En Prohibido prohibir, Adrián Castañeda (Salamanca, 1990) parte de un objeto cotidiano y universal —la valla peatonal amarilla — para desactivar su función inicial: prohibir, delimitar, impedir el paso. Ese gesto simple y radical, convertir una barrera en un balancín, inaugura una investigación material y simbólica sobre cómo transformar la hostilidad urbana en posibilidad colectiva.
El proyecto surge de un proceso abierto hecho de conversaciones, paseos y derivas por la ciudad, señalando lugares donde el mobiliario urbano expulsa, incomoda o controla. Desde ahí, el artista imagina qué ocurriría si esos elementos, en lugar de limitar, invitaran. «Cada pieza de la exposición nace de esa pregunta: ¿cómo sería una ciudad que permitiera detenerse, jugar o descansar libremente?».
La primera obra, Todos juntos o de uno en uno, reinterpreta la barrera como balancín: un gesto que devuelve a la calle su dimensión lúdica y compartida. A partir de ahí, la investigación se amplía con piezas concebidas simultáneamente como herramienta y mobiliario improvisado, capaz de abrir paso o convertirse en apoyo para el descanso. «En las sillas, la transformación adquiere un tono más poético y político: frente a los dispositivos que desalientan la permanencia en el espacio público denominados como arquitectura hostil, estas piezas reclaman el derecho a detenerse y ocupar el lugar común», explica su autor.
«Lo que une a todas las obras es la lógica compartida que las atraviesa: la capacidad de convertir un objeto reconocible en algo inesperado. La ciudad deja de presentarse como un decorado fijo para revelar su condición mutable y conflictiva. La valla amarilla, tantas veces símbolo de prohibición, deviene invitación».
Toda la propuesta va asentada sobre 120m² de planchas de acero decapado soldadas. Un suelo con memoria que permite evidenciar como se reproducen los flujos de tránsito de los espectadores. Al igual que en los espacios públicos, dentro del espacio expositivo las dinámicas de los visitantes se repiten. Este suelo sensible registra las pisadas, componiendo un mosaico de carriles con diferentes rumbos.
Prohibido prohibir no ofrece soluciones cerradas, sino un ejercicio de imaginación urbana, explica Adrián Castañeda. «Cada pieza abre un espacio para pensar cómo reescribir la ciudad desde gestos mínimos, creativos y colectivos. Si una simple valla puede transformarse en balancín, palanca o silla, ¿qué otros gestos podrían abrir nuevas formas de habitar lo común?».
La Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes presenta este proyecto que transforma objetos urbanos hostiles en dispositivos de juego, uso colectivo y encuentro. La muestra, comisariada por Víctor Rico, puede visitarse en el DA2 Domus Artium 2002 (Avenida de la Aldehuela, s/n, Salamanca) hasta el 11 de enero de 2026.











