La Fundación Bancaja presenta en su sede en València una gran exposición retrospectiva de Antonio Saura que recorre seis décadas de su trayectoria con obras realizadas entre los años 40 y los 90. Es una de las mayores retrospectivas del artista internacional realizada hasta la fecha, que se celebra coincidiendo con el 25 aniversario de la muerte de Saura.
La exposición Antonio Saura. Esencial, comisariada por Fernando Castro Flórez y Lola Durán Úcar, consta de cerca de 90 obras procedentes, casi en su totalidad, de la colección del artista presente en los fondos del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), algunas de las cuales son inéditas.
La exposición muestra por primera vez al público la obra Las tres Gracias, que se acaba de incorporar a la colección de la Fundación Bancaja, reforzando la sección de arte contemporáneo internacional en sus fondos artísticos. El lienzo es un tríptico de gran formato, creado por Saura en 1997, un año antes de su fallecimiento. La muestra se completa con una Multitud, procedente de la Caja Rural de Aragón.
Antonio Saura. Esencial propone al visitante una narración por la trayectoria de Saura, en la que su producción artística se muestra relacionada con sus textos, «esenciales para comprender sus pinturas», según los comisarios, que han destacado el componente reflexivo de la obra del aragonés. «Saura era un increíble pensador de las artes«, ha señalado Castro Flores.
La exposición, que incluye tanto su obra pictórica como sus dibujos y obra gráfica, ofrece un recorrido por el lenguaje y los temas icónicos de Saura como ‘Damas’, ‘Desnudos’, ‘Crucifixiones’ (éstas representadas de una forma atea, «que es la única forma de hacerlo«), ‘Multitudes’, ‘Cabezas’ y ‘Retratos imaginarios’.
El presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón, ha explicado que la exposición nació como una idea de Tomás Llorens, «al que le hubiera encantado ver que se ha convertido en una realidad». La muestra es una reivindicación de Saura en el panorama internacional como «un espíritu libre, crítico y con criterio propio».
Rosario Peiró, conservadora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) y valenciana de Beniarjó, ha recordado que Antonio Saura es uno de los pilares de la colección del museo, tanto por la cantidad de obra que atesora como por la calidad de la misma. «No hay mayor celebración de un artista que revisitar su obra».
El comisario de la muestra, Fernando Castro Flórez, ha señalado la curiosa situación de la exposición de Saura en el calendario de la Fundación, entre dos muestras de Sorolla (Sorolla en negro y Sorolla a través de la luz), «Saura en medio del mediterranismo sorollista».
Antonio Saura (Huesca, 1930-Cuenca, 1998) empieza a pintar y a escribir en Madrid, en 1947, mientras se recupera de una tuberculosis que lo mantiene inmovilizado durante cinco años. Comienzan entonces sus primeras búsquedas y experiencias pictóricas. Reivindica la influencia de Arp y Tanguy, pero se distingue ya por un estilo personal. Crea numerosos dibujos y pinturas de carácter onírico y surrealista.
En 1952 realiza su primera estancia en París y, entre 1954 y 1955 conoce en esta ciudad a Benjamin Péret y frecuenta al grupo de los surrealistas, de los que pronto se distanciará junto con su amigo el pintor Simon Hantaï. Emplea entonces la técnica del grattage, adopta un estilo gestual y una pintura radicalmente abstracta, colorista, de concepción orgánica y aleatoria. Se producen las primeras apariciones de formas que pronto se convertirán en arquetipos del cuerpo de la mujer o de la figura humana, dos temas fundamentales que ocuparán lo esencial de su obra.
A partir de 1956 Saura inicia sus grandes series, Damas, Desnudos, Autorretratos, Sudarios, Crucifixiones, que pinta tanto sobre lienzo como sobre papel. En 1957 funda en Madrid el grupo El Paso, que dirigirá hasta su disolución en 1960. Conoce a Michel Tapié y realiza su primera exposición individual en la galería de Rodolphe Stadler, en París, donde expondrá de forma constante a lo largo de toda su vida.
Limita entonces su paleta a los negros, grises y marrones. Se afirma en un estilo propio e independiente de los movimientos y las tendencias de su generación. Su obra se inscribe en la línea de Velázquez y Goya. Entra en los principales museos y a partir de 1959 se dedica a una prolífica obra gráfica.
En 1967 se instala definitivamente en París, se implica en la oposición a la dictadura franquista y participa en numerosos debates y polémicas en los ámbitos de la política, la estética y la creación artística.
En 1971 abandona la pintura sobre lienzo, que retomará en 1979, para dedicarse a la escritura, el dibujo y la pintura sobre papel. A partir de 1977 empieza a publicar sus escritos y realiza varias escenografías para el teatro, así como para el ballet y la ópera.
La exposición de la Fundación Bancaja muestra también un audiovisual (‘Epílogo’, un programa de Canal + concebido para ser emitido póstumamente) donde Saura habla de su vida, marcada por la enfermedad adolescente y por otros acontecimientos dramáticos (la muerte de dos de sus hijas, Ana y Elena). Pese a lo que pudiera parecer, como ha explicado el comisario, «Saura no se sentía un pintor trágico al estilo de la tradición española, pero su obsesión por figuras como Goya, Velázquez, Ribera o Quevedo, era evidente. Renegaba de la España nacional católica y se quería liberar de la etiqueta de ‘español’ pero la ligación con la tradición pictórica española es absoluta».
Antonio Saura Esencial. Del 15 de septiembre de 2023 al 28 de enero de 2024. Fundación Bancaja (Plaza de Tetuán, 23, Valencia).