La Institució Alfons el Magnànim acaba de publicar el libro ‘En el fons, la terra. L’Horta en la memòria’, escrito por Joan Dolç, que supone el primer número de la nueva colección ‘País’, dirigida Francesc Pérez Moragón. La publicación recoge textos ilustrados sobre cuestiones históricas, sociales o culturales de la huerta valenciana e incluye fotografías, del mismo autor y de archivos diversos, relacionadas con ella.
El libro toma como punto de partida los primeros años de la vida del autor, que transcurrieron en l’Horta Nord, junto al Carraixet, «un mundo anclado en el tiempo, aislado, sin iluminación (ni contaminación lumínica, por lo tanto) y autosuficiente», explican desde la institución que lo edita.
Dolç recrea y hace balance de un ecosistema natural y social —una economía, unas formas de vida, un paisaje de huerta—, que conformó a lo largo de los siglos buena parte de la cultura valenciana y que, justo en aquel momento, iniciaba su declive definitivo. De ahí el subtítulo de la obra, l’Horta en la memoria.
El libro es un ejercicio literario que juega con la cronología para incluir acontecimientos pasados y futuros en una narración de carácter autobiográfico que aparentemente alcanza solo un lustro. Esto permite al autor explicar desde dentro la transformación de un mundo secular en decadencia. Lo hace a través del uso del apunte histórico, de la descripción antropológica, de la observación de carácter sociológico y de abundantes reflexiones sobre el paso del tiempo y el valor de la memoria.
Sin perder la perspectiva de un momento concreto, Dolç se pasea por el tiempo como quien se pasea por un laberinto arquitectónico. «No estamos delante, no obstante, de una obra experimental, sino de una prosa abierta y transparente, a menudo naif, pero informada. Es la prosa de un niño de cinco años que se expresa a través de los ojos y la conciencia de un adulto. La de quien navega entre la nostalgia y la mordacidad, trata de esquivar la melancolía, pero no puede evitar ser lúcida y cargada de socarronería hacia el viejo mundo que observa retrospectivamente y también hacia el nuevo que lo ha sustituido», explican.
Forma parte de la obra un conjunto de fotografías relacionadas con los hechos narrados y sus malogrados escenarios, de las cuales mayoritariamente es autor el mismo Dolç, que durante muchos años ha ejercido de fotógrafo y documentalista para el cine, la televisión y los circuitos culturales (fundaciones, museos y salas de exposiciones).
Joan Dolç nació el 1956 en Alboraya, en la huerta de Valencia. Se inició en la literatura en la década de los ochenta, cuando empezó a publicar novelas que mezclaban un humor descabellado con las convenciones del género policial. Eran historias en las que convergían un ruralismo cada vez más anacrónico, del cual él procede, y una industrialización que nunca acababa de cuajar.
Después de un periplo profesional que lo alejó de aquel entorno y aquellos temas, Dolç vuelve ahora con unas memorias peculiares que juegan con el tiempo y, de vez en cuando, toman forma de ensayo literario para dar forma a una visión vitalista y a la vez crepuscular del paisaje y su infancia, que considera definitivamente perdidos.