La Fundación Bancaja inaugura, en su sede en València, la inédita exposición Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60, como la primera muestra conjunta de la obra de estas dos figuras clave en la escultura europea del siglo XX, «marcando un hito en la historia del arte casi veinte años después del fallecimiento de ambos artistas vascos». «Esta es una bella historia de posibles e imposibles», ha apuntado el presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón, en la presentación de la exposición. «Incredulidad y escepticismo era lo que suscitaba la propuesta cuando planteamos llevarla a cabo, parecía una misión imposible». Es la exposición sanadora y conciliadora de Chillida y Oteiza.
Las dificultades que a priori, y a posteriori, presentaba esta iniciativa venían por el rechazo inicial que plantearon las instituciones legatarias de ambos escultores, reticencias que fueron limándose con mucha diplomacia y que ha conducido, por fin, a que la muestra se haya podido organizar. «La exposición es curativa, sanadora y conciliadora», ha apuntado el comisario de la misma, el historiador vasco Javier González de Durana, quien también se vio sorprendido por la propuesta de la institución valenciana de hacer esta exposición.
«La muestra quiere aportar un elemento de conciliación de las figuras históricas de ambos artistas, por lo que la exposición no habla del distanciamiento y el enfrentamiento que hubo entre ellos, sino de sus años de amistad profunda, en los años 50 y 60. Hubo una amistad íntima entre ambos y muchísima complicidad», ha explicado el comisario.
El enfrentamiento entre Oteiza y Chillida, del que ha hablado González Durana a petición de los periodistas, fue un conflicto que se radicalizó y dividió en dos bloques en el País Vasco, a los partidarios de uno u otro, y hablamos de los dos artistas vascos más relevantes del siglo. En sus críticas Oteiza llegó a acusar a Chillida de plagio. Sus caminos personales y profesionales estaban en lugares muy opuestos: Oteiza, ajeno al mercado y a la vida institucional; Chillida, con una carrera de creciente éxito y gran reconocimiento internacional.
«El clima de bipolaridad ideológica del País Vasco utilizó a los dos artistas para sus intereses políticos», ha indicado el comisario. «Esta exposición es conciliadora porque es imperdonable que una página artística tan importante como la que escribieron Chillida y Oteiza se vea empañada por la polémica. La muestra de Bancaja abre la espita para que se puedan hacer otras más que enfrenten artísticamente las brillantes obras de ambos». «Somos prisioneros aún de los prejuicios ideológicos y de la historia más reciente», ha señalado. «Es estupendo que la iniciativa haya partido de València porque la atención se localiza en las obras, no en los posicionamientos ideológicos».
En diciembre de 1997 Eduardo Chillida y Jorge Oteiza se reencontraban tras décadas de enfrentamiento artístico y personal en la finca de Hernani que después se convertiría en Chillida Leku, donde con un abrazo simbólico, más o menos teatral, los dos artistas lanzaban el mensaje de «cerrar una etapa estúpida», en relación con su distanciamiento, y en la idea de dar «ejemplo de reconciliación al país», según señalaron entonces los propios artistas.
La muestra que ahora exhibe Bancaja, y que de momento no itinerará, suscita un diálogo entre las esculturas de Chillida y Oteiza, centrado en la producción realizada en las dos décadas en las que tuvieron una relación de estrecha amistad y cada uno contempló con atención e interés la obra del otro. Esta es la primera vez que se propone un encuentro expositivo entre ambos desde esa perspectiva de la contemporaneidad de las obras presentadas y ofreciendo una conversación entre sus pensamientos estéticos y sus realizaciones escultóricas. La muestra revela en pie de igualdad las metáforas paradigmáticas de Oteiza y las metonimias sintagmáticas de Chillida.
La selección de obra se ha realizado desde una perspectiva cronológica, se inicia en 1948 con sendos viajes -cuando Oteiza regresa a España después de su larga estancia en Latinoamérica y Chillida se marcha a París con la voluntad de convertirse en escultor- y concluye en 1969 -con la culminación de la estatuaria del Santuario de Arantzazu por parte de Oteiza y la instalación de la primera gran obra pública de Chillida en Europa ante el edificio parisino de la UNESCO-.
La muestra reúne 120 obras entre esculturas y papel, unas 50 de Chillida y 70 de Oteiza. Las puertas de la Basílica de Arantzazu, dos de las cuatro, han sido traídas expresamente desde el municipio guipuzcoano de Oñate, imponente obra de Eduardo Chillida. Nadie hasta ahora había solicitado nunca la cesión de esas puertas para una exposición, «el valor del atrevimiento tiene a veces su recompensa», ha apuntado el comisario.
Jorge Oteiza (Orio, 1908 – San Sebastián, 2003) y Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924 -2002) son dos de los artistas más relevantes de la escultura europea del siglo XX. Sus trayectorias artísticas y vitales fueron muy distintas. Conocieron el éxito internacional durante los años 50, y durante la siguiente década sus trayectorias tomaron caminos distintos.
Esta iniciativa sin precedentes ha sido posible gracias al consenso y la colaboración, finalmente, de las instituciones legatarias de ambos artistas, tanto la Fundación-Museo Jorge Oteiza (Alzuza, Navarra) como Chillida-Leku (Hernani, Gipuzkoa, País Vasco) con importantes préstamos de obra, a la que se suma la procedente de otras colecciones públicas y privadas a nivel nacional como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Bellas Artes de Bilbao, Museo Guggenheim Bilbao, Colección Banco de España, Colecciones ICO, Galería Guillermo de Osmar, entre otros tantos.
La exposición podrá visitarse en la Fundación Bancaja en Valencia entre el 5 de noviembre de 2021 y el 6 de marzo de 2022.