Una casa de pueblo en la Vall d’Alcalà

6 mayo 2022

por | 6 mayo 2022

En el interior de Alicante, en el corazón de la comarca de la Marina Alta, la arquitecta Isabel Sendra emprendió la rehabilitación de una vivienda típica de un pequeño pueblo de la Vall d’Alcalà, rodeado de montañas y con lugares de leyenda como la Penya Foradada. La arquitecta vive en Valencia y desarrolla su actividad entre la ciudad y las comarcas de la Marina Alta, l’Alcoià y el Comtat, en Alicante. Su conocimiento sobre las casas de la zona es alto y su interés por preservar un entorno agradable y sugerente para vivir, también lo es.

Para solucionar los problemas que presentaba la casa, del siglo XVIII, Sendra optó por criterios en la rehabilitación que utilizaran técnicas constructivas y materiales compatibles con la naturaleza de la construcción primitiva.

«Las casas tradicionales de la zona suelen estar construidas entre medianeras, con muros de mampostería rejuntados y enlucidos con mortero de cal, forjados de viguetas de madera con revoltones de yeso y cubiertas inclinadas, realizadas con madera, entramados de cañizo y tejas cerámicas curvas. Los suelos de las plantas bajas suelen ir pavimentados con baldosas hidráulicas«, explica.

Una casa de pueblo en la Vall d’Alcalà.

Las escaleras son, normalmente en estas casas, elementos estrechos y empinados realizados con bóveda tabicada. Se trata de construcciones con tres o más crujías paralelas a la fachada, de manera que los espacios intermedios resultan faltos de iluminación natural.

La sustitución de los morteros originales por otros de cemento, junto con el uso de hormigón en la pavimentación de las calles, «ha generado considerables problemas de humedad por capilaridad en los muros de estas viviendas. En este caso, había que sumar el notable deterioro de la cubierta y los forjados, que hacía económicamente inviable su recuperación».

 «Se concedió a la escalera un gran protagonismo. Situada en la crujía intermedia, se levantó de nuevo para hacerla más cómoda y amplia, recuperando la técnica de la bóveda tabicada. Para intensificar su presencia, se abrió sobre ella un lucernario, que además de aportar una especial y necesaria iluminación en los espacios adyacentes, actúa como regulador térmico, facilitando el efecto chimenea en verano y el calentamiento de la casa en invierno», apunta.

Además, la intervención acondicionó el viejo patio trasero potenciando su relación con la casa y con las montañas que rodean el pueblo. Los espacios interiores se encadenan buscando la vinculación con aquéllos, generándose una enfilada de estancias que culmina en el maravilloso entorno natural de esta casa de pueblo en la Vall d’Alcalà.

Para mejorar la transpirabilidad de los muros, «se dejaron vistos estratégicamente distintos paños de piedra, se recuperó el uso de morteros de cal y se ventiló el plano de apoyo del edificio sobre el terreno».

Se utilizaron unas baldosas hidráulicas que habían permanecido guardadas durante un siglo en un pequeño corral. Ahora, como pequeños tesoros, salpican de color el suelo y acompañan la experiencia visual de la casa.

Fotografía: Joana E. Sendra (@laquintablanca). Una casa de pueblo en la Vall d’Alcalà.
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