Media Vaca: Extrañeza y maravilla. Una editorial en el Ensanche

18 febrero 2021

por | 18 febrero 2021

Visitar las tripas de una editorial es emocionante pero si, además, se llama Media Vaca se sabe que las interioridades de este rumiante a medias no defraudarán.

Nos ubicamos en el Ensanche, donde los Media Vaca, es decir, Begoña Lobo y Vicente Ferrer, ocupan con su editorial el último piso de un edificio al final de la calle Salamanca.

 

Atiborrado de libros, con mucha luz y con mesas un tanto caóticas que demuestran que ahí se trabaja mucho, estamos en el lugar donde se cocinan a fuego lento y con mucho mimo sus libros, que son libros y, también, una declaración de intenciones.

Una espectacular librería de 4×5 metros, (como no podía ser de otra forma, su lista de bodas la pusieron en Railowsky), con su no menos espectacular escalera, sirve de unión entre la editorial y el piso de abajo, donde Begoña y Vicente tienen su casa.

 

«Tenemos lo principal, que son, claro, los libros, y un ambiente luminoso. Esta temporada echamos de menos salir a la calle para tomar un café y ver gente. El trabajo nos exige pasar muchas horas encerrados, pero si no hay personas alrededor con quienes relacionarnos se nos podría olvidar que todo esto que hacemos debe tener algún destinatario», explican.

Ante la pregunta de si les gusta que editorial y casa compartan, sí pero no exactamente, el espacio, Vicente explica que «más que una continuidad en el espacio físico, que es algo que, en general, resulta práctico y bastante cómodo, lo que es necesario es levantarse de la mesa y dejar de mirar la pantalla del ordenador de cuando en cuando. Una escalera inventada por Marta, la hermana arquitecta de Begoña, separa la parte de la casa de la parte de la editorial y nos pasamos el día subiendo y bajando con cualquier motivo. Tenemos también mucha suerte, porque nuestra casa/editorial tiene una terraza con plantas a donde podemos salir a leer, o a no leer, y a ver volar los pajaritos».

 

Acaban de publicar su último libro, «Extrañeza y maravilla», que se ha gestado durante 2020 con todas las complicaciones propias de la crisis sanitaria y que vio la luz en los talleres de la imprenta Brizzolis, al sur de Madrid, en pleno temporal Filomena.

Las fotos del Instagram de Media Vaca muestran a Vicente, que se trasladó allí sin saber la magnitud de lo que se avecinaba, rodeado de medio metro de nieve, con un pliego del libro en la mano y guardando el equilibrio. Extrañeza y maravilla.

«Ha sido complicadillo», explica cuando le preguntamos por el making of del libro. «Se llama ‘Extrañeza y maravilla’ y es un libro colectivo en el que participan veinte ilustradores e ilustradoras vascos, a la mayoría de los cuales no conocíamos personalmente. El verano pasado el Gobierno Vasco aprobó unas ayudas para autores que requerían la creación de dos imágenes realizadas durante el confinamiento; luego, se pensó reunir el conjunto de esas imágenes en un libro. Tras fallar otras opciones, la Asociación de Ilustradores/as del País Vasco nos pidió que entráramos en el proyecto, y les propusimos hacer una enciclopedia de saberes caprichosos. Gracias al compromiso de todos podemos decir que hemos logrado hacer un libro en un tiempo récord. Hemos necesitado, eso sí, dos videoconferencias, el intercambio de 1177 mensajes de correo electrónico y numerosas llamadas de teléfono».

Brindis al sol

En su «Brindis al sol», un libro que publicaron en 2018 al cumplir veinte años como editorial, Vicente explicaba que Media Vaca se podía mantener porque solo una persona, él, estaba a tiempo completo dedicada a ella, «y por suerte esa persona, aun siendo muy caprichosa, no tiene gustos caros. No hacemos más de tres libros al año porque no tenemos capacidad económica ni administrativa para ello, pero, si la tuviéramos, tampoco haríamos más libros. ¿Por qué? Porque hace falta tiempo para ocuparse de cada proyecto, porque hay que dedicarle a cada libro el esfuerzo que realmente requiere y, porque, sinceramente, no creo que haya tantos libros a los que merezca la pena entregar un tiempo que cada día se vuelve más precioso».

En el «Brindis al sol» es también donde Vicente subraya, con su humor particular, el misterio que supone para él «El principito», de Saint-Exupéry, «una extraña historia interestelar con animales, vegetales y minerales parlantes, que suele ofrecerse generación tras generación a los niños y que nadie podrá entender jamás. En cambio, no se conserva ni una frase de lo que escribió la filósofa y científica del siglo IV Hypatia o de lo que han escrito tantas mujeres a lo largo de la historia. Y de «El Principito» hay traducción al esperanto, con el fin – deduce con sorna – de que una historia indescifrable se haga indescifrable para el número más amplio de lectores».

Hablamos con ellos de su forma de editar.

¿Cómo se empieza a hacer un libro de Media Vaca? 

No hay un solo camino, hay muchos. A veces es una idea que viene de cualquier parte; a veces, el deseo de colaborar con alguien cuyo trabajo admiramos. También suele pasar que en el origen de un libro hay otro libro, pero lo que está delante de todo, seguramente, son las ganas de hacer un libro. Si no hay ganas, si no hay cierto entusiasmo, o unas dosis de entusiasmo descomunales, disparatadas, será difícil empezar.

¿Siempre se parte de un texto que queréis publicar o que os manda alguien?

No siempre. Es verdad que hay muchas creaciones del pasado, tanto textos como imágenes, que habría que aprovechar más, y es un crimen no hacerlo. Los llamamos ‘clásicos’, los miramos con reverencia y no volvemos a ocuparnos de ellos. Aunque son ‘nuestros clásicos’, parece que no tuvieran nada que ver con nosotros. La mayoría los enterramos, aunque están más vivos que muchas de las cosas que se producen hoy. Algunos proyectos, pocos, han venido de la mano de sus autores, pero no es lo más frecuente. También hay libros que llegan como un encargo, y una parte que podríamos considerar ‘autoencargos’.

A la hora de elegir el ilustrador, ¿cómo seleccionáis al que será perfecto para ese libro?

A partir de los trabajos publicados, y también inéditos, que hemos conocido en encuentros y ferias y a través de librerías y cuentas de Instagram, por ejemplo. Aquellos trabajos, sobre todo, que asociamos con intereses personales de los autores más que con el cumplimiento de un encargo; o aquellos encargos que están maravillosamente resueltos. Al ilustrador ideal, aparte de otras cualidades, no debe faltarle la paciencia.

¿Siempre tenéis en la cabeza algún libro que os gustaría hacer?

Siempre hay varios libros en marcha, que avanzan a distinto ritmo. No dos o tres; en ocasiones son una docena. El ritmo lo marcan los autores, sus compromisos laborales y sus circunstancias personales, porque no imponemos plazos de entrega. Lo que verdaderamente nos gusta, más que pensar en nuevos proyectos, es encontrar soluciones para el proyecto que en cada momento ocupa más espacio en nuestra cabeza.

Tenéis la editorial pequeña que más premios ha ganado en la prestigiosa Feria de Bolonia (Libro Infantil), y transitáis por caminos poco habituales en el mundo feroz de las editoriales. Hacéis lo que queréis, ¿Cambiaríais algo?

Somos muy afortunados por poder hacer lo que nos gusta. Desde el principio tuvimos claro que no nos interesaba competir en el mercado enloquecido de la novedad y que lo que queríamos era armar un catálogo formado por unos pocos libros que, desde nuestro punto de vista, son importantes. O que son los que nos divierten, vaya.

Empezamos haciendo tres al año y seguimos igual, y vamos reimprimiendo los que se van agotando. El trabajo no consiste en vender el libro, sino que hay que cuidar todo el proceso desde el inicio, tratando de que la experiencia sea lo más grata posible. A fin de cuentas, ese tiempo que pasa mientras hacemos un libro es tiempo de nuestra vida, es lo que vivimos.

Viendo todo esto … ¿Tenéis un plan b para cuando ya no quepan más libros en vuestra casa?

Hace mucho que no caben más libros. El plan b, por lo que toca a los que nosotros editamos, es venderlos: parece un buen plan. Con respecto a los que hemos ido adquiriendo en librerías de todas las partes del mundo, cada vez nos pensamos más cuáles son los que conviene comprar, porque ya no hay donde ponerlos y porque falta tiempo para leerlos.

¿Tenéis planeado abrir un espacio físico que reúna todas vuestras publicaciones? Vuestro bajo, en el edificio de la editorial/casa, podría ser el lugar Media Vaca perfecto.

Desde hace tiempo tenemos en nuestro mismo edificio el local que usamos para almacenar libros y que nos gustaría convertir en una tienda. El proyecto de tienda, o de quiosco, tiene casi veinte años: en 2002 celebramos aquí una pequeña fiesta con amigos, pero hasta el momento no hemos podido inaugurarlo porque era necesaria una reforma importante. Ahora ya está casi listo y esperamos que dentro de unos meses podamos abrirlo.

¿Cómo os imagináis ese lugar una vez esté preparado para que lo visitemos?

Además de una pequeña tienda donde mostrar nuestros libros, habrá un espacio dedicado a obras ilustradas, en diferentes lenguas, de autores que han publicado con nosotros o de editoriales amigas de otros países. También habrá muchos libros del citado plan b, me parece: libros raros y simpáticos que no se han visto apenas. Nos gustaría hacer presentaciones y exposiciones, y organizar talleres con niños y mayores para que cada cual se haga sus propios libros. Es la mejor forma de descubrir y aprender a valorar estos objetos que nos resultan tan fascinantes.

 

Fotografía: Eduardo Manzana
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