La exposición ‘Hermano Lobo (1972-1976): un huevo duro para el Caudillo’ es un homenaje a unos humoristas que, a través del dibujo, la caricatura y la palabra escrita, abrieron en el final del franquismo espacios de libertad que la Transición, a continuación, iba a requerir. La revista apareció en junio de 1972, por iniciativa del editor José Ángel Ezcurra y del humorista gráfico Chumy Chúmez. Pensaron que era la hora de añadir al humor surrealista y costumbrista de La Codorniz otro explícitamente político que rompiera los límites de la escasa tolerancia franquista hacia la libertad de expresión.
Desde la Editorial Pléyade, la misma que editaba la mítica revista Triunfo desde el 62, salió a la calle el 13 de mayo de 1972 el primer aullido de Hermano Lobo, con el subtítulo de Semanario de humor, dentro de lo que cabe.
Desde el dibujo surrealista de Ops (Andrés Rábago) al irreverente de Chúmez, pasando por el troglodita de Forges o el absurdo de Gila, entre otros, hicieron de la revista mucho más que un medio para reírse de la dictadura, la convirtieron en un símbolo de rebeldía y transgresión. Por eso tuvo tanto éxito. La tirada de 100.000 ejemplares de aquel primer número desapareció de los quioscos cuando todavía no habían cerrado para irse a comer sus propietarios. En números sucesivos, la tirada se elevó hasta 150.000 ejemplares, alcanzando su máximo de ventas con la cifra de 170.000.
La publicación semanal estuvo en la calle hasta 1976 y fue, a pesar de su formato, periodicidad o lenguaje tan alejado de la prensa diaria, una gran experiencia comunicativa que difícilmente se puede medir en términos de tirada o resultados económicos. Fue un gran punto de encuentro donde se dieron cita una pléyade de intelectuales y artistas del máximo nivel como Chumy Chúmez, Manolo Summers, El Perich, Forges, Miguel Gila, Andrés Rábago Ops (El Roto), Joaquín Rodríguez Dodot, Vallés, Cesc, Ramón o Quino; así como una nómina brillante de escritores encabezada por Manuel Vicent, Francisco Umbral, Carlos Luis Álvarez Cándido, Jimmy Giménez Arnau, Rosa Montero, Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Haro Tecglen, Luis Carandell, Jaime Millás o Emilio de Cruz Aguilar.
El Centre Cultural La Nau acoge esta muestra comisariada por los historiadores y profesores de Periodismo Antonio Laguna y Francesc Martínez. Ambos han explicado que «Hermano Lobo nació para demostrar que la tan cacareada apertura de la Ley de Prensa de 1966, también llamada Ley Fraga, no era más que un ligero retoque de maquillaje a la ya deteriorada y casi fúnebre cara de la dictadura”.
«Más que superar al decrépito humor de La Codorniz o imitar al irreverente de Charly Hebdo, tal y como se ha sugerido, Hermano Lobo fue en aquellos años setenta el equivalente a aquel vaso de grueso vidrio con el que Max Estrella veía la esperpéntica realidad medio siglo antes. Las teóricas reformas aperturistas del régimen, desde la ley Fraga y su teórica abolición de la censura previa hasta la ley de asociaciones políticas —que no partidos— de Arias Navarro, todo fue sometido al enjuague y aclarado de la risa», apuntan los comisarios en la hoja de sala de la exposición.
«Los prohombres del régimen, más que ridiculizados en su “persona humana”, lo fueron en su metaverso representativo, en la figura del facha tocado de chistera, con puro en la boca y abultado estómago. La sección impertérrita de cada número, titulada “7 preguntas al lobo”, no solo ofrecía respuestas en un tiempo en que preguntar sí que era ofender, también ofrecía esperanza. Lo hacía con su última y siempre repetida pregunta acerca de cuándo desaparecería la censura cinematográfica, a la que el lobo respondía: El año que viene, si Dios quiere”.
El escritor Manuel Vicent, uno de los grandes colaboradores de la mítica revista, cuenta que «llevar Hermano Lobo bajo el brazo te definía como joven rebelde, progresista y divertido. Era el glamur de la época mientras la dictadura había empezado a hundirse. La revista se fabricaba con todo el equipo de humoristas y escritores en unas cenas de los jueves en el restaurante Casa Picardías. Las recuerdo como una fiesta que ya anunciaba la inminente libertad. Era incluso divertido ir a declarar al Tribunal de Orden Público de las Salesas, que al final se tomaba como una excursión casi deportiva”.
«El subtítulo de la exposición tiene su explicación: el primer nombre elegido para la revista fue El huevo duro; como que fue tildado de inaceptable por la censura, alguien pensó en quitarle agresividad y ponerle El huevo blando. La humorada no fue tolerada y, finalmente, se quedó con Hermano Lobo. Evidentemente, la censura y los mecanismos coactivos del régimen franquista hacia las publicaciones humorísticas son parte fundamental de la exposición, como lo fueron en la vida de Hermano Lobo», explican los responsables de la muestra.
Hermano Lobo y las revistas satíricas coetáneas (Por favor, El Papus, etc.) fueron instrumentos dinamizadores del cambio, finalmente destruidos por el mismo cambio. Murieron cuando la Transición todavía no había culminado. Aún así, demuestran que la narrativa –la ficción histórica– según la cual la Transición fue divisada desde dentro del franquismo «es sencillamente falsa». Hicieron falta fuerzas sociales en la calle, pero también fuerzas intelectuales en los periódicos, para ir infinitamente más lejos de lo que los franquistas “reformistas” pretendían.
La exposición se acompaña de un libro-catálogo, Hermano Lobo (1972-1976). Un huevo duro para el Caudillo, coordinado por Antonio Laguna y Francesc-Andreu Martínez, en el cual intervienen los mayores especialistas en humor periodístico durante la Transición (Josep Lluís Gómez Mompart, Francesc Salgado, Ramón Tena, Gerardo Vilches, Jaume Guillamet y Francisco Segado), además de textos de Manuel Vicent y Jaime Millás.
Esta muestra continua la línea de programación expositiva de la Universitat de València sobre sátira política que se inició con la exposición ‘OPS/El Roto/Rábago. Un viatge de mil dimonis’ el año 2013 y que siguió con ‘La Traca. La transgressió com a norma’ en el 2016.
La exposición «Hermano Lobo» puede verse hasta el 14 de mayo en el Centre Cultural La Nau.