El fin de semana del 21 y 22 de octubre el festival de arquitectura Open House Valencia celebra su quinta edición abriendo las puertas de emblemáticos edificios como Veles e Vents, el Palacio de los Marqueses de Malferit y el Parque Gulliver, entre otros. También repiten los grandes éxitos como el Espai Verd, las Bodegas Vinival y el Palauet de Nolla de Meliana.
Los municipios invitados en esta edición, Meliana y Llíria, desarrollarán sus actividades los días 14 y 15 de octubre, incluyendo visitas a edificios históricos, rutas turísticas y el clásico esmorzaret valenciano. Completan la programación más de 100 actividades en simultáneo que incluyen múltiples rutas urbanas por la ciudad, talleres, mesas redondas y concursos de diseño o fotografía.
Como novedad, este año el festival cuenta con un stand informativo ubicado en la plaza del Ayuntamiento de València. El espacio está diseñado por el arquitecto Javier Molinero, quien con esta instalación ha querido «transmitir los valores del festival: difusión de la arquitectura y transparencia. Acompañar al público hacia el aprendizaje de la ciudad construida abriendo espacios singulares».
El stand es una sucesión de ventanas que «permiten el acceso a espacios normalmente restringido a unos pocos, democratizar la mirada«. Superponiendo estas ventanas de geometría variable se genera un espacio de atención al público donde ofrecer información del festival. «Pero debe a su vez funcionar como escaparate del festival cuando no está ocupado por el equipo de voluntarios, una pequeña muestra de arquitectura que hable por sí misma», explica.
«He intentado que el stand refleje la arquitectura del futuro, al menos como entiendo yo desde la profesión de arquitecto o diseñador. La manera de construirlo es un manifiesto de lo que yo vengo a llamar ‘tecno-artesanía’, esto vendría a ser aprovechar al máximo aquellas herramientas que nos ofrecen una mayor libertad creativa para tiradas cortas de producción».
«Poder diseñar sobre un papel en blanco – continúa el arquitecto – y que sean las limitaciones físicas del material, y no las del catálogo disponible que ofrece la industria, las que guíen el proceso creativo. No por ello quiero renunciar a las herramientas que producen piezas con precisión digital. En este caso artesanía se refiere al proceso de diseño y no al de fabricación, pues requiere de un elevado conocimiento de estos nuevos procesos de diseño y fabricación».
Molinero ha contado con la colaboración de Andreu World y de Sopena, fabricantes de mobiliario y de perfiles de aluminio respectivamente, y de sus proveedores, para la confección de las piezas de madera y metal.
«El corte de la madera se ha realizado mediante una cortadora por control numérico. Para producir las piezas metálicas especiales se han cortado mediante láser y plegado de manera automática. Gracias a estas aportaciones se ha producido un stand de gran calidad que podrá ser utilizado en sucesivas ediciones del festival en diferentes ubicaciones ya que el diseño permite el montaje y desmontaje sin medios auxiliares. Una vez desmontado se guardará ocupando un espacio mínimo de almacenaje», apunta.
«Para el proceso de instalación he podido contar con la colaboración del voluntariado del festival (en su mayoría estudiantes de arquitectura) sin necesidad de un entrenamiento especial. Pudimos montar el stand en una jornada partiendo de cero», concluye el arquitecto.