En el imaginario colectivo de los hogares del siglo XX ha estado muy presente el mueble curvado. Esas mecedoras y esas sillas que no por extendidas dejaban de ser interesantes aunque se les diera menos valor por tenerlas tan a mano. Muebles curvados que llegaron a alcanzar tal nivel de eficacia en su factura que sentaron las bases de lo que sería la producción industrial en serie. Los precursores de todo aquello fueron J.&J. Kohn, en Moravia, y Michael Thonet, en la Viena del siglo XIX, aunque este último se ha llevado históricamente el gato al agua de la fama.
El Centre Cultural La Nau de la Universitat de València acoge la exposición Estética y razón. El mueble curvado valenciano y la modernización del hábitat (de 1880 a 1936). La muestra exhibe a través de más de medio centenar de piezas – hasta la fecha el mayor número de muebles de esta época y estilo exhibidos en Valencia- y diverso material documental y gráfico, el inicio de la industria valenciana del mueble y el triunfo de la modernización en España, que vino asociada a la fabricación del mueble curvado. La exposición, que se podrá visitar en la Sala de Vigas hasta el próximo 21 de enero, reivindica esa parte de la historia valenciana a través del diseño industrial.
Comisariada por Xavier Giner, codirector de l’Arxiu Valencià del Disseny, y Julio Vives, director de Espai Corbat de Caixa Vinaròs, la exposición, organizada por ambas entidades, describe el momento que vivió Valencia a través del mueble curvado desde finales del siglo XIX al primer tercio del siglo XX.
Según explican ambos comisarios, la aparición del mueble curvado significó la transformación del taller tradicional de ebanistería en modernas fábricas de producción seriada, dando lugar a la industria valenciana del mueble; en segundo lugar, supuso una transformación radical y completa del ámbito doméstico siendo el primer estilo burgués que no toma sus referencias de los estilos aristocráticos, el mueble curvado encarnó la modernización estética en el ámbito del mobiliario, de modo equivalente al Modernismo en arquitectura.
Por último, supuso el triunfo de una cierta racionalidad no solo en los aspectos constructivo y de producción, sino también estéticos al simplificar las líneas, dotar de valor al vacío, dar continuidad a la línea, etc., conectando con los nuevos gustos primero de la burguesía urbana y, posteriormente, con los nuevos gustos las clases populares urbanas, quienes pudieron adquirir unos muebles de líneas amables y ligeras, que dibujaban siluetas que embellecían los espacios sin recargarlos como sí ocurría con el mueble artesanal historicista.
El mueble curvado valenciano testimonia, también, del protagonismo de la mujer, que emerge como fuerza de trabajo, al incorporarse plenamente en su fabricación, y como consumidora activa. El éxito del mueble curvado entre la burguesía y entre las clases populares urbanas da cuenta de este cambio en el papel de la mujer en la Valencia de primer tercio del siglo XX.
El mueble curvado valenciano, que tanto éxito tuvo en España en el primer tercio del siglo XX, es fruto de una cultura material industrial importada de Austria- Hungría a finales del siglo XIX. La técnica y los diseños desarrollados por Michael Thonet y sus hijos (Hermanos Thonet) fueron seguidos por otros fabricantes de “mueble de Viena” como Jacob & Josef Kohn e Hijos de D. G. Fischel, todos con mayor o menor influencia en el mueble valenciano, que incorporó dicha cultura material a través del puerto.
La técnica del curvado aplicada a la fabricación de muebles consiste en calentar mediante vapor las barras de madera de haya maciza aserradas en la longitud necesaria. Salidas de los tanques de vapor se introducen las barras en moldes metálicos para darles la forma deseada. La madera permanece en el molde hasta que se seca y se enfría, conservando así la forma. Después las piezas se unen con tornillos sin encolar.
En Valencia, desde que José Trobat depositara la primera patente de curvado en 1880, aparecieron diversos industriales en el sector tales como Salvador Albacar, Ventura Feliu, Joaquin Lleó y Luis Suay. Ellos sedimentaron la gran expansión del mueble curvado en los años veinte y treinta hasta la fundación de ‘La curvadora valenciana’ en 1935. Todo ello supuso, en su momento, un ensayo de modernización exitosa en el sector del mueble en el contexto social y económico de entonces.
La exposición
La muestra se organiza en 10 secciones. En la primera, la fábrica como centro de producción, se reproducen extractos de una película histórica de la fábrica del Hijo de Ventura Feliu de 1929, un buen ejemplo de cómo se trabajaba el mueble curvado por hombres y mujeres en la Valencia del primer tercio del siglo XX. Las mujeres no solo elaboraban la rejilla de asientos y respaldos en la fábrica o en sus casas, sino que también hacían los trabajos de tintado, barnizado y empaquetado, reservándose a los hombres el curvado y la ebanistería.
El segundo apartado expone la variedad formal de las sillas, focalizándola en lo que podría llamarse la “batalla” de las patentes de trabas, que fue importante en la primera década del siglo XX.
En tercer lugar, se presentan las mecedoras -forma en movimiento- en su vertiente de manifestación de la continuidad lineal, un principio básico del mueble curvado, y sin duda, uno de los muebles curvados emblemáticos y populares de la industria valenciana, que tiene la característica estética de que con sus formas evoca la función de movimiento para la que está diseñada. En el campo de las mecedoras, como en el de las sillas, se registraron varias patentes en la primera década del siglo XX. Los fabricantes competían con una diversidad de formas, desde los modelos más clásicos y sofisticados a los más modernos, en los que destaca una buena continuidad lineal.
En las vitrinas (sectores 4 y 5) se contienen ejemplos de la versatilidad estética del contrachapado, vehículo del modernismo decorativo, y de varios catálogos comerciales de fabricantes representados en la exposición, documentos que proceden de l’Arxiu Valencià del Disseny. Estos catálogos son documentos históricos y un testimonio más de la diversidad de fabricantes y de la riqueza formal de la producción valenciana, más allá de las copias del “mueble de Viena”.
Una de las características de la producción de curvado es la diversidad tipológica. Todo un abanico de mobiliario elegante y práctico para la vida diaria de la naciente burguesía que podía dotar completamente su hogar con mueble curvado. Las piezas que se exponen son hoy ciertamente antigüedades industriales que forman parte del patrimonio cultural valenciano. Esta diversidad se muestra en el apartado sexto de la exposición. En séptimo lugar se encuentra un conjunto de mobiliario con torneado y talla que ejemplifica la influencia del fabricante de Bohemia, Fischel, en los diseños más populares del mueble valenciano.
En octavo lugar aparecen los diferentes asientos con funciones especiales en los que se conecta su estructura con su función. Ello ocurre, por ejemplo, con subtipologías como las sillas para piano -más altas que las normales-, las sillas de barbero con reposacabezas, las sillas de labor -más bajas-, el mueble infantil -de un tamaño más reducido adaptado a sus destinatarios- y también sillones de escritorio, más confortables. En la parte novena -crecer balanceándose- se contrastan las mecedoras infantiles con los modelos para adultos de cuyas formas participan a escala, lo que es una especialidad valenciana. Dentro del campo del mueble infantil, en Valencia abundaban las mecedoras. Estas son una especialidad local y muy popular porque en Viena no se hacían del mismo modo. Las mecedoras infantiles valencianas presentan la peculiaridad de que, habitualmente, tienen las mismas formas que las mecedoras para adultos, con un tamaño reducido, de modo que se asemejan a maquetas de las grandes, hechas a escala.
Finalmente, a modo de conclusión, se muestran ejemplos de dos grandes tendencias de las que se nutre el curvado valenciano: la derivada de tradición de los modelos de Hermanos Thonet y sus seguidores en la segunda mitad del siglo XIX, cuando la curva y el rizo imperaban; y la moderna, ya con influencias de la Secession vienesa o, reflejado por lo que al mueble curvado se refiere, en las sillas con decoración geométrica del restaurante y de la cafetería de la Estación del Norte, del arquitecto Demetrio Ribes. La fuerza de esta tradición -y de la cultura material asociada- se muestra en la silla moderna de Vicente García Miralles que, con la técnica de la madera curvada, evoca los modelos de acero tubular de los arquitectos de la Bauhaus, que fueron diseñados en los años treinta.
La exposición está organizada por l’Arxiu Valencià del Disseny (AVD) y la Fundació Caixa Vinaròs, promovida por la Universitat de València y l’ Escola Superior de Disseny de València, ha sido financiada por la Agencia Valenciana de la Innovación, y cuenta con el soporte Centre Cultural La Nau de la Universitat de València.