y nos sirve también para acondicionar acústicamente el espacio, además de desdoblarse en fragmentos móviles con capacidad de transformar el espacio», apuntan.

Esta flexibilidad es posible también al uso de plataformas móviles en el espacio multiusos del nivel de acceso, generando así una topografía artificial cambiante. En el nivel superior se dispone de un espacio abierto indeterminado con capacidad de funcionar de manera complementaria o con un uso distinto al de la planta baja, y finalmente una sala cerrada de menor escala que puede funcionar de forma simultánea, por ejemplo, podría realizarse la presentación de un libro, mientras que en la planta baja hay una exposición de fotografía y en la primera se hace un taller de marionetas enfocado al público infantil.

La Nave 2, anexa a la Nave 3, se destina a la Universidad Popular y la Nave 1 albergará un equipamiento deportivo y la central de generación de energía geotérmica. En la Nave 4, la que tiene la cubierta en diente de sierra y fue seccionada por el trazado de la calle Filipinas, ganaron también ellos el concurso y redactaron el proyecto para habilitarla como centro de día municipal para jóvenes y centro municipal de servicios sociales.

Sobre lo de que un estudio redacte un proyecto y sea otro el que lo ejecute, son claros «no tiene ningún sentido que un equipo redacte el proyecto y luego lo dirija otro estudio, es como si un escritor cuando tuviera escrita la mitad de una novela, llegara otro escritor y la finalizara con sus propios criterios. En arquitectura sucede lo mismo, la dirección de las obras son una extensión de la redacción del proyecto, donde se le da un sentido material e intencionado a lo proyectado, que en términos arquitectónicos es absurdo disgregar y contraproducente en todo caso, ya que siempre conduce a resultados peores».

«Las cuatro naves funcionan de forma independiente, por lo que no vemos inconveniente a que en cada una de ellas pueda actuar un equipo, como sucede en las naves del Matadero de Madrid, lo importante es que sean buenos proyectos en los que se plantee una arquitectura interesante. Sí es cierto que nosotros hemos planteado una secuencia coherente entre la Nave 3 y la Nave 4, donde se experimentan y plantean distintos espacios con una visión global común», explican. 

 

Inmersos en estas recuperaciones patrimoniales, ¿Cómo veis València?

«Lo más significativo para nosotros es que desde hace un tiempo hemos notado un cambio de rumbo en la forma en la que se piensa y se interviene en la ciudad, buscando un modelo más amable, más pensado en los ciudadanos».

«Por otro lado, en lo que se refiere a la calidad de la arquitectura creemos que la actuación de la Administración es fundamental y ha de ser ejemplarizante. Estamos seguros de que la realización de concursos en los que se valore la propuesta arquitectónica, no las bajas económicas de honorarios u otro tipos de baremos que poco o nada tienen que ver con la arquitectura, está directamente relacionado con la calidad y el nivel de la arquitectura que se desarrolla o podría desarrollarse en esta ciudad, que ha de considerarse necesariamente como bien de interés general, como ya contempla la recientemente aprobada Ley de Calidad de la Arquitectura. No nos referimos únicamente a los grandes proyectos vertebradores de la ciudad o con una vocación de participación casi internacional, no es necesaria esta escala, cualquier oportunidad es buena para hacer arquitectura y hacer ciudad».

Aspectos que os gusten mucho de València y otros que detestéis.

«Entre los aspectos que consideramos positivos, aunque hay que analizar caso por caso, nos quedamos con la recuperación del espacio para los peatones, ya que hasta hace no mucho ni siquiera cabía la posibilidad de pensar o plantear otro modelo de ciudad. En este sentido apuntaríamos una incipiente renaturalización de la urbe. También consideramos acertado el cambio de escala de muchos proyectos, generalmente de una escala menor, pero resolviendo problemas concretos y focalizados en personas corrientes». 

«Entre los aspectos que detestamos, que todavía arrastramos o que no son nuevos, podríamos citar la lentitud de las Administraciones para hacer las cosas, no es algo propio de València pero lo sufrimos igual, en este sentido es necesario que se realicen actuaciones de revitalización de barrios y zonas históricas de la ciudad que se están llevando a cabo a una velocidad muy inferior a la necesaria, algo que va directamente relacionado con los medios –o la escasez de ellos- con los que cuentan las distintas Administraciones y en ocasiones con la falta de colaboración o diálogo entre ellas».

«También detestamos los proyectos faraónicos, no por los proyectos en sí, sino por lo que implican, ya que estos ejercicios de megalomanía suponen la imposibilidad de destinar fondos a operaciones más necesarias para nosotros, como es la puesta en valor del patrimonio histórico y de mejorar la vida real, la cotidiana, de los ciudadanos con proyectos pensados para tal fin».

«Por último, rechazamos los proyectos en los que por una formalización concreta de la solución, se genera un perjuicio grave a otra parte de la ciudad, como podría ser el caso de Nazaret, donde se borra una playa y se dibuja un muro, lo que refuerza necesariamente el abandono y la degradación de este barrio. Estamos convencidos que desde la arquitectura y el urbanismo siempre hay otra opción mejor, no suele ser fácil, de hecho nunca lo es, pero es necesario trabajar cuanto haga falta para encontrarla».  

Fotografía: Mariela Apollonio

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