Soledad Sevilla tiene 80 años pero pinta desde muy joven. Su carrera, contra la voluntad de sus padres, empezó en los años 60 estudiando en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos en Valencia, ciudad donde ella había nacido al ser, en ese momento, el destino de su padre, militar de profesión. Soledad Sevilla después pasó por la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi en Barcelona y por Harvard, donde estuvo con una beca dos años. Pero, además de todo eso, compraba, guisaba, ponía lavadoras y tenía dos hijos, por eso algunos de sus colegas masculinos la consideraban una artista ‘amateur’. Ella, que ha sido la pionera en el arte de la instalación en España.
«Yo siempre cuento que, cuando todos mis amigos y colegas eran famosos, yo no podía ni exponer. Estaba con un niño en una rodilla, otro en la otra y en la mano un pincel. Se me veía como una ama de casa, no como una artista, no había manera de romper esa imagen», cuenta Soledad Sevilla. «Además, el ámbito de la geometría no interesaba, no se entendía y era masculino. Afortunadamente eso ha cambiado mucho». Ahora presenta una exposición retrospectiva de todo su trabajo en el IVAM, resumen de sesenta años de carrera, que tuvo su primera versión en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía (MNCARS) y que se modifica incorporando piezas de colecciones valencianas.
La artista, en la presentación de la exposición que se podrá ver hasta octubre en Valencia, ha vuelto a recordar que los artistas se pasan la vida, en realidad, pintando el mismo cuadro «pero no hay una repetición, siempre hay un punto nuevo, una energía en busca de algo que todavía no se ha conseguido, eso es lo que te mantiene viva porque no has llegado donde querías».
De izquierda a derecha: Manuel Segade, director del MNCARS; Pilar Tébar, secretaria autonómica de Cultura; Blanca de la Torre, directora del IVAM; la artista Soledad Sevilla; y la comisaria de la muestra, Isabel Tejada.
Debutaba como nueva directora del museo Blanca de la Torre, quien ha intervenido junto a Manuel Segade, director del Reina; a la catedrática de Bellas Artes Isabel Tejada, comisaria de la exposición; y junto a la propia artista, Soledad Sevilla (Valencia, 1944). De la Torre ha destacado la coherencia de Sevilla y ha querido incidir en la importancia de sus instalaciones artísticas, tan difíciles de mostrar en un museo, de las que la artista es autora de más de cien.
Segade, por su parte, ha explicado que, para él, ‘hoy es una fiesta’, y ha señalado que la muestra mejora la exposición que se pudo ver en Madrid. También se ha congratulado de ser minoría en la mesa, lo que ha relacionado, en su intervención, con la necesidad de recuperar y restituir a esas artistas mujeres silenciadas históricamente. «Queda mucho trabajo por hacer, quedan muchos capítulos por escribir, y esta exposición es la punta del iceberg».
La comisaria Isabel Tejeda ha comentado la dificultad de seleccionar las piezas que componen la muestra. “Soledad me abrió su estudio de par en par, cada día encontraba una maravilla. Es el trabajo de sesenta años de una artista fundamental que realiza un interesante análisis del espacio e incorpora, junto a esa geometría de los primeros años 60 y 70, la idea de la búsqueda de la belleza y de la emoción, unos valores que en esa época no estaban de moda”.
«La comisaria ha diseñado un trayecto circular para reforzar la idea de que los artistas nos pasamos la vida pintando el mismo cuadro”, ha explicado Soledad Sevilla.
La vida de Soledad Sevilla tiene varias paradas geográficas que sirven para hilar la propia geometría de su obra. Tras Valencia y Barcelona como hitos primeros, le siguió el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, situado en un edificio construido por Fisac al lado de las Facultades de Ciencias, que fue otro de los lugares fetiches de la biografía de Soledad Sevilla: allí tuvo lugar el primer acercamiento en España entre el arte y la tecnología computacional de la mano de artistas como ella misma, Lily Greenham, Elena Asins, Sempere o Yturralde. Aquello supuso la vanguardia mucho antes de que llegara la Transición.
Soledad Sevilla, Espacio geométrico 2, 1974. Universitat Politècnica de València.
Soledad Sevilla, Las meninas, 1982. Colección Ayuntamiento de Granada.
Soledad Sevilla. Serie La Alhambra. Sin tener hora de ocaso, 1985. Foto Palacio Real de Madrid, Patrimonio Nacional.
Soledad Sevilla. Sin título, 1971_1972. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (3).
Con el título de Ritmos, tramas, variables, la exposición recorre la biografía de la artista, haciendo una parada importante en Boston, pues fue tras su estancia allí que ella volvió a España cargada de ideas para llenar una década entera con su arte. De esa época son sus series sobre Las Meninas y sobre La Alhambra. «Entusiasmada y encantada» se ha autodescrito la propia artista ante una exposición que, al cambiar los espacios del Reina Sofía por los del IVAM, proporciona también otra mirada sobre sus piezas.
Instalación creada específicamente por Soledad Sevilla para esta exposición en el IVAM. Ubicada en el hueco de la escalera del vestíbulo, lleva por título ‘Donde estaba la línea’. En ella recrea una trama traslúcida donde juega con la luz que entra por el ventanal y la arquitectura de la sala.
Más de cien obras resumen esas seis décadas de arte donde mandan la pureza de la línea, el color y los módulos geométricos, jugando con el gran formato «envolviendo al espectador», que es uno de sus rasgos, y donde se conectan las primeras obras con las últimas. Le ha supuesto a la artista, además, un reencuentro con obras suyas de las que, vistas desde la óptica de hoy, no tocaría nada. «Me gusta tanto lo primero que hice como lo último», ha explicado. «No lo cambiaría, no haría otra cosa, es una consecuencia lógica de la obra anterior», ha concluido. Su voluntad de estilo ha acabado imponiéndose, pese a todas las trabas, al margen de las modas del mundo del arte.
La exposición está organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) en colaboración con el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) y puede verse hasta el 12 de octubre.