El espectacular retrato de grupo de unos niños posando en la noche con sandías iluminadas, en 1944, abre las fotografías en las que la ciudad de València está presente a través de una serie de nocturnos captados por el fotógrafo Luis Vidal entre los años 1945 y 1968. La plaza del Ayuntamiento de noche, la salida del Teatro Serrano, la feria de julio en la Alameda en los 50’s, el teatro Principal o el Mestalla iluminado son algunas de las instantáneas que se pueden observar en la exposición «Nocturnas 1900-1960. Mientras la ciudad duerme», en el Centre Cultural La Nau hasta febrero. La magia de la vida nocturna mientras las ciudades duermen.
Se trata de una producción de Acción Cultural Española, en colaboración con el Vicerrectorado de Cultura de la Universitat de València, que reúne fotografías de la vida nocturna en las principales ciudades de la España de la primera mitad del siglo XX. Fotografíar la noche mientras la ciudad duerme.
València también está representada por una serie de fotografías publicadas en la prensa gráfica de esos primeros cincuenta años del XX. La Verbena de San Pedro celebrada durante la Exposición Regional Valenciana de 1909, un nocturno en la Plaza de Emilio Castelar en tiempos de la Segunda República o la vista de la Plaza de la Reina, de Adolfo Zerkowitz, son algunos ejemplos.
Los autores que firman las fotografías se remontan a los primeros maestros del fotoperiodismo como Cortés, Marín o Santos Yubero, en Madrid; Torrents, Gaspar o Sagarra en Barcelona; Vidal Corella en Valencia o Lucien Roisin, que recorrió con su cámara toda la geografía española. Con ellos, el espectador recorre las calles y se adentra en sus tabernas, cafés, cines o teatros gracias a las fotografías de tantos reporteros que, tan hábilmente, supieron «captar» a la luz del magnesio.
«La fascinación del ser humano por representar la noche desde los primeros tiempos de la fotografía le ha llevado a enfrentarse a todo tipo de obstáculos. Los largos tiempos de exposición requeridos permitían que sucediera lo inesperado: efectos de luz, barridos provocados por los faros de algún vehículo ocasional, figuras distorsionadas… Todo ello, unido a esa mágica complicidad entre la noche y la soledad, hacía de la fotografía nocturna algo diferente«, apunta Lucía Laín, comisaria de la exposición.
«El desarrollo del alumbrado en las grandes ciudades a finales del XIX permite a los fotógrafos adentrarse en la oscuridad de sus calles. Londres, París o Nueva York iban a ser fotografiadas a la luz azul y amarillenta de los faroles de gas. Los fotógrafos se transformaron así en guardianes de la noche, testigos privilegiados de los encuentros furtivos que presenciaban tras su cámara. En ocasiones, sus movimientos resultaban sospechosos. Preparando la serie de fotografías ‘London by Gaslight’ (1896), Paul Martin llegó a ser interrogado por un policía en las calles de Londres cuando manipulaba su cámara… Desde Nueva York, Alfred Stieglitz lograba reducir el tiempo de exposición a cincuenta y ocho segundos«.
«Ayudados por el flash de magnesio, los fotógrafos se van interesando por la fotografía como documento social. Del Nueva York de 1888 son las fotografías realizadas por Jacob August Riis sobre la vida en los suburbios –’How the Other Half Lives’ (‘Cómo vive la otra mitad’)– publicadas primero en el Evening Sun. La noche y sus habitantes eran ya noticia«, explica Laín.
En España la fotografía nocturna no se hace esperar. Ya en 1895 la revista Blanco y Negro crea una sección titulada “Madrid de noche”. La Puerta del Sol, escenario a la vanguardia en los nuevos sistemas de alumbrado, se convertía en un importante foco de animación y la noche, en un nuevo espacio a conquistar. Es también una apología de la luz en la noche y la evolución de su alumbrado; el testimonio gráfico de una conquista: la ciudad nocturna, hasta entonces reservada a unos pocos noctámbulos, artistas y “gentes de mal vivir”. Gracias a estas fotos conoceremos, también, el trabajo de las personas encargadas de mantener en funcionamiento la maquinaria de la gran ciudad en la noche: los conductores de los últimos tranvías, obreros de la construcción, camareras, los faroleros y los serenos.
«Los juegos de luz y agua de las exposiciones universales darán paso a los años treinta y los tiempos de la Segunda República, con la decidida aparición de las mujeres en la noche –mecanógrafas y universitarias en su mayoría– y a los reportajes gráficos de claro contenido social. Los daños producidos por la Guerra Civil y la falta de medios provocan que el alumbrado público no se recupere. Habrá que esperar hasta la década de los cincuenta para asistir a la llegada de la nueva luz de la modernidad y aguardar, con fotógrafos de la talla de Portillo, Henece o Català-Roca, la llegada de un nuevo amanecer», apunta la comisaria.
La exposición, que se muestra en La Nau, es posible gracias a los archivos públicos y las colecciones históricas de diarios como ABC, de los fondos históricos de ENDESA o de la Fundación Telefónica, y de instituciones como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o la Hispanic Society of America.
La muestra se puede ver hasta el 27 de febrero en La Nau.